¿Cuánto más tenemos que equivocarnos?

La detención del Alcalde Mayor, Antonio Ledezma, ha estado signada por el atropello y la violación de sus derechos constitucionales, y al mismo tiempo, marca la decisión gubernamental de cruzar la raya amarilla, al imponer prácticas de un Estado policial, cuyo método es establecer el delito de opinión, aterrorizar la disidencia y contener la protesta social.

Este hecho mayúsculo, precedido desde 2013 con destituciones de diputados, prisión a manifestantes, las 43 muertes de la protesta 2014, persecución y detención a trabajadores, determina de una vez por todas, la necesidad de una dirección política a la altura del trance más complicado de nuestra historia republicana.

¿De qué está urgido un país sediento de democracia y hastiado de esta cáfila gobernante?  De una dirigencia responsable, que mida con coherencia y mesura, las propuestas para detener la destrucción nacional, ya que una mayoría de la población lo que observa perpleja es un casting mediático, donde desfilan por los medios, unos, proponiendo adelantar las elecciones, otros, la constituyente, y la infaltable propuesta de esperar hasta diciembre las elecciones a la Asamblea nacional, y otras tantas impublicables.  Entre tanto el régimen goza, una y parte de la otra, mofándose de todos los venezolanos.

Como plantea el silogismo maracucho: “perdóname, pero discúlpame”, desde 2006 luego de la abstención colectiva de 2005,  en 2007, 2008, 2010, 2012, 2013, se han pregonado las elecciones como única salida, y con el grito de “ahora sí los vamos a derrotar”, para luego de contabilizados los votos nuestra inefable dirección política, los abandona como si se tratara de una camainera beisbolera, para abordarlos comenzando de cero en el próximo lance electoral.

Dejando a un lado la decisión de millones de fieles votantes, quienes han puesto sangre, sudor y lágrimas en cada proceso, donde se han logrado victorias como la de 2D 2007, las presidenciales de octubre 2012 y 2013, al derrotar el ventajismo estatal,  no hubo quien rematara a la fiera herida, privando luego el conformismo en el liderazgo y la frustración en la poblada.

El escenario electoral es uno de los espacios privilegiados que nos brinda la CRBV, para confrontar y superar esta pesadilla histórica que nos reprime diariamente; pero no es el único. Debe asociarse al escenario social, donde el tema económico acogota a cada familia venezolana, en cual el tema educativo, el empleo y el salario, el mantenimiento de fuentes de empleo privadas, son fundamentales para incorporar al conjunto de sectores sociales.

Ello requiere, como dice el viejo adagio: “comenzar desde el principio”, acordar una propuesta política unitaria para afrontar la crisis económica y social, que condena nuestra condición de vida, como punto de partida de una dirección colectiva, donde los partidos son una parte, no el todo; lo que llama Fernando Mires un ‘Frente Nacional por la Democracia’, así se superó a las dictaduras en el mundo. Andar sacando cuentas mezquinas de ‘cuántos diputados me tocan para ser el primer partido’, es una maldad imperdonable.

(*) Movimiento Laborista

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