Cómo combatir las alergias

José Andrés Rodríguez – En España viven más de 10 millones de personas alérgicas y la cifra sigue en aumento. Las hipótesis sobre las razones de este incremento son varias. Se desarrollan menos infecciones que hace unos años y la memoria inmunológica parece olvidar que hay sustancias que no son peligrosas. Además, la contaminación contribuye a potenciar algunos alérgenos y cada vez más el organismo humano está rodeado de nuevas sustancias químicas que considera como enemiga Los medicamentos para mitigar los síntomas de la alergia son los antihistamínicos, corticoides y broncodilatadores. La alergia no se cura, pero hay un tratamiento que puede inducir tolerancia al alérgeno: la inmunoterapia, vacunas que se administran durante un período de tres a cinco años. El remedio más adecuado consiste en conocer qué tipo de alergia se sufre y cómo prevenirla. Por este motivo, ante la sospecha de alergia, siempre se recomienda consultar con el médico especialista.

Una alergia se desarrolla cuando el sistema inmunológico reconoce a determinadas sustancias (alérgenos) como peligrosas, a pesar de que no lo son, y experimenta diversos síntomas que dependen del tipo de alérgeno: picor de ojos y congestión nasal para la alergia al polen, problemas digestivos para la alergia a los alimentos o reacciones cutáneas para las alergias a los medicamentos. Cada una de estas patologías requiere un tratamiento concreto, por lo que es imprescindible conocer el origen de la alergia.

Alergia al polen

Casi ocho millones de españoles son alérgicos a algún tipo de polen, como el de las gramíneas, el olivo o el plátano de sombra. La primavera se predice difícil, siempre condicionada por la meteorología, para los 4,5 millones de alérgicos al polen de las gramíneas, según el Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología (SEAIC). Los expertos prevén concentraciones acumuladas de polen de gramíneas de más de 5.100 granos por metro cúbico de aire. Casi el doble que el año pasado.

La «temporada» comenzará en abril y se cree que a finales de junio los niveles de polen serán más tolerables. Sólo una primavera lluviosa o un calor atípico ayudarían a disminuirlos. Los alérgicos al polen de la denominada «zona seca» de la península (Comunidad de Madrid, Extremadura, Castilla-La Mancha y el centro de Andalucía) deberán extremar las precauciones. Las ciudades serán una «trampa» para los alérgicos, debido a la elevada concentración de ozono y a que el polen urbano es un 20% más agresivo que el de las zonas rurales. Por todo ello, el tratamiento se comienza 15 días antes del inicio de la primavera.

Huir del alérgeno

El primer paso para tratar la alergia al polen es detectarla, ya que es sencillo confundirla con un resfriado. La alergia puede prolongarse varias semanas o meses mientras que el resfriado apenas dura siete días o menos y la fiebre es más común que en el caso de tener alergia. Otro síntoma de esta sensibilidad es el agravamiento del malestar al salir al exterior, cuando se entra en contacto con el polen en suspensión.

El principal consejo es evitar salir a la calle, acudir a parques o permanecer cerca de jardines, en la medida de lo posible y, sobre todo, los días de mayor concentración de polen o de viento. Para mayor información, puede consultarse la web de la SEAIC.

Durante las primeras horas de la mañana (entre las cinco y las diez) y las últimas de la tarde (a partir de las siete), la concentración de polen es mayor. No obstante, por la noche, no es recomendable dormir con las ventanas abiertas y se debe circular en coche con las ventanillas cerradas, secar la ropa dentro de casa para evitar que se impregne de polen y evitar el humo del tabaco, insecticidas o perfumes fuertes, entre otros. Es aconsejable utilizar aire acondicionado, ya que la mayoría de los aparatos incorporan filtros que dejan fuera los pólenes.

Reacción a los alimentos

La alergia alimentaria es una reacción anómala a un alimento y afecta a más del 7% de la población. Los síntomas aparecen inmediatamente después de consumir el alimento. Los más comunes son reacciones cutáneas (dermatitis y edema de piel y mucosas), digestivas (dolor abdominal, náuseas, diarreas) y, menos frecuente, hinchazón de lengua o labios. En adultos, los frutos secos (sobre todo, el cacahuete), las frutas, el pescado y el marisco son los responsables de gran parte de estas alergias. No hay medicamentos ni vacuna, así que hay que acudir al médico para identificar el alimento culpable y excluirlo de la dieta.

