Carlos Delgado Chalbaud y la intrascendencia histórica en Venezuela (2)

Se dice que en su interior el héroe trágico lleva dentro de sí las contradicciones que determinarán su desaparición física.

Esa fatídica mañana del 13 de noviembre de 1950, Carlos Delgado Chalbaud, ciertamente personifica a ese héroe trágico que perece ante los dilemas del poder que no supo descifrar a tiempo, el engranaje que una vez dominó, lo arrastraría hasta ese piso de granza en la quinta Maritza, dónde su tímida trayectoria política terminaría, junto con su vida. Las contradicciones que lo llevaron a cumplir esa cita con la historia, se ven reflejadas en la propia naturaleza de su comportamiento, un carácter introvertido pero magnético, con determinación política pero dudoso en la acción, el francés más venezolano o el venezolano más francés, Delgado Chalbaud, evoca esa nostalgia que los personajes de ayer traen al presente, pero sin ese dolor de haberlos perdido en ese camino hacia la actualidad.

Nuestro héroe trágico, quien cumple 102 años de su natalicio en Caracas, es un extraño expediente que encierra múltiples lecturas y aprendizajes. Su caso, el del único magnicidio cometido en el país, es rico en conjeturas y en no pocas lecciones de esa cultura política que ha dominado una inmensa porción de nuestra vida republicana, y que incluso marca con saña las etapas previas a ésta. Desde su venida al mundo ese 20 de enero de 1909, su vida estará cargada de un compromiso innegable con la historia venezolana, perteneciente a una estirpe de hombres tan célebres como olvidados, Carlos, hijo de Román Delgado Chalbaud, se convirtió en hilo conductor de los acontecimientos más relevantes del siglo XX en nuestro país, sin realmente trascender en la mente de la colectividad.

El joven Delgado Chalbaud tenía sólo 20 años cuando abordó desde Europa el “Falke” que comandaba su padre para derrocar al Benemérito Juan Vicente Gómez, fue en ese viaje de apenas un mes y que terminó tan sombríamente que se reencontró con aquel progenitor hundido en La Rotunda, luego de haber sido el socio y compadre del dictador. En ese agosto de 1929 tiene el primer encuentro con la muerte, personaje que le visitará a ojos vista 21 años después en el agreste patio de una quinta en Las Mercedes. Son más de dos décadas que vierten en la nación otros hechos no menos importantes de nuestro accidentado destino como los son el 18 de octubre de 1945 y el 24 de Noviembre de 1948, par de golpes militares donde se zarandeó la embarcación que apenas tenía atisbos de democracia.

Esa misma ola indetenible que nuestro héroe logró avasallar, lo sumergió por última vez cuando menos se los esperaba, aunque la historia tiene su forma de reivindicar las acciones de los hombres, aún está en duda si esta podrá comprender el enigma que envuelve la presencia del comandante Delgado Chalbaud. No debió ser fácil para alguien formado en Europa y que había sido parte de dos golpes de estado, descifrar los modos necesarios para desandar lo hecho e hilar un tinglado que condujera al país a un sistema democrático, cauterizando las heridas de los resabios de los seguidores de los caudillos anteriores, de los depuestos acciondemocratistas, y de las apetencias de los que comenzaba a erigirse como futuros amos y señores del país. Esos golpes de ariete de los factores externos y las ambivalencias de una personalidad escindida, le brindaron a los oportunos autores intelectuales de su asesinato un cuadro propicio para convertirlo en héroe de la tragedia gestada desde muchos años antes y que continúa hasta nuestros días.

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