Cultivando la fuerza de voluntad

El hombre se convierte en lo que él cree de él mismo. Si yo me mantengo diciendo a mi mismo que no puedo hacer cierta cosa, es muy probable que termine convirtiéndome en un incapaz de hacerlo. De forma contraria, si yo tengo la creencia de que yo puedo hacerlo, yo seguramente voy adquirir la capacidad de hacerlo inclusive si yo no pude hacerlo en el principio. Mahatma Gandhi.

Estamos comprometidos mientras se nos da la oportunidad de vida a estar atento y trabajar en pro de nuestro crecimiento personal, en todas las manifestaciones que este exige, como el caso de la Voluntad.
¿Qué tanto ha cultivado su fuerza de voluntad? ¿Ha sido perseverante en el cultivo de ella? ¿La ha puesto a prueba? ¿Por qué no ha logrado identificarse con su fuerza de voluntad? ¿Ha determinado el alcance de saber manejar su fuerza de voluntad?. Son algunas preguntas que ya deben tener repuesta, cuando se ha detenido a evaluar todo lo concerniente a la fuerza de voluntad.

Al respecto, nos señala Wikipedia, que Fuerza de voluntad, es el nombre que recibe la capacidad que tiene el ser humano de dirigir su voluntad hacia un objetivo, aunque para ello tuviera que privarse de algún hábito o necesidad. Muchos expertos creen que la fuerza de voluntad, la forma el carácter de la persona. Siendo la constancia, la capacidad de sufrimiento, la motivación y la reflexión; los elementos indispensables para un carácter con una amplia fuerza de voluntad. Es tener el valor de elegir y aferrarse a la decisión sin mirar atrás.

La Fuerza de Voluntad mide la determinación del personaje; no el valor exactamente, ni la conciencia, sino todo lo que lleva a la persistencia ante la adversidad u el esfuerzo que trasciende sus límites normales en un momento de crisis suprema. Este rasgo presenta dos valores: uno para el potencial permanente y otro que varía arriba y abajo dependiendo de las circunstancias.

Lo cierto, como nos lo indica, crecimientopersonal.suite101.net, la palabra voluntad deriva del latín voluntas, que significa «querer». Sin embargo, cuando se intenta definir la voluntad inevitablemente se acompaña del concepto de “fuerza”. Eso quiere decir que, más allá de la motivación propia, debe existir una potencia o energía suficiente para llevar a cabo los objetivos elegidos.

Y si bien la voluntad es un estado de ánimo que impulsa a hacer determinadas cosas, no alcanza simplemente con sentirla dentro. Desde definir las metas que se quieren lograr, hasta trazar el plan que lleve a ellas, las reglas que rigen la voluntad son tan implacables que, si no se cumplen al pie de la letra, el éxito pasará a ser un triste deseo insatisfecho.

Nos agrega artrev.8k.com , que para sortear cada uno de los obstáculos que se nos van presentando, necesitamos fuerza de voluntad. En todas las resoluciones difíciles que deseamos llevar a la práctica, nos hace falta una fuerza interior que nos impulse a enfrentarnos al reto y a no cejar en nuestro propósito. Pero con muchísima frecuencia nos quedamos a medio camino y nos lamentamos: Es por demás: me falta fuerza de voluntad».

La verdad es que la fuerza de voluntad no constituye una característica inmutable con la que se nazca o con la que no se nazca. Al contrario: es una habilidad que podemos desarrollar y robustecer de manera que, con la mira bien enfocada, nos ayude a lograr nuestras metas.

«Entre los muchos poderes internos del ser humano, destaca por su importancia el inmenso poder desaprovechado de la fuerza de voluntad», escribió hace 25 años el psicólogo italiano Roberto Assagioli. «La voluntad disciplinada es un arma formidable», añade Alan Marlatt, psicólogo que está llevando a cabo estudios sobre la forma en que la fuerza de voluntad ayuda a las personas a romper los malos hábitos y a cambiar su vida. «Algunos diccionarios definen la fuerza de voluntad como el control sobre los impulsos y los actos propios. Las dos palabras clave de esta definición son fuerza y control. La fuerza existe, pero hay que controlarla».

