A través de un Sumario

En una brumosa mañana de Noviembre de 1950, un grupo de hombres liderado por Rafael Simón Urbina interceptó a escasos metros de la Quinta “Lois” el auto que conducía hacia Miraflores al Comandante Carlos Delgado Chalbaud, Presidente de la Junta militar de Gobierno de Venezuela. En un santiamén fue conducido hacia una casa en construcción en las Mercedes, donde se perpetra el primer y único magnicidio en la historia de la nación. Este hecho , del que se cumplen 60 años en estos días, es recreado desde múltiples aristas en la extraordinaria novela de Federico Vegas, “Sumario”.

Como columna vertebral de la narración se toma el sumario que los tribunales de la época elaboraron con las actuaciones hechas, a ello Vegas le inserta un eje constituido por las pezquisas, que casi 50 años después del asesinato efectúan Francisco Rueda, el otrora secretario del juzgado y su hija, quienes en esos paraísos de libros olvidados dan con el publicado y luego proscrito “Sumario”.

La novela constituye un prodigioso tunel del tiempo, en el que volvemos a recorrer las calles de esa bucólica Caracas, con un ávila testigo de premoniciones y de conjuras dignas de una pieza del inmortal Shakesperare, y que sin embargo se dan en estas riberas donde las maquinaciones por el poder atrapan a este personaje, que había participado a su vez en dos golpes de estado consecutivos y había sobrevivido física y políticamente. Un hombre que estuvo entre varios mundos sin pertenecer de pleno a ninguno, quizá fue parte de su fin esta multivalencia. Es una narracción, que a ratos guarda similitud con “Crónica de una muerte anunciada”, solo que en esta versión de mitad del siglo XX venezolano, hasta la misma víctima sabia que avanzaba lenta pero inexorablemente hacia un patíbulo inmisericorde.

A través de un sumario y de una vivencias los lectores de esta novela nos sumergimos en la historia contemporánea del país, al compás de esa maravillosa danza que realizan con tino la ficicón con la realidad histórica. Hay un pasaje, en el que aparece la hija mayor de Rafael Simón Urbina, María isabel, que ilustra nítidamente esta vertiente de la obra: “ Vanderbiest me aseguró que el único que podía ayudarme era Fortunato. Hablé con él y me consiguió una cita con Pérez Jiménez. Fui a esperarlo a uan casa que sería uno de sus garçonniers. Yo llevaba una navaja en un doble fondo en el sostén y también le pedi a una amiga que me acompañara. La pobre se asustó mucho cuando sintió llegar las sirenas de la guardia presidencial y le dio un ataque de risa y llanto. Yo hacía tiempo que había perdido el miedo a la cárcel, a los uniformes, al ruido.

Pérez Jiménez era un hombre muy callado. Cuando lo tuve al frente le dije antes de sentarnos:
– Yo me llamo María Isabel Urbina. Mi apellido le debe decir algo, pues mi padre lo admiraba muchísimo .Pero eso ahora no nos interesa. Yo sólo vengo a pedirle dos cosas: que saquen a mi mamá de la cárcel y nos devuelvan nuestros bienes.
No hubo respuesta y ya mi amiga iba a empezar a llorar. Seguí hablando:
– Tengo una visa de tres meses y Pedro Estrada me quiere sacar del país. Ayúdeme a liberar a mi madre.
Otro silencio y por fin Pérez Jiménez le dictó a Fortunato unas instrucciones, algo así como averigua “que se puede hacer”. Eso fue suficiente para que todos supieran que Pérez Jiménez había aprobado mi estadía. Entonces empezaron a llegar flores al Tamanaco, especialmente de Vallenilla Planchart. Me tenían como una reina. “

Vegas, quien hace unos años escribió lo que algunos consideran la mejor novela venezolana de los últimos dos decenios, “Falke”, completa con “Sumario”, esa visión de dos hechos estelares en la vida republicana, también nos recuerda que debemos hacer un gran esfuerzo cívico como pueblo para erradicar ese tipo de episodios, e instaurar instituciones sólidas y respetuosas de la carta magna.
“Sumario”, debe leerse. A su través son muchas las enseñanzas, lecciones y esparcimientos a recibir.

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