Al capitalismo pareciera que las cosas no le están saliendo bien, de seguir por el mismo camino, su futuro será oscuro

En la idea de abordar temas de alta significación, en esta oportunidad presentamos la visión de Stuart L. Hart, desarrollada en su reciente libro titulado en español “La Encrucijada del Capitalismo”(2005). Este señala que, en la actualidad existen en el mundo 60.000 multinacionales, de esas, las diez más grandes superan el PIB de los 100 países más pobres, mientras que las primeras 200 de la lista provienen de USA, Japón y la Unión Europea, lo cual reproduce a escala mundial una cultura basada en los valores occidentales. Por eso, no nos debería extrañar que las mayoría de estas trasnacionales inviertan en los países desarrollados del primer mundo o, como mucho en países en vías de desarrollo, tales como: China, India o Brasil que poseen mayor potencial. En consecuencia, poca atención se le presta a las carencias de las regiones donde se encuentran los más de 4.000 millones de seres humanos que se localizan en la base de la pirámide, o a los “llamados pobres”.

El reto actual es forzar la barra para que las trasnacionales entiendan que deben dejar de imponer los esquemas occidentales y se incorporen al medio acercándose a lo autóctono, en el caso nuestro a lo tropical, es decir, utilizar los conocimientos de las personas del lugar y desarrollar conjuntamente productos y estrategias. Esto no debe ser hecho por una obligación, por compromiso moral, por altruismo o por responsabilidad social corporativa, sino porque les será lucrativo, ya que en los mercados del tercer mundo podrán encontrar las respuestas a muchos de sus males, allí podrán encontrar un universo de oportunidades tanto para hacer dinero como para contribuir con un mundo mejor basado en el desarrollo sostenible. No se trata solo de identificar nuevas tecnologías sino también de nuevos modelos comerciales al tiempo que cambian las estructuras mentales.

Solo las empresas que cuenten con la visión, la estrategia, la estructura, la capacidad y la audacia necesarias lograrán triunfar en lo que podría ser el período de transición más importante de la historia del capitalismo. (Hart,2005)

A juicio del autor, la economía global está constituida por tres economías solapadas: la economía monetaria, la economía tradicional y la economía de la naturaleza. La economía monetaria es típica de las civilizaciones urbanas de los países desarrollados y en vías de desarrollo. Sus actividades económicas más sobresalientes son el comercio y la industria, que dejan una “huella ecológica” debido al uso intensivo que hacen de los recursos naturales.
La economía tradicional es característica de la forma de vida imperante en el campo o en el medio rural que se da en los pueblos de muchos países en vías de desarrollo. Debido a la rápida expansión de la economía monetaria, cada vez se encuentra en una situación precaria, por que las poblaciones rurales compiten por los mismos recursos naturales de la economía monetaria.
La economía de la naturaleza esta constituida por el sistema natural y los recursos naturales sobre los que se apoyan las dos economías anteriores, no obstante, la economía monetaria y la economía tradicional están destruyendo su propio sistema.
Estas tres economías según Hart, habitan en planetas que están a punto de colisionar, creando los mayores desafíos sociales y medioambientales a los que se ha enfrentado la humanidad. Pero al mismo tiempo son capaces de generar grandes oportunidades de negocios a aquellas empresas que sepan comprender los retos y encontrar una solución optima.
Desgraciadamente, la mayoría de las multinacionales se centran en la economía monetaria y en los clientes que han alcanzado un cierto nivel de riqueza, teniendo entre sus prioridades solamente los mercados cuyos consumidores poseen un poder adquisitivo similar al de USA, UE y Japón.
Sin embargo, en cada país o región existen tres tipos de mercados: los desarrollados, los emergentes y los tradicionales. Los mercados desarrollados están compuestos por 800 millones de consumidores y cuentan con una cadena global de distribución e infraestructura bien desarrollada. En los mercados emergentes se esta dando un rápido proceso de industrialización que conduce al éxodo rural y a un aumento de la demanda de productos básicos. Por su parte los mercados tradicionales, que son los que se han visto perjudicados por la globalización , constituyen las dos terceras partes de la humanidad.
En vista de la diferencia en la composición de estos tres tipos de mercados, se requiere de las empresas una estrategia diferente para cada uno de ellos, si es que se quiere alcanzar un desarrollo más sostenible. En los mercados desarrollados las empresas requieren esforzarse por reducir su huella ecológica reinventando sus productos y procesos. En relación a los mercados emergentes y con la finalidad de responder a las necesidades a largo plazo, las empresas deben evitar la colisión entre la creciente demanda de productos y la base física que cubre sus necesidades de aprovechamiento y desecho de residuos. A esta altura, el autor nos presenta un ejemplo ilustrativo de las consecuencias que pudiesen presentarse, de no introducirse los correctivos. Si China llegara a consumir petróleo al ritmo que lo hace Estados Unidos en la actualidad, necesitaría más de 80 millones de barriles por día, es decir, seis veces más de lo que se produce en el mundo en este momento. Por tanto, el desarrollo sostenible de los mercados emergentes dependerá de la capacidad de las empresas para hacer frente a una demanda de rápido crecimiento, sin reproducir las prácticas anticuadas e ineficientes de la economía de consumo.
En los mercados tradicionales, las empresas deben sondear las oportunidades que ofrece un enorme grupo de clientes potenciales cuyas necesidades reales apenas conocen, y esforzarse por desarrollar tecnologías, productos y servicios diseñados específicamente para el mercado tradicional.
Es por lo anterior, que Hart afirma, las multinacionales están llamadas a desempeñar un papel decisivo e importante a la hora de desactivar la bomba de relojería que se esta preparando, ya que cuando la gente esta desesperada, desencantada o se siente humillada recurrirá a cualquier cosa con tal de dar un vuelco a la situación. Es necesario tener presente que, los terroristas no nacen, se hacen, y en muchos casos son un producto de la pobreza y otras circunstancias. Se señala, que así como en el 2004, las inundaciones proporcionaron la excusa perfecta para sumar fuerzas, incluso que las facciones rivales se unieron para la ayuda humanitaria en Asia, la próxima ola debería constituir un esfuerzo orquestado para llevar de una forma mas inclusiva al capitalismo a la región. Es decir, una ola con capacidad de terminar con los movimientos insurgentes que resultan de la desigualdad, la pobreza, el aislamiento y la desesperanza. Las multinacionales y organizaciones como la OEA, ONU, Banco Mundial, BID y otras deben ofrecer una alternativa a las ideologías extremistas. Es por esa razón, que se afirma que el capitalismo se encuentra en una encrucijada de caminos.

Bibliografía:

Hart, Stuart: “Capitalism at the Crossroad: The Unlimited Business Opportunities in Solving the World’s Most Difficult Problems”. Editorial Wharton School Publishing: (2005)
El autor es una autoridad mundial en materia de estrategia empresarial de desarrollo sostenible y medio ambiente.