Concentración del ingreso y concentración de la riqueza

La concentración de la riqueza y la concentración del ingreso son cosas parecidas y que están bastante relacionadas la una con la otra, pero son, en su esencia, conceptos diferentes que apuntan a aspectos diferentes de la realidad.

Partamos con un ejemplo, que puede ayudar a aclarar las cosas. Puede suceder que Juan y Carlos tengan, cada uno, un ingreso igual a un millón de pesos al mes. Podríamos decir, en esas circunstancias, que entre estos dos individuos hay una buena distribución del ingreso. Más aún, hay una distribución igualitaria, que es lo más que se puede esperar en materia de distribución del ingreso. Pero puede que Juan tenga una casa propia, y Carlos no. Por lo tanto, el patrimonio de Juan es mayor que el patrimonio de Carlos. En síntesis, el patrimonio -o también podemos utilizar el concepto de riqueza – se refiere a la cantidad de activos que un individuo posee, mientras que el ingreso se refiere a un flujo de recursos que llega a manos de un individuo mensual o anualmente.

El patrimonio puede estar constituido por bienes cuyo uso puede proporcionar satisfacción o placer a su dueño, como una casa o un auto, pero también por bienes que le proporcionan ingresos, y allí se empiezan a relacionar ambos conceptos. Puede suceder que Juan tenga casas, yates o aviones, gracias a los cuales la vida se le hace sumamente grata. Pero si sus ingresos siguen siendo un millón de pesos, su ingreso sigue igual al de Carlos, aun cuando el patrimonio de Juan es mucho más grande. 
Pero si Juan, además de lo anterior, tiene como parte de su patrimonio, una fábrica de camisas y/o acciones de otras fábricas, entonces estamos en presencia de activos que proporcionan ingresos y, por lo tanto, la diferencia de patrimonio se convierte rápidamente en diferencia en cuanto a la recepción de ingresos periódicos. Tener elevado patrimonio ayuda, o incluso podríamos decir que conduce inevitablemente, a tener elevados ingresos. Tener elevados ingresos, a su vez, también conduce, a la corta o a la larga, a tener mayor patrimonio, pues lo menos que se comprará el que tenga elevado ingreso será una casa y un auto.  Y quizás una segunda casa y también un segundo auto y algunas acciones en la bolsa.    

Pero todo esto viene a cuento no por puras ganas de filosofar, sino porque en Chile existe una concentración del patrimonio extraordinariamente grande. Según datos recogidos por Lopez y Sturla, académicos de la Universidad de Chile, en un trabajo recientemente publicado, en Estados Unidos el 0.1 % de la población adulta concentra en sus manos el 20 % del patrimonio del país, mientras que en Chile el 0.07% de la población adulta concentra en sus manos el 34 % de la riqueza.

Dicho estudio también aporta los siguientes datos sobre la concentración de la riqueza o del patrimonio en Chile, en 2019:  hay 8.900 ciudadanos que tienen cada uno entre 5 y 100 millones de dólares de patrimonio, siendo el promedio entre ellos 13,9 millones de dólares per cápita. Al mismo tiempo, existen 263 super ricos, que tienen un patrimonio superior a los 100 millones de dólares, con un promedio entre ellos de 621 millones de dólares. En un país como Chile, donde hay niveles de pobreza tan elevados, es una vergüenza y una injusticia, que existan tales niveles de riqueza en manos de tan pocas personas.

Por ello, en el Parlamento está actualmente en discusión un proyecto de ley destinado a poner un impuesto, por una sola vez, de 2.5 % de su patrimonio, a todos aquellos que se pueden calificar como ricos y super ricos. Ojalá que en esta oportunidad el Gobierno no se juegue, al igual como hizo con las AFP, para que esos ricos y super ricos no sean tocados. La lucha contra la pandemia y contra la crisis económica en que nos encontramos requiere altas dosis de recursos económicos. Un impuesto de esa naturaleza implicaría actuar, en el campo de la política económica, de acuerdo al viejo principio – mil veces repetido, pero no siempre respetado – de que los que tienen más, tienen que aportar más.