Es claro que este régimen y su gobierno se han apropiado ilegítimamente del Estado y hacen la guerra a la sociedad para perpetuarse en el poder. Aferrados a un modelo de estatismo totalitario están decididos a no corregir lo que produce, de manera creciente, el sufrimiento de millones de venezolanos. Lejos de responder a la crisis alimentaria y de medicamentos y a la parálisis del aparato productivo, las agravó con medidas insensatas como la recogida de los billetes de 100 bolívares. Empezamos el año 2017 sin indicios serios de corrección y de cese de la guerra contra la población por parte del gobierno.
Por su parte, la mayoría de la población siente que la dirigencia política democrática en la MUD no ha estado a la altura de los retos, ni se ha enfrentado a esta guerra con una estrategia unitaria de triunfo para rescatar la democracia, la paz y la convivencia social en seguridad y sin presos políticos ni exiliados.
El cardenal arzobispo de Caracas Jorge Urosa, con sus obispos auxiliares, comienza el año haciendo un llamado a enfrentar esta guerra con una movilización de las conciencias en actitud de “no violencia activa”. Basados en el Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial de la Paz del 1º de enero, nos llama a asumir nuestra responsabilidad y juntos obligar al cambio de gobierno por las vías señaladas en la Constitución. La no violencia no es pasividad, sino “enfrentamiento del mal, no con otro mal, sino venciéndolo con el bien” (Romanos 12,17-21), “rompiendo de este modo la cadena de la injusticia”. Este es el núcleo de la revolución cristiana que no se limita a amar a los amigos, sino a transformar con amor también a los enemigos. Jesús “nos enseñó que el verdadero campo de batalla en el que se enfrentan la violencia y la paz, es el corazón humano”, porque de dentro del corazón del hombre salen los pensamientos perversos (Marcos 7,21). El amor incondicional que afirma a toda persona, la acoge y la transforma hacia el bien es la raíz para enfrentar toda injusticia y cambiar a las personas, estructuras sociales e instituciones. Quien acoge la Buena Noticia de Jesús experimenta que Dios es amor y al acoger la misericordia de Dios reconoce su propia violencia y se convierte en instrumento de reconciliación. “La no violencia practicada con decisión y coherencia ha producido resultados impresionantes”, como vemos en muchos países con líderes de acción como Mahatma Gandhi, Martin Luther King o monseñor Romero.
El mensaje del Papa tiene aplicaciones a todo nivel desde la violencia familiar hasta el desarme y la prohibición y abolición de las armas nucleares. “La Iglesia católica –dice el santo padre– acompañará toda tentativa de construcción de la paz también con la no violencia activa y creativa”. ¿Qué significa esto para los católicos venezolanos y nuestra sociedad entera en este año que comenzamos?
Enfrentar las políticas que tan gravemente maltratan a millones de venezolanos privándoles de comida, de medicinas, de seguridad y de sus reducidos ingresos. Desbloquear las bases para una economía productiva. Exigir con tenacidad incansable la liberación de los presos por razones políticas, restaurar la Constitución violada y abrir los cauces electorales trampeados el año pasado para que se manifieste la voluntad popular contra esta guerra del régimen.
La política no se desarrolla en línea recta: el año pasado empezamos con esperanza de cambio, luego del rotundo triunfo democrático en las elecciones parlamentarias, pero terminamos en desaliento y desorientación. Con problemas agravados y con un liderazgo democrático que no supo presentarse unido y con un claro mensaje capaz de movilizar a la población hacia el cambio imprescindible, lejos de la pasividad y la desesperanza. Por otro lado, el gobierno puso en evidencia ante todo el país y el mundo la terca decisión dictatorial de anteponer su permanencia en el poder a los derechos de la gente a vivir en paz y libertad con justicia. Cada mes que pasaba se fue aumentando el dolor del pueblo. Las esperanzas que muchos pusieron en el diálogo fueron burladas y a los líderes democráticos les faltó claridad, unidad y estrategia…
Este año será al revés: empieza en oscuridad y desesperanza y terminará abriendo las puertas al cambio de régimen, con esfuerzo unitario y plural para la reconstrucción exigente. Para ello hace falta un amplio, múltiple y coordinado movimiento social y político, que confluya en un único objetivo: salir del régimen que bloquea toda salida y llegar a un gobierno de unidad nacional y de reconstrucción. Los pasos son múltiples y varias las elecciones pendientes que conducen al cambio. Por culpa de este régimen los venezolanos estamos ante una miseria no conocida en los últimos 100 años, pero convencidos de que este año empezará a amanecer en la medida en que todos activemos la no violencia para salir de este gobierno que nos oprime para perpetuarse.
SJ. Luis Ugalde en opiniòn del Nacional
05/01/2017