Ánimo

El diálogo es una vía inteligente y sensata para solucionar situaciones humanas conflictivas. El diálogo exige que las partes dialogantes cumplan las normas o reglas que lo rigen, incluyendo lógicamente el respeto y aplicación de lo que concluyan aceptando las partes. Se puede reconocer que el gobierno venezolano es ilegítimo, que ha cometido toda clase de delitos y atropellos contra el pueblo venezolano, lo que le anula la posible legitimidad; que no merece credibilidad, que hasta ahora no ha cumplido lo que ha prometido hacer, que ha incurrido en la traición de subordinar el país frente a Cuba, que no merece siquiera respeto, y que por el contrario merece toda la condena.

El gobierno venezolano a todos los niveles nacional, estadal y municipal, es como una persona cuya inmoralidad impide que sea reconocido, y mucho menos tratado,  por la gente, e incluso que esta pueda llegar a tener que protegerse contra el. La pésima catadura moral del gobierno venezolano, lo incalificable que es, determinaron que muchos venezolanos, incluyéndome, sostuvieran que no se debía dialogar con el gobierno, que no se podía confiar en que cumpliera algún acuerdo, y que se inclinaran por admitir escenarios de solución, concertados o no con el gobierno, electorales y no electorales, todos constitucionales.

Pero mientras cualquier persona puede prescindir de relacionarse con cualquier otra persona porque, a su juicio, se trata de alguien indigno, los ciudadanos de un país no pueden ignorar al gobierno, por cuanto es muy fácil apreciar que una parte muy importante de su existencia depende del comportamiento del gobierno.

El gobierno es como la presidencia, o el cargo más importante, de la junta directiva de la empresa que es el país, en nuestro caso Venezuela, cuyos accionistas somos todos los venezolanos. Cuando la empresa opera en forma negativa, muy especialmente cuando la gestión es muy perjudicial, como ha estado ocurriendo en Venezuela, los accionistas tienen la obligación de corregir el curso y deben cambar la junta directiva, a cuyo fin pueden reunir la asamblea general de accionistas para realizar este cambio, o pueden recurrir a la vía judicial cuando hay resistencia al procedimiento estatutario.

Esa asamblea general está constituida por los procesos electorales, especialmente la elección presidencial cuando se trata de cambiar al presidente de la república. La convocatoria de la asamblea conlleva una tarea conjunta entre los accionistas y la junta directiva.

Este proceso de convocatoria de una asamblea de una empresa es similar al proceso de diálogo o negociación que se debe dar entre el gobernó y el sector de ciudadanos venezolanos que constituimos la oposición democrática, proceso que debe concluir con la convocatoria de la asamblea correspondiente, es decir, la elección del presidente de la república, con el agregado de que la catastrófico que es el desenvolvimiento del país exige indiscutiblemente que la asamblea, la elección presidencial, se realice tan rápidamente como sea posible.

De paso, esta rapidez que significa la posibilidad de acelerar el cambio de gobierno y por ende de iniciar prontamente el proceso de rescate y recuperación general de Venezuela, contribuye a aliviar el inmenso reclamo de los venezolanos por la solución de sus calamidades y a aumentar el respaldo popular al proceso en referencia.

Sin embargo, debe estar muy claro que ni la rapidez que se exige, ni el respaldo popular referido, deben significar algún sacrificio de las condiciones y exigencias electorales que se requieren para asegurar y garantizar totalmente la legitimidad, transparencia y credibilidad del proceso electoral y su resultado. Obviamente se agrega la alta probabilidad de que el diálogo concluya sin que se alcance algún acuerdo entre las partes porque el gobierno, infundadamente, participa sin aceptar la posibilidad de perder el poder, y por ende no acepta alguna o algunas condiciones electorales que posibiliten su derrota electoral.

Esto último no significa totalmente que el diálogo no debió intentarse dado que lo vital que es cambiar el gobierno, lo vital que es una elección presidencial legítima que lo posiblite, justifica el esfuerzo, y por otro lado, porque el fracaso de la negociación y de la elección presidencial no clausuran la lucha del pueblo venezolano por su democracia y su libertad. Ya antes se hizo referencia a escenarios de solución, concertados o no con el gobierno, electorales y no electorales, todos constitucionales.

El gobierno puede manipular todas las instancias de poder que controla para impedir la elección constitucional, pero no puede impedir que los ciudadano venezolanos logremos la victoria en la lucha que nos imponen la Constitución, las inhumanas condiciones de vida de tantísimos venezolanos y nuestra responsabilidad con la historia de Venezuela.

El otro campo de acción que debe cubrirse es el relativo a la fortaleza de la oposición para derrotar al gobierno. Admitiendo que alguien no lo vea así, aquí se acepta que los venezolanos, particularmente los electores, que nos oponemos al gobierno, somos abiertamente más numerosos que los que lo apoyan, incluyendo aquellos cuyo respaldo no es completo porque dependa de algún beneficio indebido que se le pueda aportar.

En estas condiciones, la oposición tiene que capitalizar esa mayoría, incluso para derrotar electoralmente al gobierno, respecto de lo cual se reitera la convicción de la necesidad de realizar un diálogo sincero, responsable y verdaderamente patriota, para reconstruir, al menos durante el período transicional desde este momento hasta que Venezuela haya recuperado su capacidad y su independencia de acción, quizás dentro de unos tres años, la unidad nacional, verdadera y completamente democrática, incluyendo chavecistas disidentes, con un nuevo esquema organizacional que incluya a los partidos políticos con los diversos sectores de la sociedad civil, los accionistas de Venezuela, con un liderazgo genuino que no sea afectado indebidamente por aspiraciones particulares, que aunque puedan ser legítimas, deben subordinarse al mayor y urgente interés nacional.

Se considera que los partidos, la MUD, el G 4, el G 8, como se llame, están, y deben estar, hechos a esta nueva realidad venezolana, a la forma como son vistos y apreciados hoy día por la gente. Lo último es repetir que los escenarios de solución son electorales  y no electorales, pero si constitucionales.

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