Los ácaros del polvo

Los ácaros que viven en el polvo causan este tipo de alergia, cuyos síntomas más comunes son problemas respiratorios y picor de ojos y nariz. Es una de las más frecuentes. Sus hábitats favoritos son colchones, almohadas, alfombras, mantas, sofás, juguetes de peluche, etc. Así que es preferible que colchones y almohadas sean de goma espuma látex o de material acrílico. Estos microscópicos arácnidos necesitan una temperatura de 25 ºC y una humedad óptima entre el 70% y el 80% para reproducirse.

Por tanto, una de las medidas para hacerles frente es mantener una temperatura menor de 22 ºC y una humedad inferior al 45%. Lavar la ropa a más de 55 ºC también los elimina. Es necesario limpiar la casa de forma frecuente, con aspiradora y un paño húmedo, protegidos con una mascarilla; es mejor realizarla por la mañana y con las ventanas abiertas, para que la corriente se lleve los ácaros. El resto del día, de la misma manera que sucede con el polen, la ventanas deben permanecer cerradas y, en verano, el aire acondicionado con filtros de aire es una buena opción.

Animales y picaduras

Los gatos son los «culpables» más habituales de estas reacciones alérgicas, por la inhalación de productos derivados de su piel, pelo, orina o saliva. Los síntomas son picor de ojos, congestión nasal y problemas respiratorios. El mejor consejo es evitar el contacto con el animal pero, a veces, basta limpiar bien su hábitat y la casa, e impedirle entrar en el dormitorio o la sala de estar. Otros animales que también se asocian a alergia son perros, caballos, hámsters, cobayas y conejos.

Una de las menos frecuentes es la reacción a las picaduras de insectos, que afecta al 1% de la población. Sin embargo, sus síntomas pueden revestir gravedad. Son las picaduras de abejas, avispas, hormigas, arañas, mosquitos, garrapatas, pulgas y chinches las mayores culpables de estas reacciones. Las abejas y las avispas son los responsables de los síntomas más graves, como pérdida de conciencia y dificultades graves para respirar. Según el estudio realizado por la SEAIC, cada año mueren en España entre 10 y 20 personas debido a la alergia de su veneno y la mitad de las reacciones requiere atención en urgencias. El objetivo es evitar las picaduras. Para ello, en las salidas a la naturaleza hay que cubrir con ropa brazos, piernas y cuello y evitar el calzado abierto. Y si un insecto se aposenta en el cuerpo, no hay que intentar espantarlo.

NIÑOS Y ALERGIAS

Los niños pueden sufrir cualquier tipo de alergia, aunque las más frecuentes son las respiratorias (originadas por polen y polvo) y las alimentarias. Asimismo, el asma es la enfermedad alérgica más extendida en los más pequeños. La excesiva higiene en bebés y niños es, según muchos expertos, una de las principales causas del aumento de las alergias infantiles. Numerosos pediatras aconsejan no utilizar jabón (u optar por los neutros) más de dos o tres veces por semana al bañar a los bebés, y la lactancia materna como mínimo hasta los seis meses debido a que fortalece el sistema inmunológico. Por otro lado, los niños cuyos progenitores son alérgicos tienen más probabilidad de serlo. Si los dos padres son alérgicos, el porcentaje alcanza el 80%; si sólo lo es uno, el 60%.

La exposición a niveles elevados de polen durante la infancia, multiplica por tres el riesgo de padecer asma. Hay estudios que señalan que los recién nacidos que están en contacto con demasiado polvo o con animales tienen más probabilidad de desarrollar alergias. Nunca hay que medicar al niño sin prescripción médica, pues podría desarrollar hipersensibilidad al medicamento.

Las alergias alimentarias más comunes son a la leche, el huevo y el pescado en niños menores de 2 años; al huevo, en niños entre los 3 y los 5 años; y a las legumbres, los cereales y los frutos secos, en niños mayores de 6 años. Una estrategia para prevenirlas es retrasar (siempre bajo control médico) la introducción en la dieta de los alimentos potencialmente alergénicos para que el sistema inmunológico tenga tiempo de fortalecerse aún más.

TAMBIÉN A LOS MEDICAMENTOS

Las alergias a los medicamentos afectan alrededor del 5% de la población. Aunque cualquier fármaco puede ser alergénico, los más frecuentes son antibióticos, antiinflamatorios y analgésicos. Los síntomas más habituales son reacciones cutáneas, dificultad para respirar e hinchazón de labios. Ante la mínima sospecha, no hay que tomar más dosis de la sustancia en cuestión y acudir al médico.

Fuente: http://www.consumer.es/web/es/salud/problemas_de_salud/2010/04/02/192020.php