Como el Cangrejo

Venezuela está fuera de la CAN y con un ingreso cuesta arriba en el Mercosur

Es enteramente cierto que la salida del Venezuela de la Comunidad Andina de Naciones, CAN, fue un hecho inconsulto e irreflexivo, que no formaba parte de ningún proyecto nuevo ni coherente de inserción en las corrientes del comercio internacional contemporáneo, y que arrojaba por la borda una relación comercial significativa para la economía venezolana, que había costado largos años ir construyendo. El mismo carácter inconsulto y precipitado tuvo la solicitud de ingreso en el Mercosur, que ha significado hasta hoy la más ignominiosa y sostenida derrota de la diplomacia venezolana.

Esos pasos -unidos a las barreras administrativas y cambiarias al comercio que se imponen en Venezuela- han tenido costos para la economía del país. Se han perdido mercados para las exportaciones no tradicionales. Se han disminuido las ventas a países que presentan elevadas tasa de crecimiento del producto y del consumo. Se ha retrocedido en materia de complementariedad económica con países con los cuales son posibles proyectos conjuntos de integración productiva. Se ha retrocedido en materia de competitividad y de crecimiento de las escalas de producción. La pérdida de los mercados andinos es una de las causas del proceso de desindustrialización que ha tenido lugar en Venezuela en los últimos años.

Sin embargo, la superación de esos errores y de esos costos, no pasa necesariamente por un intento de volver atrás, como si la historia y la economía de esos países se hubiera detenido, y todos ellos estuvieran esperando nuestro regreso para reiniciar nuestro camino de conjunto. La verdad es que Colombia y Perú, los dos países de la CAN más grandes demográfica y económicamente, han dado pasos que cambian en forma sustantiva su inserción en el comercio internacional contemporáneo. Lo más relevante dentro de esa nueva situación, son los tratados de libre comercio firmados con China y con Estados Unidos, por parte de Perú, y el TLC próximo a ponerse en vigencia entre Colombia y Estados Unidos.

Serio Esfuerzo

Venezuela no puede, dada esa situación, pretender que puede protagonizar una reinserción tranquila en esos mercados, como si no hubiera pasado nada en los últimos cinco años. La reinserción de Venezuela en esos mercados, exigirá un esfuerzo muy serio en términos de incremento de productividad y de competitividad, pues debe, ahora, competir allí, de igual a igual -con las mismas ventajas arancelarias- con las mercancías chinas y norteamericanas. Todo ello es particularmente cierto, en lo que respecta a las exportaciones no petroleras de Venezuela.

Con el Mercosur, a su vez, siguen presentes las amenazas que significarían para Venezuela las exportaciones agropecuarias de todos y cada uno de los cuatro países que integran hoy en día ese pacto subregional, asunto sobre el cual nunca se ha terminado de definir una línea de defensa suficientemente coherente y consensuada.

Por todo ello no es tan fácil pasar a ser miembro del Mercosur, ni volver a ser miembro de la CAN. Pero, afortunadamente, los relacionamientos con ambos bloques no se definen en términos del todo o nada, ni tampoco en términos de optar por uno u otro. Es enteramente posible, dentro de las opciones que se han generado en la institucionalidad tanto de la CAN como del Mercosur, insertarse en ambos bloques, mediante el estatus de país asociado, lo cual implica que se negocian calendarios específicos de desgravación arancelaria -apropiados a la situación, a los intereses y a las sensibilidades de cada país- sin necesidad -por lo menos inicialmente- de plantearse el cero arancel recíproco e inmediato.

También el estatus de país asociado evita la discusión sobre el arancel externo común y permite ser asociado a los dos bloques al mismo tiempo, sin solicitar a ninguno autorización previa para pactar con el otro. Chile es un buen ejemplo, a nivel latinoamericano, de un país asociado tanto al Mercosur como a la CAN, y que ha llegado a niveles cercanos al libre comercio total con los dos bloques, mediante calendarios de desgravación adecuados a cada circunstancia. En esta materia, es un ejemplo que vale la pena analizar.

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