No se puede negar del surgimiento, alcance y repercusiones que el acoso representa, mas  cuando este aparece y lo que ello  involucra al respecto, se sabe que el XI Congreso Nacional de Psiquiatría Legal, creó un nuevo término o tipo de acoso el “acoso institucional” provocado por un sistema de empleo precario, temporal, de bajo nivel retributivo y en constante evaluación. Esta situación genera desmotivación, inseguridad, baja autoestima, depresión…

Es una especie de acoso donde el propio sistema, amparado por la legalidad, saca lo máximo de ti, aún por encima de tus posibilidades.

A diferencia del ‘mobbing’ donde hay una intención de hacer daño al trabajador, en el caso del acoso institucional no hay voluntad de hacer daño, pero te hiere igual porque acabas con los mismos síntomas y angustias, inseguridades, desmotivación, insomnio. En definitiva: pérdida de estabilidad emocional. Y aunque no hay estudios sobre el acoso institucional, porque sería denunciar el propio sistema, el efecto perverso de la sociedad, hablamos de millones de personas afectadas.

Nos recuerda sobre  este tema, Josè Luìs Gonzàlez de Rivera y Revuelta, que el concepto de acoso grupal o ‘mobbing’, fue introducido en las ciencias sociales por el etólogo Konrad Lorenz, como extrapolación de sus observaciones en diversas especies de animales en libertad. En su significado original más simple, se llama ‘mobbing’ al ataque de una coalición de miembros débiles de una misma especie contra un individuo más fuerte. Actualmente, se aplica a situaciones grupales en las que un sujeto es sometido a persecución, agravio o presión psicológica por uno o varios miembros del grupo al que pertenece, con la complicidad o aquiescencia del resto. En realidad, el fenómeno, aunque escasamente estudiado, es conocido desde antiguo como síndrome del chivo expiatorio y síndrome del rechazo de cuerpo extraño.

Schuster (1996), considera que el acoso institucional es una de las experiencias más devastadoras que puede sufrir un ser humano en situaciones sociales ordinarias. Lo define como "ser objeto de agresión por los miembros del propio grupo social", y lo distingue de dos situaciones próximas: el rechazo social, en el que el individuo puede ser excluido por sus iguales de contactos e interacciones, pero no perseguido, y la desatención social, en la que el individuo es, simplemente, ignorado.

Su ocurrencia se ha descrito en instituciones altamente reglamentadas y homogéneas, como en escuelas, fuerzas armadas y cárceles, así como en instituciones conservadoras, en las que hay poca tolerancia a la diversidad y fuertes vínculos e identidades compartidas entre sus miembros. La presentación de acoso psicológico es más probable en organizaciones relativamente cerradas, cuya cultura interna considera el poder y el control como valores prioritarios sobre la productividad y la eficacia. Por eso, dentro del ámbito laboral, parece darse con más frecuencia en universidades, hospitales y ONG, aunque ninguna entidad, pública o privada, parece estar a salvo del problema.

Por su parte, Aurora Noemì Rieffolo y Ana Marìa Pendino,  comentan, que el acoso institucional, psicoterrorismo o ‘mobbing’ –como bien dicen algunos estudiosos del tema– es una epidemia social del siglo XXI. La gravedad del síndrome (conjunto de signos y síntomas) que padece la víctima del acoso, puede llevar al desarrollo de diversas patologías psicosomáticas incluido el suicidio.

Esta patología, que se desarrolla en forma encubierta y desconocida, es necesario desenmascararla para que la víctima identifique rápidamente cuáles son las razones de los padecimientos que está sufriendo, y pueda sin culpa, solicitar la ayuda profesional que permita un tratamiento integral de la problemática, la cual debe ser abordada por un equipo interdisciplinario.

La fuente anteriomente citada,  agrega al respecto, que víctimas del acoso institucional aseguran, que en reiteradas oportunidades se ven seriamente afectados por el accionar de quienes siendo personal jerárquico o no, los han llevado a severas crisis de angustia, impulsos de huir del lugar de trabajo, o no querer concurrir, a raíz de gritos, términos ofensivos, ataques a la autoestima, desaparición de documentación, interferencia en las comunicaciones, distorsión de los mensajes, que ha generado en diversas oportunidades el pedido de partes médico, a raíz del desgaste que la situación produce.

Es importante tener en cuenta, que el acosador institucional, psicoterrorista o ‘mobbing’, puede ser tanto un personal jerárquico, como otro integrante de la institución que reúna los rasgos patológicos de personalidad que generan tal funcionamiento, rasgos que posteriormente serán descriptos.

La gravedad del síndrome de acoso institucional, considerado por algunos estudiosos del tema como una verdadera epidemia del siglo XXI, el escaso conocimiento de la misma, la carencia de actividades de prevención y asistencia, el deterioro que causa en quienes la padecen, el clima laboral patógeno que se origina por acción del psicoterrorista, y las nefastas influencias en la sociedad, genera la necesidad de plantearse una tarea continua de asistencia y prevención.

Es importante mencionar, que sobre este acoso, Konrad Lorenz, opina que "Desde el punto de vista de la víctima, el acoso institucional es una de las experiencias más devastadoras que puede sufrir un ser humano, sobre todo si lo toma de manera personal y no descubre que se trata de una dinámica de grupo que, una vez puesta en marcha, tiende a continuar de manera automática e imparable".

Shuster también considera que el acoso institucional es una de las experiencias más devastadoras que puede sufrir un ser humano . Lo define como: "ser objeto de agresión por los miembros del propio grupo social".

Expresan distintos autores que, "por lo general esta patología se produce en instituciones altamente reglamentadas, homogéneas, conservadoras, relativamente cerradas, cuya cultura interna considera el poder y el control como valores prioritarios sobre la productividad y la eficacia, y en las que hay poca tolerancia a la diversidad y fuertes vínculos e identidades compartidas entre sus miembros".

En conclusiòn: No cabe la menor duda como opina ‘anamib.com’,  el fenómeno del acoso laboral o ‘mobbing’,  justamente del acoso institucional,  ha cobrado especial importancia, al evidenciarse como la causa de enfermedad que produce patologías reactivas de depresión, o de ansiedad generalizada, e incluso de desórdenes de estrés postraumático, que conllevan más absentismo laboral, abandonos del puesto de trabajo, incremento de accidentalidad, disminución de la cantidad y de la calidad del trabajo, etc. Es un fenómeno hoy en día emergente que lo podemos denominar como el virus del siglo XXI, que consiste en una forma de tortura sistemática que contamina cada día más el mundo laboral y el derecho de las personas a trabajar dignamente y pervierte las ventajas terapéuticas de la acción laboral, constituyendo un factor de riesgo y enfermedad que genera fobia al trabajo y grandes pérdidas económicas y de competitividad.

(*) Fuentes indicadas

Web:  www.carmorvane.com