Bipolaridad a la venezolana

Luis José Uzcátegui En la Venezuela petrolera a menos de dos meses de las elecciones presidenciales millones de pobladores, son movidos por dos ciclones emocionales: el miedo y la ilusión, y el candidato que acertadamente active estas funciones de la mente, ganará la contienda con mayor o menor facilidad.

El miedo es dominio del oficialismo. Lo llevan a su máxima expresión a través de mensajes agresivos, desplantes y chantajes que caen sobre la psiquis como peñascos que zarandean y aturden de tal forma que convierten a los países en infiernos. Todos los días insertan, a través de un gigantesco bombardeo mediático, la «incapacidad» para cambiar las cosas, pues la propaganda y promoción oficial hace dudar a cualquier ser pensante si su realidad, al ver la tragedia en que se ha convertido el país, es cierta o está equivocado. Se deshumaniza al adversario y la meta final con esta estrategia totalitaria para embarcar a los pueblos como reses que llevan al matadero es la socialización del miedo.

La ilusión es dominio del candidato y grupo opositor. Es un trabajo de artesanía y modernidad al fomentar emociones vinculadas con trabajo, respeto, dignidad y equidad. Es la ilusión usada como bandera de libertad y para tenerla no se debe condicionar a ser súbdito ni esclavo de persona, proyecto, revolución, etc. Es una forma de amor de ida y vuelta. Un dar y recibir sin la amenaza atroz de la violencia. Es un ejercicio de inteligencia personal y colectiva. Es el triunfo de la pedagogía democrática porque fracasó la demagogia populista.

Pero la mentira y la verdad -sin poder evitarse- permiten mezclar emociones. Se vende ilusión macabra, cuando el presente y el futuro económico, social y político están supeditados a odiar a los otros para ganar comicios. Se construye un relato de vida que busca la muerte de los adversarios políticos, signados por ellos en «enemigos», lo que se convierte en el férreo dogal psicológico que los tiranos usan para apretarle el pescuezo a la gente.

Por otro lado, la ilusión cierta genera el miedo creativo y necesario para defenderse del mal y del reflejo condicionado que forja la falsedad. Es el miedo que se transforma en coraje sólido para defender elecciones, en rabia resolutiva, en fuente de sabiduría que no se deforma con los miedos que siembran los mentirosos y dictatoriales.

Dirección-E: @LuisJUzcategui

Fuente: http://www.eluniversal.com/opinion/120816/bipolaridad-a-la-venezolana