Se nos resalta, que la fuerza de voluntad, aplicada en lo positivo, nos ayuda a superar la inercia y a enfocar los pensamientos en el futuro. Cuando se le acumulen las dificultades, imagínese a si mismo gratamente ocupado en pos de su meta: esto lo estimulará a seguir adelante.

Decídase a cambiar. El catedrático de psicología James Prochaska ha identificado cuatro etapas en el proceso de un cambio de conducta; las denomina precontemplación (resistirse al cambio), contemplación (ponderar los pros y los contras del cambio), acción (ejercitar la fuerza de voluntad para llevar a efecto el cambio) y sostenimiento (activar la fuerza de voluntad para apuntalar el cambio).

Algunas personas son «contempladores crónicos», señala James Prochaska. Saben que deberían ingerir menos alcohol, pero se beben otra copa mientras meditan en ello. Quizá nunca pasen de la contemplación a la acción.
Para concentrar y movilizar sus esfuerzos, fíjese una fecha límite. A la maestra Marge Collins le preocupaba su sobrepeso. Sucedió que la eligieron presidenta de un organismo de acción social. Ni tarda ni perezosa, se compró un vestido caro, dos tallas inferior a la suya, y decidió bajar siete kilos en el plazo de tres meses, para estrenarlo y lucirlo en el almuerzo anual del organismo que presidía. Y consiguió su objetivo exactamente en ese lapso.

Por su parte Hibert Coca nos aporta, que para poder “entrenar” eficientemente la Fuerza de Voluntad se debe tener en cuenta tres elementos:
1. El Desear. 2. El Esperar. 3. El Creer

La fórmula “DEC”, como yo le llamo, es primordial para alcanzar una Fuerza de Voluntad que “desvanecerá” montañas ante usted.

Desear la meta:
Primero, uno debe desear una meta. Ya sabe lo que quiere, qué bien. Muchas personas quieren comer mejor, otros quieren mayores ingresos, algunos más, quieren tener una maestría y algunos otros, comprar un vehículo nuevo.

Estas personas que saben lo que “quieren”, pero que llegan hasta ahí, lo único seguro que tienen es que siempre van a saber lo que no tienen. Pero el desear va mucho más allá. Es desear con energía, desear con fuego, con el corazón y la mente.
“Quisiera tener un mejor puesto de trabajo y un mejor ingreso salarial, pero por lo pronto voy a descansar un poco antes de ponerme a trabajar”. ¿Ha oído esto antes? Eso no es desear, eso sólo es saber de lo que carece.
Desear es actuar con decisión, con trabajo, con esfuerzo. “Deseo tener un mejor puesto de trabajo y un mejor ingreso salarial; por eso tengo que ponerme a estudiar, a leer más libros, a trabajar con mejor calidad”. Eso es el verdadero “desear”.

Esperar la meta:
El segundo elemento de nuestro “kit de entrenamiento”, es el esperar.
Esperar no es sentarse a “ver qué pasa”. Las cosas no caen del cielo. Si espera que eso suceda, posiblemente lo único que le caiga de arriba será lo que los demás ya no necesiten o, con suerte, algo desagradable de un pájaro que vuele sobre usted.
Dicen por ahí que la oportunidad sólo llega una vez; sin embargo, las oportunidades están a la vuelta de la esquina.

Muchas personas caminan hasta la esquina, pierden la confianza y se regresan. Sólo unos cuantos deciden dar vuelta a la esquina y buscar la oportunidad. ¿Cómo actúa usted? ¿Busca la oportunidad preparándose para cuando llegue el momento, o sólo espera sentado cómodamente bajo la sombra del árbol de “no hacer nada”?

Creer en la meta:
El tercer y último elemento es la creencia. Creer que llegará el momento, que llegará el triunfo. No importa cuan difícil parece ser, no se rinda. ¡Adelante!
Desear, esperar y creer. Pruébelo.

No olvide, que La fuerza de voluntad se torna más dinámica cuando se aplica a propósitos positivos y estimulantes

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