A manera de despedida

Las nuevas tradiciones
En las fiestas decembrinas la mayoría de nuestras familias, caen en la íntima tentación de hacer las mismísimas cosas triviales que se hacen en navidad y año nuevo. Toda una gama de tradiciones externas vinculadas con distintas regiones y diferentes culturas se han acuñados alrededor del núcleo familiar. Tradiciones catalanas, sicilianas, francesas, norteamericanas, judías… y venezolanas, conviven conformando, quizás, una nueva tradición. ¿Nueva Tradición? La iglesia siempre ha estado en contra de lo nuevo, cualquiera que esto sea. Sin embargo, olvida la misma iglesia que fue ella la primera en introducir cambios para producir, nuevas tradiciones.

La Iglesia Católica Venezolana viene quejándose de la tibieza de sus tradiciones. Critican todos los modismos cívicos y paganos que afectan la tradición católica. Semanas atrás se la dedicaron al “Halloween”, tradición que según la iglesia es gringa (¿Brujos, muertos, fantasmas, calaveras?). Por estas fechas la toman contra el “Espíritu de la Navidad” y hasta el propio Santa Claus desfila entre lo más buscados. Insiste la Iglesia en defender nuestras tradiciones; en negarse a la penetración transcultural a lo que supuestamente nos pertenece como pueblo y tradición. Pero, ¿cuál es verdaderamente nuestra tradición que nos identifica como pueblo?

Cuando América no había sido vista aún por lo europeos, los inmaculados habitantes tenían una serie de tradiciones muy distintas a la de los invasores.

Fue la Iglesia Católica quien con sus artilugios tan convincentes, como la misma televisión, arrasó con las tradiciones indígenas. Me imagino al pobre indio de la tribu quejándose, como ahora los curas, de la destrucción de sus tradiciones por otras nuevas. Las tradiciones de la cultura azteca, maya, inca, timotocuica, desaparecieron para imponer “otra”. Es cierto que hoy por hoy, los modismos se imponen por otros medios. Lo nuevo y lo viejo conviven en esta paradojal neomodernidad cuyo rito reside, (no hay que negarlo), en la banalidad, en lo externo, en lo pueril. Pero que el “espíritu” de la Navidad es una tradición nueva, y que por tal, debe ser atacada y descartada, es caer en lo necio y ridículo. Por eso, cuando la iglesia reclama su derecho de tradición, nunca debe olvidar las vidas que tuvo que sacrificar para imponer las actuales en un Continente como el nuestro. Un continente que tiene todo el derecho de seguir escogiendo sus tradiciones y ritos civiles, que en la complicidad e intimidad de la familia seguirán impregnados con un mismo signo: el infaltable amor familiar.

Cerrando el año…

Diciembre representa para los adultos, un tiempo de morir y de nacer. Se muere en el sentido de que muchas cosas las dejamos atrás, o se nos fueron algunas de las cosas que esperábamos, o simplemente nuestras expectativas no se dieron en la medida como hubiéramos querido. Se nace a la vez por el hecho de que todos los días nacemos a la vida. Con cada despertar se obtiene una ganancia, una victoria; todo esto es una apuesta retadora que ofrecemos y recibimos. Por eso debemos dar infinitas y sinceras gracias al Dios creador.

Este año venidero nos deparará indudablemente nuevas inquietudes, y ello nos obliga a enfrentarlas con inteligencia. Desde esta acera deseamos que la llegada de estos nuevos 365 días, aumente en nosotros las ganas de aprender, de desarrollar nuestra capacidad de logro. Sólo así existirán los futuros promisorios. Tendremos, recuerden, el futuro que cada quien se haya construido. Recibamos este nuevo año con la alegría y el entusiasmo debido. Abramos nuestros corazones y recibamos con infinita bondad a nuestra familia, amigos y compañeros. Que el espíritu de los nuevos tiempos nos lleve a dar lo mejor de nosotros y cumplir así el compromiso que tenemos con la vida.

PS: Gracias a ustedes, consecuentes lectores, por seguirnos durante todo un año en las páginas de esta publicación digital mensual en Carabobo. Será hasta enero, con el favor de Dios.

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