Cuatro principios empresariales (II)

En el caso que nos ocupa, se plantean posiciones opuestas al pensamiento de Carlos Marx, quien asumía que el valor de un producto es el resultado de la cantidad de trabajo socialmente necesario incorporado en su proceso productivo. En los años posteriores, este concepto fue abandonado, porque los estudiosos posteriores del tema encontraron que el valor no se encuentra en la oferta de bienes y servicios, sino en su demanda. En otras palabras, no son los productores los que valoran los productos, sino los consumidores, y esta valoración se realiza en función de sus necesidades y en función de la disponibilidad de su oferta en el mercado. Por tanto los productos y servicios que ofrece una empresa vale lo que la gente esta dispuesta a pagar, ya que si para los consumidores no poseyera un valor igual o superior a su precio, sencillamente no lo comprarían y por tanto no se colocaría en el mercado. Por tanto un producto o servicio debe representar para la empresa costos menores que permita un precio por el que la gente este dispuesta a pagar.

Para que una empresa sea rentable y cumpla con el primer principio, debe contar con procesos que generen valor. De esta lógica se desprende el segundo principio que pongo en consideración: los procesos deben generar valor. Si conceptualizamos a los procesos como el conjunto de actividades encadenadas en el cual ocurre un proceso de transformación Insumo Producto, se debe deducir que este conjunto de actividades deben estar diseñadas para contribuir a acrecentar el valor de los productos. Desde esta óptica cada actividad en la que se interviene en el procesamiento de los productos deben ayudar a que estos sean más apreciados por la gente, porque se acerca a satisfacer alguna necesidad, material o espiritual.

(*) Master en Administración IESA

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