A NUESTROS MEJORES PROFESORES UNIVERSITARIOS

«El maestro deja una huella para la eternidad; nunca puede decir cuándo se detiene su influencia». Henry Adams.

«Maestro es alguien que inspira para la vida» César Bona

En nuestro tránsito por la universidad tuvimos contactos con  docentes con quienes compartimos nuestras inquietudes, aprendimos adentrarnos en todo aquello que deberíamos saber en pro de nuestra formación, capacitación  profesional. Algunos de ellos fueron muy especial en nuestra formación;  sobre todo, aquellos que sabían compartir sus conocimientos, que  nos motivaban adentrarnos en investigar,  fortalecernos a fin de compenetrarnos  correctamente con todo lo que debíamos tener presente y saber manejar el ejercicio de nuestra profesión.

 Profesores que nunca   dudaron   compartir su sapiencia, a fin de saber utilizar los conocimientos compartidos y afrontar los retos que en la profesión se presentan.

Definitivamente, se está plenamente consciente cuando se tiene una plena identificación con el rol de los buenos profesores, de nunca olvidarlos, tenerlos presente, recordar  su humanismo   de que  han sido  personas fundamentales en nuestra vida y que no solo se aseguran de ofrecernos la mejor educación posible, sino que también dedican la mayor parte de su día a formarnos para tener un buen futuro.

No cabe la menor duda, que   hay profesores que significan mucho más para nosotros, porque vuelcan todas sus ganas en hacernos mejores personas y convertirnos en grandes mentores.

Es un hecho cierto, como lo expone Carlos Arroyo, los grandes profesores dejan una huella que permanece hasta el final de los días. Es una relación de una naturaleza tan singular, que el paso del tiempo, que tantas cosas se lleva por delante, lejos de enturbiarla, solo consigue purificarla, embellecerla y mitificarla.

Muy interesante, por tanto, es haber tenido profesores como lo expone Arroyo en su sentir hacia el agradecimiento de los buenos profesores, que estos te hacen ver, por ejemplo, que la ciencia es una búsqueda de explicaciones salpicada de errores y siempre insatisfecha.

Profesores que dejan claro, que la ciencia no había caído del cielo, sino que ha sido construida, con un esfuerzo sobrehumano, muchas veces dirigido contra los propios prejuicios del descubridor, por personas que habían vivido aquí y allí, en tal época y tal otra. Profesores que realmente motivan con sus conocimientos en adentrarse en la importancia de siempre estar investigando a fin de reafirmar los conceptos que se aprenden.

No se puede olvidar  ningún profesor impregnado de humanismo que sabe compartir sus conocimientos  que te enseñó a analizar en silencio y con respeto los argumentos que contradicen tus más firmes convicciones  a aquellos que te abrieron el camino hasta más allá de sus propios límites.