De nuevo el servicio al cliente

Este es un tema inagotable. Muy fácil abordar en el papel, pero muy difícil “al parecer”, de corregir. Sobre todo si no hay disposición para ello.

Me voy a referir a tres casos, que seguramente hemos soportado las personas que vivimos en este país. El primero es el relativo a los aeropuertos en general y las líneas aéreas que viajan a Miami o a otros lares. En el caso particular, del aeropuerto Arturo Michelena en Valencia, en varias oportunidades, algunas veces de visita, llevando o esperando a alguna persona y otras de usuario, al momento de utilizar los baños, te encuentras con que no hay papel higiénico. ¿Y entonces para que se cobran los impuestos?

El segundo asunto es el relativo a la línea aérea Aeropostal. En el vuelo 511 del día 25 de octubre de 2006 Miami-Valencia, al llegar al mostrador en Miami y confirmar todo lo concerniente al pasaje, la empleada de Aeropostal pregunta ¿Cuántas maletas lleva?, dos (es lo permitido). ¿Cuál de las maletas es su prioridad para que llegue a Venezuela en el vuelo de hoy? Cómo?, Si tuviéramos que dejar alguna maleta, cuál elige. Es increíble. El argumento es, que si el avión va muy pesado, dejan algunas maletas y las entregarán luego (no especifican cuando es luego). Los viajeros que se trasladan a cualquier aeropuerto de Venezuela, porque allí es su residencia, se molestan, pero no pasa nada. Había personas que viven en USA, viajaban a Venezuela y luego seguían a Europa. ¿Cómo explicarles a esas personas que deben decidir cual es la maleta de su prioridad?. En las barbaridades que escuchamos, la supervisora explicaba, que desde hace dos semanas atrás estaban aplicando esa medida (dónde salió publicada la medida), se supone que deben avisar al pasajero, y que además, a partir del próximo mes solo se permitirán menos libras de peso. Si la línea aérea lo decide, tendremos que acatarlo o cambiarnos de empresa, el asunto es que hablan del próximo mes y parece que la norma la empezaron a aplicar por adelantado. Ni hablar de los baños del avión, estaban en pésimas, pésimas, condiciones, igual que si viajara en Venezuela por carretera y se detiene en un restaurante “0” estrellas.

Como todavía existen los milagros, las maletas llegaron, Pero, la maleta que “supuestamente” no era la prioridad, llegó con una etiqueta roja que dice SEPARACIÓN VOLUNTARIA, quien dijo que era voluntariamente, si obligan a decidir. Después en el aeropuerto, pudimos observar que el sobrepeso que estaban previendo al momento de entregar las maletas, era como consecuencia que el avión no había transportado las maletas el día anterior y debían traerlas en el vuelo que ya identificamos. En resumen, y como de costumbre las irregularidades, las ineficiencias empresariales son transferidas a los usuarios o clientes.

La otra situación, se observa en el Estadium José Pérez Colmenares. Por supuesto, es el único que existe y se cometen todo tipo de atropellos, inmensas colas, revendedores de entradas de todo tipo, incluyendo las que dan de cortesía para algunas Instituciones, vendedores de bebidas alcohólicas en la acera. Todo esto bajo la mirada complaciente de las autoridades (si llegan a pasar por allí), de esta ciudad.

Ahora se complica un poco más, porque en el estacionamiento del Estadium, no se pueden estacionar automóviles que no hayan comprado tickets por “abono” y se envían los automóviles (por sugerencia de los acomodadores del Estadium) como a un kilómetro del mismo, al estacionamiento de gandolas de Protinal. El mismo es de tierra, y tiene el valor agregado de; piedras, huecos, charcos y barro. Esto acompañado de una calle oscura por donde no vimos, ninguna unidad de la policía que pudiera resguardar nuestra integridad física y/o pertenencias. Esto es más critico en las horas nocturnas.

Cuál es la reflexión a todo esto, que hacer, a quien reclamar. Serán los empresarios capaces alguna vez de pensar en los usuarios. Llegará alguna vez la competencia para que podamos elegir lo que más nos convenga. Seremos los usuarios capaces de decidir algún día no ir al estadium varios días y pedir que se nos valore. Seremos capaces de parar un vuelo para que no nos atropellen impunemente.

Creo que depende de nosotros, pues, hasta ahora no se vislumbra la solución. Se habla y se escribe mucho al respecto, hay libros, se dictan cursos, talleres, etc., pero el servicio al cliente sigue siendo muy deficiente.