Educación el pasaporte del futuro


Nadie ya pone en discusión, los vertiginosos cambios que se están produciendo en materia de transformación digital y tecnológica, los cuales generan impactos en los distintos ámbitos de la vida de las personas. En este sentido, la educación, la escuela, las corporaciones y las organizaciones, no constituye la excepción.

            De lo anterior, existe un criterio generalizado en la sociedad de que:” Nadie nace aprendido”. Por ende, todos los seres humanos aprenden en cualquier parte, a toda hora, en todos los lugares del mundo. En su tiempo, Aristóteles (350 a c) decía:” Todos los hombres tienen naturalmente el deseo de saber”.

De modo, que estos cambios que se están produciendo en las sociedades, están modificando la forma así como la manera de cómo se realiza el proceso de enseñanza aprendizaje en los más variados ambientes en donde se desenvuelve el individuo. En ergo, los cambios son inevitables y hay que tener la mente siempre abierta a todo.

           Grandes hombres del campo educativo, en el orden nacional como internacional, entre los que destacan: Drucker (1993), Freire (1968) Porter, (1969), Gates (2010), Rodríguez (1829), Bello (1824), Prieto Figueroa (1962), Pérez (2016), entre otros han insistido sobre la importancia de lo que representa la educación en el contexto de la economía del conocimiento.

A partir de los hallazgos anteriores, Jose Cordeiro en su texto Benesuela vs Venezuela (2000) plantea: Que las batallas del futuro no serán entre los armados y desalmado, ni entre los que tienen y los que no tienen; entre los fuertes y los débiles; las guerras que vienen en el futuro, tanto internas como externas, serán entre los que saben y los que no saben. Por ello, la única arma real será la educación. La educación es precisamente, el pasaporte del futuro

            Ya hace unos años Toffler (2006) en su libro La Revolución de la Riqueza señalaba: “Los analfabetos del siglo XXI, no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender”. De allí, la necesidad que tiene el individuo de tener un aprendizaje de forma  constante, que se traduce que la educación  es para toda la vida de los individuos y de las organizaciones.

            Derivado de lo anterior, el asunto de la educación no es un asunto exclusivo de los docentes, ni de los gobiernos de turnos. La educación es una materia de demasiada  importancia para dejársela, solo a merced de los políticos. Por lo tanto, en la educación deben participar toda la sociedad y además,  es una cuestión que concierne a toda la sociedad en su conjunto.

Por supuesto, que los cambios de la educación deben realizarse de abajo hacia arriba. Por ello, los cambios que demandan la educación, no lo producirán aquellos que están bien acomodados, sino que se llevará a cabo, por aquellos que conocen y viven los problemas en la cotidianeidad. En síntesis, todos debemos  ser parte de la solución y no del problema.

Es así cómo, se requerirá de la capacitación, la formación y la educación de los individuos como herramientas fundamentales para competir en una sociedad del conocimiento y en procesos de franca disrupción. Además, que  la educación debe ser entendida para toda la vida y por ende, que no cuenta con un plazo determinado o tiempo de obsolescencia.

En otras palabras, las sociedades que cuentan con mayores niveles de competencias, son aquellas que garantizan los mayores niveles de calidad de vida, de bienestar entre los individuos y al propio tiempo, generan mayores niveles de enseñanza y aprendizaje entre las personas.

En definitiva, Mandela en su tiempo (1993) resumía de forma clara el significado de la educación con la siguiente  sentencia: “Que la educación es el arma más poderosa que puedes usar para transformar el mundo” o “la educación es la llave para abrir la puerta de la libertad”.

      

   Carlos Blanco; [email protected]