Como convertirse en un Experto

Cada día se hace más necesaria la acumulación de experiencia para enfrentar los retos que diariamente deben afrontar los diferentes profesionales, desde el artesano hasta el más encumbrado. Nuevas investigaciones muestran que el desempeño sobresaliente, es el resultado de años de práctica y entrenamiento deliberados, más que de cualquier destreza o talento innato. Las experiencias demuestran sobradamente que los expertos no nacen sino que siempre se hacen. Ya en 1985, Benjamín Bloom, profesor de educación en University de Chicago, escribió el libro seminal titulado ‘Developing Talent in Young People’, que examina los factores críticos que contribuyen al talento. Bloom hizo un profundo examen retrospectivo de la niñez de 120 competidores de èlite, que habían ganado competencias internacionales en campos que iban desde la música y el arte hasta la neurología y las matemáticas. Sorprendentemente, en su trabajo, Bloom no halló indicadores tempranos que podrían haber vaticinado el éxito de estos expertos.

Estudios posteriores han confirmado sus hallazgos, al demostrar que no existe correlación entre el coeficiente intelectual y el desempeño sobresaliente en campos tales como el ajedrez, la música, los deportes y la medicina. Sólo en los deportes las condiciones físicas, como talla y altura, resultan significativas.

De las investigaciones del profesor Bloom, lo que sí queda evidente es, que las diferencias individuales en el nivel de experiencia, se relacionan con diferencias en el grado y la calidad de la práctica. Evidencias constantes y abrumadoras demuestran que los expertos no nacen, sino que siempre se hacen. Estas conclusiones se basan en investigaciones rigurosas del desempeño excepcional, que utilizaron métodos científicos verificables y reproducibles. La mayoría de estos estudios fueron recopilados en ‘The Cambridge handbook of expertise and expert performance’, publicado el año pasado por Cambridge University Press y editado por K. Anders Ericson.

El trayecto verdaderamente superior, necesita paciencia. El desarrollo de una genuina experticia requiere lucha, sacrificio y auto evaluación honrada y, a menudo, dolorosa.

Quien quiera convertirse en un experto en su especialidad debe invertir, al menos diez años, para lograrlo y tendrá que invertir sabiamente ese tiempo, realizando una práctica “deliberada”, enfocada en tres tareas fuera de su actual nivel de competencia y comodidad. También necesitará un entrenador bien informado que, no sólo pueda guiarlo en la práctica deliberada, sino que también pueda ayudarle a autoentrenarse. Sobre todo si Ud. quiere lograr un desempeño superior como ejecutivo o como líder, debe olvidar los mitos que existen sobre los genios y que han hecho pensar a mucha gente que no pueden abordar el desarrollo de la experticia desde una expectativa científica.

La experticia verdadera debe pasar tres pruebas. Primero, debe conducir a un desempeño, consistentemente superior, al de los pares del experto. Segundo, la experticia verdadera produce resultados concretos. Finalmente, la verdadera experticia puede ser replicada y medida en el laboratorio. Ya lo dijo el científico británico, Lord Kelvin: “Lo que no se puede medir, no se puede mejorar”.

ELEMENTOS Y FACTORES QUE DEBEN CONSIDERARSE PARA EVALUAR LA EXPERIENCIA

Las anécdotas, los recuerdos y los eventos únicos, pueden resultar insuficientes, y con frecuencia engañosos, de la experticia. El reporte no es lo mismo que la investigación.

La verdadera experiencia se demuestra con un desempeño superior consistente y medible. Algunos supuestos expertos son superiores, sólo cuando tienen que explicar por qué cometieron errores.

No podrá mejorar constantemente sus decisiones, sin cantidades considerables de práctica, reflexión y análisis.

No se puede mejorar el desempeño adoptando nuevos y mejores métodos, al igual que un jugador de béisbol, no podría mejorar su average de bateo con sólo cambiar el bate.

La clave para aumentar la experticia, es la consistencia y los esfuerzos cuidadosamente controlados.

La experiencia no se obtiene mediante los sistemas de gestión del conocimiento. Disponer de información es relativamente fácil. Asimilarla puede resultar fácil también. Pero, en general, no resulta tan fácil convertir el conocimiento en acción.

Durante las décadas de 1950 y 1960, el profesor Roger Sperry, distinguido con Premio Nobel por su trabajo, llevó a cabo con el profesor Robert Ornstein, algunos asombrosos experimentos para estudiar la corteza cerebral. Pidieron a grupos de estudiantes que realizaran tareas mentales, tales como soñar despierto, calcular, leer, dibujar, hablar, escribir, colorear algunas formas y escribir música, y midieron las ondas cerebrales. Los resultados fueron reveladores. En general, la corteza cerebral reparte las tareas en dos categorías principales, según el hemisferio que corresponda. El lado derecho se ocupa del ritmo, la percepción espacial, la imaginación, la percepción de la totalidad (Gestal), la ensoñación, el color y la dimensión. El lado izquierdo, en cambio, controla las palabras, la lógica, los números, la secuencia, la linealidad, el análisis y las listas.

Recientes investigaciones sugieren, que todas las personas acostumbradas a utilizar un sólo hemisferio del cerebro, tienden a crear hábitos dominantes, favoreciendo las actividades controladas por su hemisferio favorito y descartan las tareas gestionadas por el otro hemisferio.

Posteriores investigaciones realizadas por el profesor Ornstein y otros expertos en el tema, revelaron que la fuerza o debilidad en la realización de algunas tareas, dependían más del hábito que de la capacidad mental real.

Las personas débiles en un área pueden, potenciarlas con la práctica y, paralelamente, mejoran en otras áreas.

Si deseas convertirte en un experto en tu especialidad, necesitas estudiar, investigar y desarrollar destreza en la práctica, consciente que todo cambia de manera vertiginosa.

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Bibliografía:
La Formación de un experto, K. Anders Ericsson y otros, Revista Harvard Business Review, Agosto 2007.

Tony Buzan; Tu Mente en forma. Urano, 2004