2018: una esperanza posible

Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano”

I. Newton

Hemos pasado la tristeza de celebrar Navidad separados por la diáspora de Venezuela. Más de dos millones de personas se han ido del país desde la llegada del chavismo y la soledad invade cada fin de año, tanto a quienes emigraron huyendo de la crisis, como a los que prefirieron quedarse en el país, tras despedir a los suyos en la puerta de la casa, en un aeropuerto o terminal.

Aproximadamente, 2,5 millones de personas han abandonado a Venezuela desde la llegada del chavismo al poder en 1999, según cifras de Tomás Páez, sociólogo profesor de la Universidad Central de Venezuela y autor del libro: “La voz de la diáspora venezolana”. No hay socialismo en el mundo que no produzca diáspora. Mientras persista el modelo, la gente va a seguir yéndose porque van a continuar los problemas: ya se está percibiendo.

Independientemente de la suerte de los que se van —y de los familiares que se quedan— la mayoría queda marcada por sacrificios y pensamientos comunes.

En la Venezuela Democrática se acostumbraba a que las puertas del hogar que se compartía con los padres y madres, con l@s abuel@s permanecieran abiertas y el olor de hallacas y pernil dieran la bienvenida a sus tí@s y prim@s, otros familiares y amig@s; pero esa bella realidad -gracias a la gestión de este socialismo- a muchísimos les tocó prepararse -mental y físicamente- para que una o varias sillas de su mesa se quedaran vacías.

Por primera vez, en muchos grupos familiares no podrán abrazar a sus seres queridos ni aparecer en sus fotografías, sino que tendrán que conformarse con verlos a través de la pantalla de un celular o una computadora. La familia venezolana era muy unida y compactada, pero debido a que la emigración venezolana supera los dos millones de personas, muchos hogares sintieron como si estuvieran de duelo por ese vacío de que ahora muchos miembros de la familia no están.

La hiperinflación dispara los precios todos los días, no hay efectivo en la calle por culpa del «corralito» a la venezolana, las tradiciones navideñas estuvieron sólo al alcance de los privilegiados por la revolución, las medicinas siguen sin encontrarse (y las que se hallan están carísimas), la gente hurgando en las bolsas de la basura intentando encontrar algún resto comestible y las imágenes de niños desnutridos resquebrajan el ánimo del país. Las colas son para comprar alimentos a la desesperada y no para adquirir juguetes, convertidos en productos de lujo inalcanzables para el pueblo.

Esta terrible realidad reclama de los venezolanos un proceso de reflexión muy profundo y con visión de futuro muy esperanzadora, de que esto tiene que cambiar.

Es una autorevisión que se debe hacer de lo que a venido pasando en las últimas dos décadas, para aprender a escuchar al mejor maestro y guía que muestra lo que hay que mejorar, por ej.: los errores cometidos, los problemas por resolver, el ser mejor (espos@, padre/madre, hij@, amig@ o ser humano). Para encontrarlo no se necesita ir muy lejos, puesto que se encuentra en el interior de cada persona y quién mejor que cada quien sabe las respuestas.

La gran mayoría de las personas desconocen el gran potencial interno que se lleva dentro, y en la realidad que se vive sólo se alcanza a percibir una parte muy pequeña de ese gran potencial, todos están dotados de innumerables cualidades y dones, de l@s cuales muchos de ell@s son desconocid@s por los individuos.

Tanto los líderes públicos democráticos, como los privados, así como los familiares deben establecer una estrategia conductual hacia esa esperanza de cambio posible.

El estudio y observación de teorías y programas orientados al cambio conductual da cuenta que existe una metodología en los modelos de intervención, siendo esta de interés en los espacios físicos que rodean al individuo. Quienes ejercen el liderazgo democrático nacional deben proponer un modelo de cambio conductual orientado a la promoción de estilos de vida saludable en el país. Basados en la teoría de aprendizaje social, podrían presentar una serie de estrategias orientadas a cada uno de los niveles de la colectividad, considerando, además, cada una de las etapas del cambio individual propuestas por tratadistas como Prochaska, Lewin y Schein.

Además, deben incluir en dicha estrategia que es posible y necesario intervenir tanto en el medio social, como en el físico, con el fin de proveer procesos de cambio conductual, mediante herramientas facilitadoras como la provisión de modelos y el uso de los “affordances” -es la cualidad de un objeto o ambiente que permite a un individuo realizar una acción- de artefactos que se encuentran en el ambiente físico.

El concepto de aprendizaje social implica entender el desarrollo o cambio de un individuo como un proceso dado gracias a la interacción de éste con otros individuos, grupos o realidades sociales; es decir, su medio social. Y este aprendizaje debe tener como propósito básico, sembrar internamente en cada venezolano una esperanza posible que muy pronto debe cambiar la realidad nacional. Y esta visión de futuro positivo y concreto debe ser estimulada  por un modelo inteligente de conducción y orientación de parte de los líderes que estén comprometidos con el cambio esperado.

En este año que recién comienza, en lugar de fomentar el consumismo y regalar cosas materiales, se debe regalar algo inmaterial como es dedicarles tiempo a nuestros seres queridos, que se han quedado en el país con una familia totalmente desmembrada.

Y el mejor auto-regalo es el poder conectarse internamente y con todo aquello que ayuda a elevación espiritual, algo que no se puede comprar ni vender.

A pesar de esas circunstancias el inicio de un Año Nuevo es el momento, cuando todos quieren comenzar con una buena nota. Es el momento en el que anhelan desearse mutuamente que el año que comienza esté lleno de felicidad, alegrías y mucho éxito.

El Año Nuevo es un símbolo de positividad. Al dar la bienvenida al Año Nuevo con una nota positiva, es importante que se dejen de lado todas las negatividades acumuladas. Al igual que con la salida del sol todos los días, un nuevo día comienza con el nuevo año, las personas asocian un nuevo capítulo en la vida para comenzar.

Es importante que se empiece de nuevo y se conciba el Año Nuevo como tal. El nuevo año trae consigo su propio conjunto de aspiraciones, esperanzas y deseos.

No se debe permitir que las luces del amor y la esperanza se apaguen, se está un poco más cerca de grandes cambios que van a beneficiar a toda la sociedad venezolana. Aunque se está viviendo en una era de oscuridad, la batalla que ahora está es para encaminarse hacia una era de luz. Cabe recordar que todo (excepto Dios) tiene su “alfa” y su “omega”: su “principio” y su “fin”.