¿Hasta cuándo derecha e izquierda?

Los Grundrisse o Elementos fundamentales para la crítica de la economía política son una recopilación de anotaciones de Karl Marx, completada entre 1857-1858, que pueden considerarse borradores de su obra, El Capital. Cuyo primer tomo alcanzó a publicar en vida en 1867. Los dos libros restantes, publicados entre 1885 y 1894, fueron editados, a partir de los manuscritos de Marx, por su amigo y colaborador Friedrich Engels, quien tuvo que llenar algunas lagunas, de sus manuscritos. Se estima que uno de sus grandes motivadores fue Wilhelm Wolff a quien, en 1846, durante su exilio en Bruselas, conoció. Se considera que Wilhelm Wolff, Karl Marx y Friedrich Engels, fueron quienes organizaron movimientos muy activos que se dieron a posteriori. 

Por otra parte aparece, La riqueza de las naciones, es la obra más célebre de Adam Smith. Publicado en el 9 de marzo de 1776, es considerado el primer libro moderno de economía. Smith expone su análisis sobre el origen de la prosperidad de países como Inglaterra o los Países Bajos. Desarrolla teorías económicas sobre la división del trabajo, el mercado, la moneda, la naturaleza de la riqueza, el precio de las mercancías en trabajo, los salarios, los beneficios y la acumulación del capital. Examina diferentes sistemas de economía política, en particular, el mercantilismo y la fisiocracia; asimismo, desarrolla la idea de un orden natural. Este «sistema de libertad natural», como lo llama Smith, es el resultado del libre ejercicio del interés individual que beneficia exitosamente —sin proponérselo— al bien común en la solución de problemas y satisfacción de necesidades por medio de la libre empresa, de la libre competencia y del libre comercio. La riqueza de las naciones es hoy una de las obras más importantes de la disciplina económica y, para Amartya Sen, «el libro más grande jamás escrito sobre la vida económica». Se trata del documento fundador de la economía clásica y, sin duda, del liberalismo económico. 
Puede deducirse, que “la riqueza de las naciones” sirvió de guía para que la crítica al capital, entre Wilhelm Wolff, Marx y Friedrich Engels se diera en aquel tiempo, cuando no existía señalamiento alguno sobre los posibles defectos del modelo de economía de mercado. En este contexto, soy de opinión que solo hubo un norte crítico, filosófico que solo buscaría señalar que los ricos existen porque hay pobres o viceversa. Porque de otra manera fue el nacimiento de la lucha de clases, que hasta hoy inclusive se plantea. Pero véase que han transcurrido 241 años desde la publicación de “la riqueza de las naciones” y 150 años desde que se publicó el primer tomo de la “crítica al capital”. ¿Quién pudo criticar a quien? Obvio, que la “revolución industrial” que se dio en el primer ¼ del siglo XVIII fue un escenario que permitió enfocar la tan cacareada critica, que en sus comienzos debió ser un platillo suculento dada las incongruencias de un auge industrial que aun no se ubicaba en el bien común planteado por Smith.

Pero, amigo lector, no le parece que 150 años son suficientes como para entender con claridad que un laboratorio social, donde han entrado todos los ricos y los pobres, los gerentes y los que laboran, los que participan y los que no les da la gana de participar en nada, es suficiente para calificar o valorar un modelo, donde infinidad de variables han actuado y han mostrado su alcance o logro social ya? Quienes se han denominado de izquierda se han ubicado en la crítica al capital, mientras los otros se han llamado de derecha, por enfocarse mejor en el bien común. Las nociones de derecha y de izquierda implícitamente conllevan una oposición en política, lo que, luego de los sucesos de 1789 en Francia, se extendió a gran parte de los sistemas políticos del mundo entero. El origen histórico de esta oposición debe buscarse en un hecho fortuito, la ubicación geográfica de los delegados con diferentes orientaciones doctrinales en la asamblea nacional de agosto-septiembre de 1789. En efecto, en oportunidad de debatir sobre el peso de la autoridad real frente al poder de la asamblea popular en la futura constitución, los diputados partidarios del veto real (en su mayoría pertenecientes a la aristocracia o al clero) se agruparon a la Derecha del presidente (posición ligada al hábito de ubicar allí los lugares de honor). Por el contrario, quienes se oponían a este veto se ubicaron a la Izquierda autoproclamándose como «patriotas» (en su mayoría los diputados del llamado Tercer Estado). 

Lo brevemente mencionado arriba, ha sido un planteamiento del hombre filósofo, de los análisis en aulas de pregrado, postgrado, doctorados y postdoctorados en las universidades del mundo. Pero no ha sido tan útil para solucionar con autenticidad los verdaderos problemas del humano terráqueo. Por el contrario, ha surgido una perenne lucha intelectual, fructífera hasta ahí, que ha repercutido negativamente en el pragmatismo que no sueña con ángeles ni con fantasmas a la hora de tener que producir y enrumbar a un país por el sendero de la creatividad y la riqueza. Considero que se creó una gran confusión que ha costado generaciones de vida. Porque lo que se ha transmitido es odio entre clases en lugar de desarrollar otras bondades claves e importantes en el ser humano como bien lo resaltó “El Quijote a Sancho”. La envidia se posicionó de muchos, pero sin verdad, sin justicia y sin ética, que permitiera que los hombres debemos conocernos mas a nosotros mismos, ser humildes y alcanzar posible virtud que combate ejemplarmente la vanidades de los demás, sin mayores esfuerzos. Creer en Dios, porque allí está la oportunidad de ser sabios, yo diría que sin temor.

De manera que eso de derecha e izquierda solo existe en las mentes de quienes no creen en el trabajo, en el progreso, en la creatividad, en la equidad y en la justicia que debe reinar en el conjunto de gregarios humanos. Y, de allí que muchas tesis universitarias han perdido su orientación de lograr fehacientemente cambios lógicos y observables para el bien común de los humanos. En consecuencia, el hombre en la tierra no le queda otra alternativa que ir al pragmatismo auténtico donde el conjunto de valores animen hacia el logro del bien social. Los izquierdistas en la tierra y las oportunidades de demostrar que la persecución y el odio son imprescindibles, solo han demostrado cómo se somete a pueblos, cómo se destruye una nación y cómo se demuestra que la individualidad ultraja presupuestos públicos, se los roba sin permiso de nadie y han demostrado que el bienestar es solo para ellos y si queda también es para ellos, mientras los demás languidecen y menguan de hambre hasta que la muerte los cobije. Ahí está Venezuela, Cuba, Argentina, Brasil, Haití, toda Africa y Corea del Norte como laboratorios sociales destruidos por comunistas o izquierdistas. Venezolanos ¡miremos hacia adelante!