Ya es un gran paso permitir que se de un cambio que nos favorezca, de acuerdo  a lo que nos proponemos alcanzar, sea en  lo personal, trabajo, relaciones, crecimiento espiritual, por tanto, debemos estar preparado para que ello se de sin dejarnos atrapar por todos aquellos mecanismos de defensas que den paso a la resistencia al cambio impidiendo lo  que queremos obtener.

Al respecto del tema, un escrito de Jennifer Delgado senala, que cuando percibimos que la transformación es demasiado fuerte, plantamos cara  se pone en marcha lo que en Psicología se conoce como resistencia al cambio, es decir,  básicamente, es un mecanismo mediante el cual pretendemos que las cosas sigan funcionando como antes.

Sin embargo, cuando las condiciones cambian, esta resistencia solo sirve para agotarnos, tanto física como mentalmente. La buena noticia es que no es necesario llegar tan lejos: Es posible evitar la resistencia al cambio, mucho antes de que esta se instaure.

De aquí, la importancia de no dejarse nunca atrapar por la resistencia al cambio, estar preparado para nuevos escenarios que demandarán comportamientos distintos a los que hemos estados acostumbrados, ser positivos, optimistas y plenamente identificados con los beneficios que el cambio nos proporcionará.

La fuente citada, proporciona que se tomen en cuenta cinco pasos para aceptar los cambios, que consideramos interesantes y los compartimos con el lector  de manera específica, a fin de contribuir en evitar que se manifieste firmemente la resistencia al cambio de lo que se quiere lograr.

1. Imagina el peor escenario posible. Las expectativas, a menudo, no son buenas consejeras, sobre todo si no son realistas. Por tanto, cuando tengas que enfrentarte a un cambio, no te digas frases del tipo “no es nada, será fácil enfrentarlo”, porque probablemente no será así.

En su lugar, imagina el peor escenario posible. Dale rienda suelta durante algunos minutos a tu pensamiento catastrofista; cuando llegues a la realidad, te darás cuenta de que todo no era tan malo como suponías. De hecho, un estudio ha demostrado que solemos exacerbar las consecuencias emocionales de los hechos negativos, mientras minimizamos los aspectos positivos.

Con este truco, podrás equilibrar tus expectativas y el cambio será menos abrumador de lo que suponías por lo que generará menos resistencia.

2. Concientiza la resistencia emocional. Uno de los principales problemas que ha generado nuestra sociedad, es la represión de las emociones. Se supone que no debemos sentir ira, cólera o tristeza; que siempre debemos estar de buen humor y disponibles. Eso hace que reprimamos nuestras emociones y que nos neguemos a identificarlas. Sin embargo, el hecho de que no les pongamos un nombre, no significa que no existan.

Para evitar la resistencia al cambio, es importante aprender a reconocer lo que sentimos. Es normal, que durante los primeros días, experimentemos cierto malestar y que nos sintamos indefensos o molestos. Son reacciones perfectamente comprensibles ante un cambio. Si las escondes, solo lograrás fomentar la resistencia al cambio; pero si las aceptas, podrás pasar página más rápido y adaptarte a las nuevas circunstancias.

3. Cambia tus pensamientos. Durante las primeras fases, es normal que tengas dudas. Es como cuando nos lanzamos en una piscina de agua fría, el cambio es tan fuerte que nos preguntamos qué hacemos allí -e incluso- tendremos la tendencia a salir. Sin embargo, si te quedas y superas esa resistencia inicial, al rato te sentirás más cómodo. No se trata de que el agua esté más caliente, sino que te has acostumbrado.

Para evitar la resistencia al cambio, no basta con reconocer tus emociones; es importante que seas consciente de tus pensamientos. Por ejemplo, en vez de pensar: “quiero escapar, ésta situación no me gusta”, piensa: “estoy asustado, porque es una situación nueva, pero con el tiempo me iré acostumbrando”. Recuerda que tus pensamientos ejercen una poderosa influencia sobre tus emociones, por lo que es importante que adoptes ideas más serenas y acordes a la realidad.

4. Explora las nuevas circunstancias. A menudo, la resistencia al cambio se instaura, porque tenemos patrones preestablecidos que no queremos cambiar, pero ni siquiera conocemos bien en qué consiste la nueva situación. Por tanto, una excelente manera para evitar la resistencia al cambio, consiste en experimentar poco a poco las nuevas circunstancias.

Intenta enfrentarlas con la actitud de un niño pequeño: con curiosidad y sin prejuicios. Si lo necesitas, no dudes en apoyarte en personas que ya han vivido esa misma situación, pregúntales qué hicieron y qué estrategias les resultaron más útiles.

5. Concéntrate en los aspectos positivos. Toda situación entraña aspectos positivos y negativos. Cuando nos ciegan las emociones, a menudo no somos capaces de ver ambas aristas, pero es fundamental que aprendas a centrarte en los factores positivos del cambio. Si es necesario, enlístalos. Muy pronto te darás cuenta de que hay alguna oportunidad para crecer.

En definitiva: Se debe estar preparado para evitar que surja la resistencia al cambio; tener presente que muchas veces las personas no se comprometen con el cambio, porque no saben lo que va a pasar y por no saber cómo actuar. A razón de que lo nuevo no es algo definido, por lo tanto una forma de defenderse de lo desconocido es agarrándose de lo conocido y, consecuentemente, negando lo nuevo. Un proceso de cambio ocurre de forma muy eficiente, si todos están comprometidos con él. En tanto para que las personas se comprometan, estas no pueden ser atropelladas por el proceso, como si fueran algo ajeno al mismo. En verdad, el cambio ocurre a través de las personas. Y para que se considere a las personas como parte del proceso de cambio, es necesario conocer sus valores, sus creencias, sus comportamientos.

*Fuentes de información citadas.

(*) Exatec-Egade.  Docente de Postgrado, Faces, UC. Consultor/asesor Deproimca

Dirección-E: [email protected]