Cambio social e inversiones éticas

“El cambio social implica la modificación o la transformación de estructuras de diversos tipos pertenecientes

a un conjunto poblacional”

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El cambio puede aplicarse a numerosos aspectos de una sociedad. Aunque normalmente se lo relaciona con cuestiones económicas-políticas, también puede y debe aplicarse a cuestiones culturales, éticas e identitarias -procesos de identificación de un grupo humano- de una comunidad. Por ejemplo, los cambios en los estilos de gobierno -el gran sueño de la mayoría de los venezolanos demócratas-, la evolución de los programas económicos, la variación en los sistemas de costumbres, las modificaciones en los modos de representar culturalmente la realidad, la alteración de los valores de comportamiento y los cambios identitarios intrínsecos de una sociedad son todos claros patrones de cambio social, a pesar de que algunos se desarrollen más fácilmente y sean más visibles que otros.

Este cambio social puede expresarse de numerosas maneras, desde elementos superficiales y en constante desarrollo, como hasta en estructuras de arraigada tradición. Las razones por las cuales se puede dar el cambio social son de variadas índoles y pueden además ser explicitas o implícitas, voluntarias o involuntarias de acuerdo al tipo de población y a elementos externos a la misma.

Madurado por los primeros sociólogos de la historia, con Auguste Comte a la cabeza, el concepto de cambio social siempre fascinó a los estudiosos de las sociedades ya que tiene que ver con la capacidad de una población determinada o de varias poblaciones que actúan al mismo tiempo, de varias estructuras de diversa importancia para acomodarse a diferentes momentos históricos de su existencia.

Se puede decir que la idea de cambio social posee en la mayoría de los casos una connotación positiva -el gran anhelo de la comunidad nacional es que Venezuela vuelva a ser democrática y libre- ya que implica la evolución y adaptación de una sociedad a las necesidades particulares de cada momento histórico. En este sentido, los grupos sociales progresistas y modernistas siempre verán con buenos ojos el cambio social hacia nuevas estructuras -este debería ser la visión de futuro de los líderes que desean un cambio positivo en Venezuela-. Sin embargo, para muchos sectores de la población, aquéllos que se denominan conservadores o reaccionarios, el cambio social puede ser visto como algo negativo ya que significa dejar atrás ciertos valores, reglas de conducta y formas de entender el mundo tradicionalmente aceptados como los más correctos sin importar el desenvolvimiento del conjunto social.

En la actual Venezuela se hace necesario cambiar radicalmente el fundamento de las grandes decisiones económicas-políticas-sociales que se han implementado en los dieciocho años las cuales no han sido exitosas. La  incorporación de  la ética en la concepción y adopción de dichas decisiones es necesario e indispensable, dado el profundo efecto transformador de la sociedad que tiene el poder influir en los tipos de actividades que se financian y, por tanto, en el tipo de sociedad que se desea construir. Existen distintas opciones de inversión y ahorro éticos al alcance de todos.

Los grandes valores de una sociedad tales como la paz, la protección medioambiental, los derechos humanos,… sólo se pueden conseguir si se implica directamente a la ciudadanía. No se puede pedir la paz e invertir en industrias de armamento, no se puede pedir justicia e invertir en empresas con explotación infantil, no se puede pedir un medio ambiente sano e invertir en empresas contaminantes o urbanizadoras. Estas últimas ideas y conceptos es lo que se requiere cambiar para que Venezuela vuelva a ser un país próspero y con mucha visión de futuro.

Incorporar la ética a las decisiones diarias de ahorro y de inversión tiene un gran efecto transformador, al poder influir de esta forma en los tipos de actividades que se financian y, por lo tanto, en el tipo de sociedad que se quiere  construir.

Los ahorradores, personas o entidades, deben ejercer su derecho a saber dónde se invierten su dinero. Por lo tanto las entidades financieras, o bien dejan de financiar actividades éticamente reprobables, o bien invierten sólo en proyectos con contenido social y/o ecológico que sean beneficiosos para toda la sociedad.

La inversión ética basa sus objetivos financieros en una inversión solidaria, moral y social; se trata de una realidad sólida, tanto cualitativa como cuantitativamente, y rentable, desde el punto de vista social como desde lo estrictamente financiero (¡se gana dinero!). Esta es la estrategia que se debe implementar en Venezuela, para lograr el cambio positivo que tanto se espera.

En las inversiones éticas se tienen en cuenta proyectos viables basados en el respeto a los derechos humanos, educación, salud, seguridad, protección del medio ambiente, ocupación laboral de disminuidos, desarrollo de proyectos en el Tercer Mundo y otros principios afines. Estas visiones de éxito y progreso se requieren ejecutar  en Venezuela, para llegar a la cima deseada.

Existirá un ideario ético donde se considerarán dos tipos de criterios a través de los cuales sirven para calificar las inversiones éticas:

• Criterios negativos. Aquéllos que excluyen inversiones en empresas cuyos ingresos o beneficios provengan de actividades contrarias a las convicciones del inversor. Por ejemplo, aquellas que obtienen beneficios de actividades como el comercio o producción de armas, el narco tráfico,  la energía nuclear, el alcohol, la explotación infantil o el deterioro del medio ambiente.

• Criterios positivos. Aquéllos que apoyan las inversiones -para que regresen a Venezuela los inversionistas nacionales, como a los internacionales- en empresas que contribuyan positivamente al desarrollo de las convicciones del inversor. Por ejemplo, actividades de protección del medio ambiente, uso de energías limpias, o fomento del bienestar y desarrollo de los empleados.