Competencias de un liderazgo motivador

 “Hoy, las empresas necesitan ser dinámicas para
ser competitivas y este dinamismo se consigue
con una mejora continuada, delegación de tareas,
formación de equipos y promoviendo
la creatividad y la participación”

M. Gross.

Líder es quien sabe potenciar lo mejor de cada uno de los seguidores, les ayuda a desarrollar sus capacidades y muy especialmente consigue entusiasmarles con el proyecto u objetivo que se quiera alcanzar.

Actualmente, para las organizaciones, el factor más importante para conseguir ser competitivas es su gente (su factor humano), su motivación y compromiso con la empresa. La falta de motivación y/o el descontento incidirán negativamente en la manera de tratar a la clientela (interna y externa) y en la obtención de resultados mediocres.

Competencias de un liderazgo motivador (potenciador, desarrollador y entusiasta).

1.- Ser un modelo a imitar. La gente presta más atención a lo que alguien hace, que a lo que ese alguien le dice que haga. Las personas que ocupan cargos directivos tienen que practicar en su comportamiento diario lo que predican (mostrando coherencia entre la teoría en uso y la teoría expuesta). Ser un modelo implica que la manera de hacer de uno tiene una enorme influencia en la manera de hacer de los demás. Por tanto, esta característica abarca todas las competencias que debe poseer quien lidera.

2.- Conocerse a sí mismo. Ha de reconocer sus debilidades para intentar paliarlas y potenciar sus puntos fuertes. No puede dirigir eficazmente a los demás si no ha aprendido a dirigirse y controlarse a sí mismo.

3.- Ser aprendiz. Estar abiertos siempre a aprender y desarrollarse (el camino hacia el éxito siempre está en construcción). Las personas que lideran piensan que deben fingir que lo saben todo para no perder prestigio. Precisamente, ésta es una parte esencial del modelo que predican, la apertura a nuevos sistemas, la innovación y la creatividad son la base para el desarrollo de cualquier organización actual y quienes fungen con tales  son los primeros que deberán apuntarse a “aprender” continuadamente.

4.- Disposición a los cambios. Quien ejerce un liderazgo eficaz trabaja inmerso en el cambio en vez de resistirse a él (porque es quien debe conducir el cambio que se necesita lograr; entonces, ¿cómo no estar abierto al cambio; es posible ser líder y cerrarse al cambio?: ¡imposible!). El cambio es la única constante en la actualidad y quien lidera debe aceptar como un reto el trabajar en continuo avance y aprendizaje.

5.- Tener visión. Quien busca cumplir un buen liderazgo tiene una visión clara de lo que puede y quiere conseguir la organización y la transmite. No se trata de mejoras incrementales, sino de saltos ¡cuánticos! (no sólo cualitativos ni cuantitativos!) hacia adelante en la práctica, en los procesos y en las posibilidades. Necesita para ello emplear  el intelecto lógico, la imaginación y la inspiración (la inventiva: creatividad futurista). Quienes ejercen un buen liderazgo tienen ideales para el futuro; estos ideales ayudan a desarrollar una dinámica de progreso y mejora hacia el objetivo.

6.- Ser consciente de la realidad presente. Para dirigirse hacia el ideal se ha de tener muy claro dónde se está situado en el presente. Reconocer los puntos débiles de un proceso, las dificultades y los medios de que se dispone, son elementos que han de servir para producir un desarrollo activo. La tensión que se genera y que redefiniremos como la energía que nos impulsa fuera de la “zona de confort” hacia una zona desconocida para lograr hacer realidad la visión, se llama “tensión creativa” definida así por Peter Senge. En ningún caso es provechoso considerar esta tensión como un motivo para rebajar los objetivos, pues esto llevaría a una regresión en lugar de un progreso: el miedo es el obstáculo mayor.

7.- Tener una escala de valores. Rasgos como la “integridad moral” y un “comportamiento ético” son valores que el grupo percibe como muy importantes a la hora de catalogar a quien busca liderar y en el instante de considerar quién será admitida como la persona que se seguirá.

8.- Utilizar el pensamiento sistémico. El pensamiento sistémico implica ser consciente de cómo funcionan los procesos y separar las causas de los síntomas. E. W. Deming decía que los problemas laborales eran debidos a los sistemas (es decir: maquinarias, insumos, procedimiento, etc.), no a la gente. Según Senge: la característica que define a un sistema es que no puede ser entendida como una función de sus componentes aislados. El comportamiento del sistema no depende de lo que cada parte está haciendo, sino de la manera en que cada parte se relaciona con el resto.

9.- Ser buen comunicador. Ser capaz de transmitir clara y congruentemente un mensaje. Expresarse de forma nítida y sencilla, de forma que los demás puedan comprender lo que se les dice y qué se espera de ellos.

10.- Pensar positivamente. Ver las posibilidades, afrontar los conflictos y los problemas como retos, tener una visión positiva de las cosas y buen sentido del humor ayudan a mantenerse centrado en los objetivos, a pesar de las dificultades.

11.- Ser entusiasta. Es una cualidad contagiosa que atrae a los demás y ayuda a soportar situaciones complicadas y a seguir confiando en lograr el éxito en lo propuesto.

12.- Ser inteligente. En realidad, las anteriores competencias pueden ser trabajadas y desarrolladas, son habilidades que deben buscarse intentar implementar para ser eficaz, pero ésta última se refiere a ser jefe de personas. Ahí es donde juega su papel la Inteligencia Emocional; la capacidad de comprender a los demás; saber qué les motiva, cómo operan, cómo relacionarse adecuadamente con tal conjunto humano, reconocer y reaccionar ante el humor, el temperamento, y las emociones de los otros, es el catalizador que propicia sacar lo mejor de cada miembro del equipo e impulsarle a la acción.

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