Bolívar, El Libertador

El Libertador, en una frase resumió su ideario, ajeno a las injusticias y a las deformaciones ideológicas: «Son derechos del hombre: la libertad, la seguridad, la prosperidad y la igualdad. La felicidad general, que es el objeto de la sociedad, consiste en el perfecto goce de estos derechos».

El procurar estos elementos desde el gobierno, en el ámbito de la sociedad, es el objetivo deseado de toda administración, construyendo para ello sanos vasos comunicantes entre los ciudadanos, elaborando planes concretos, escogiendo equipos idóneos y honestos para su adecuada implementación, tendiendo puentes, creando atmósferas positivas, donde crezcan nuevas y variadas alternativas que enriquezcan los horizontes y apalanquen el futuro.

¿Por qué resulta tan utópico, frustrante y complejo, articular este precepto de Bolívar en estas tierras, sin que se tiña cualquier movimiento, volviéndolo paralizante y se cercene la obtención de los deseados resultados?.

En la respuesta descarnada a esta pregunta, puede encontrarse una de las claves de nuestro destino como pueblo, pues en la medida en que no obtengamos las cuotas necesarias de libertad, seguridad, prosperidad e igualdad, seguiremos estrujando la memoria del Padre histórico, contra los anhelos y dolores de un colectivo irredento.

Seguiremos explotando su figura para quemarla en el altar de las apetencias de poder, continuaremos mancillando ese sueño del Libertador de vernos dignos, prósperos e independientes.

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