A evolucionar, avanzar y ascender empezando por sí mismo…

Decir «interior» implica algo «exterior», pues no hay lo uno sin lo otro.

Anónimo

La acción conjunta es la mejor en los grupos humanos y en lo personal (p.ej: alineando el consciente, el subconsciente y el inconsciente, armonizando lo físico y lo intangible), despejando toda bruma que entorpece la evolución favorable porque así se avanza hacia lo positivo y se eleva el nivel de todo a lo magnífico.

El humano, como todo ser vivo, nació de otros y puede generar otro(s), convive en un ecosistema con otro(s), incluso si es hermitaño, pues para que éste sobreviva alguien ha de acercarle comida que proviene de otros seres (animales y/o vegetales) y líquidos (de diversos orígenes: mineral, animal y/o vegetal): ¡no está solo!, forma parte de un magma existencial. Entonces, necesita admitir que coexiste y que le conviene aprender a actuar armónicamente en COMUNidad.

La vida en común es como la moneda: tiene dos caras (una favorable y otra de problemas), un canto (una superficie que vincula a ambas caras) y una masa que le da existencia. Los problemas (anteriores, actuales y futuros) son sólo una parte del largo camino evolutivo. Mucho de lo que acontece (no todo) es resultado de la propia elección, pero las condiciones difíciles de vida han sido creadas (per sé y/o por otros) a lo largo del tiempo y hay que superarlas: eso pide preparación (conocimiento y entrenamiento), inteligencia, voluntad y tenacidad para emprender el gran cambio liberador y superador.

Identificar, admitir y comprender los problemas son pasos poderosos de avance que abren camino y dan basamento al estímulo energizante para la motivación de cambiar y ésta se vincula con el deseo y esperanza de alcanzar logros merecidos que acaben lo malo y se tenga una mejor realización personal y COMUNitaria que lleva hacia el adelanto evolutivo ideal cuyos efectos se irradiarán hacia todas las esferas y escenarios.

Hay que propiciar el amanecer de la amplitud mental de las personas que las lleve a imaginar una nueva visión de sí y de su contexto para que puedan convencerse del beneficio que pueda significar el ascenso gradual de su nivel de florecimiento resultante de la búsqueda de la verdad real.

Cada líder ha de promover que en su mente se caiga el velo grueso y oscuro de las limitantes que tiene (¿quién se lo sabe todo?) para librarse de esa esclavitud tenebrosa vinculada con dogmas que oprimen y destruyen todo como parásitos que son (crecen, se enraízan, se desarrollan, se multiplican, se esparcen y carcomen) debilitando la posibilidad de volar como lo hizo «Juan Salvador Gaviota» (Richard Bach) que se libró de los conceptos predominantes que prohibían el uso diferente de las alas y cegaban la posibilidad de ver la luz del conocimiento nuevo que da cabida a un ritmo nuevo, diferente, de vuelo fresco que cambia la manera de pensar, de interpretar, de decidir y de actuar en la vida. Eso no sólo ha de acontecer en él, también en quienes le siguen.

Basta dejar a un lado el axioma de «ver para creer» y dar camino abierto a «creer para ver» (San Anselmo de Canterbury): ¡vale la pena intentarlo! Esto es un buen principio, partiéndose de: 1- que un líder no tiene el poder de cambiar a otro(s), sino la posibilidad de sembrar la semilla de inducir el cambio y de dejarla allí para que germine (lo cual sólo acontecerá si se dan las condiciones de fertilidad); y 2- que la creación del mundo aún está empezando, por lo cual hay que aportar en pro de que la evolución sea magnífica, evitando asistir a la propia destrucción.

Es muy importante entender lo anterior, pues el mundo al cual se hace referencia es el existente en la interioridad y en el entorno: un logro que es responsabilidad de cada quien y de todos los integrantes de un conjunto humano (familia, iglesia, empresa, etc.): la morada no es sólo el ecosistema perimetral, es el todo donde se encuentra y… ¡se localiza dentro del cuerpo y en los escenarios reales: una escuela de aprendizaje y mejora permanente! Un ámbito que pide conocerlo para posibilitar su subsistencia, crecimiento y perfeccionamiento para expresar a cabalidad la presencia avanzada y excelsa actividad humana: siempre buscando avanzar y superarse.

Esto implica un proceso que ha de comenzar por ampliar lo mental, trabajando organizadamente en lo propio, aprendiendo y aplicando lo aprendido, sin centrarse sólo en ello, pues también debe hacerse hacia el entorno individual y organizacional sin incurrir en equivocaciones como tergiversar lo correcto.

La verdad es que la realidad está en ese único mundo formado por lo interno (mental, que es donde se determina cómo se percibe cada quien a sí mismo, cuáles son sus creencias, conocimiento, principios y valores, y cómo interpreta lo perimetral) y por lo externo (lo que circunda a cada quien y que puede influir en lo particular): es como la figura con la que se busca expresar lo del yin y el yan (dos ámbitos diferentes, de simetría inversa, uno claro y otro oscuro, complementarios entre sí que contactan dibujando una línea curvo-lisa que recuerda una S itálica y conforman una unidad funcional interactuante), pero que -a diferencia de esa imagen- la línea del contacto interactivo posee extensiones digitiformes que se imbrican como el entrelazado de los dedos de dos manos, de tal manera que cada área penetra en la otra.

De lo anterior, que toda modificación en lo interno se proyectará psíquica, sentimental y físicamente hacia lo externo e impactará allí (desde donde se puede percibir lo que impera en la interioridad), tanto como que toda modificación en lo externo puede causar un remodelado de lo interior (en donde se puede percibir lo que reina y sucede en la exterioridad). Si no acontece así, habrá incompatibilidad, disarmonía, disfuncionalidad agobiante y devendrá el desacoplamiento de ambas partes, acabándose el campo único mencionado antes (el mundo de la unidad funcional interno/externa).

Esa analogía sirve para explicar el efecto de estas palabras que nacieron en la interioridad de quien las escribió para que -como semillas- se siembren en el exterior que es la interioridad de quien las lee y valora (rechazándolas o admitiéndolas, germinando en su interioridad que percibe lo que surgió fuera de sí y le influye desde la interioridad de la mente del escritor).

Teniendo claro el proyecto individual y/u organizacional a lograr, hay que empezar a moldear en sí mismo al campo mencionado e incitar y favorecer que así ocurra también en el mundo de cada integrante de la organización para poder alinear los recursos de todo tipo (mentales, físicos, financieros, etc.) a fin de cristalizar las metas y la misión del proceso que busca lograr el objetivo (propósito) ideado que habrá de lucir como un árbol frondoso en el que tendrán que acontecer los procesos de avance, crecimiento y desarrollo que -con el «ánima» alineada- irán realizando su labor espontánea y naturalmente, que… para ver su resultado… sólo precisan que transcurra el tiempo para que se cumplan las etapas evolutivas del ascenso categórico.

Imagen de Bob Dmyt en Pixabay