Carlos Andrés Pérez, en blanco y negro

“He entrado a región delgada.
Todo lo que canta se reúne
a mis pies como banderas
que el tiempo inclina..”

Rafael Cadenas

Un balance de la obra de un ex Presidente, que hasta hace 18 años paseaba por Miraflores, no es fácil ni tan poco exacto. Como dice el poeta en el epígrafe se entra en una región muy delgada, No han pasado los años suficientes como para efectuar un inventario sereno y objetivo. No obstante lo anterior, hay elementos aquí y allá que pueden facilitar una aproximación al cometido.

Probablemente buena parte de lo negativo se encuentre en su primer período presidencial, caracterizado por el derroche, el comienzo del declive de la moral administrativa (cuestión que fue minando el sistema democrático instaurado en 1959 y que ha derivado en regímenes como el actual) y de una demencial carrera por el liderazgo continental y mundial.

Esta época tuvo aciertos parciales; se formó a través de un programa internacional de becas a un enorme contingente de jóvenes, a cuyo regreso no encontraron las oportunidades (simplemente no se trabajó en ello) y condiciones necesarias para ejercer sus profesiones, pasando (en muchos casos) a engrosar y enriquecer el conocimiento en otras latitudes.

Podríamos apuntar a favor de CAP, el desarrollo de VENALUM, el Plan IV de SIDOR y las nacionalizaciones del Petróleo y del Hierro, solo que muchos de estos aciertos fueron raigalmente atenuados por las prácticas partidistas, que generalmente demeritan en lugar de apuntalar.

No dejó de ser tumultuosa su segunda Presidencia (1989-1993), con una revuelta popular y dos intentos de golpe de estado, amén de una elaborada conspiración para eyectarlo del Palacio de Misia Jacinta, la cual resume admirablemente la periodista, Mirtha Rivero, en su celebérrimo libro, “La Rebelión de los Náufragos”. Habría que apuntarle a Pérez la visión y valentía que tuvo para echar adelante, junto a un grupo de jóvenes profesionales, un plan para recuperar al país.

Lo tristemente aciago y lamentable, por el atraso que generó su colapso, fue que no supo venderlo adecuadamente al país nacional, a ese colectivo que esperaba con adelantada fruición el retorno de una bonanza sin límites; paradójico, pero la enorme confianza que tenía en su propio liderazgo, se convirtió en su Talón de Aquiles. Su salida, aceptando sin crear mayores quebrantos a la República la decisión del TSJ y de las cúpulas de la inquisición partidista y de facciones, quizás fue el broche de oro del talante democrático de este político venido de Rubio, a ser uno de los actores fundamentales en la historia contemporánea de Venezuela.

En algunos años el balance habrá que reescribirlo. CAP aportó a su manera, sobre todo en su segunda administración quiso, sin éxito y con mucha resistencia en contra, enderezar entuertos, colocar a Venezuela en ruta, No lo logró. Lo estamos pagando.

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