Desarrollo Humano y el Índice de Desarrollo Político

“La capacidad de gestión, tanto del sector público
como del privado, es una temática que merece
ser puesta en el foco de atención de cualquier país
que pretenda llegar a considerarse como desarrollado».

El “Desarrollo Humano” (DH) se puede definir como el proceso por medio del cual una sociedad mejora las condiciones de vida de sus ciudadanos a través de un incremento de los bienes con los que puede cubrir sus necesidades básicas y complementarias, y de la creación de un entorno en el que se respeten los derechos humanos de todos ellos.

Es la cantidad de opciones que tiene un ser humano en su propio medio para ser o hacer lo que él desea ser o hacer. A mayor cantidad de opciones, mayor desarrollo humano, a menor cantidad de opciones, menor desarrollo humano. El “DH” podría definirse también como una manera de medir la calidad de vida del ente humano en el medio en que se desenvuelve y así es una variable fundamental para la calificación de un país o región.

Actualmente, el paradigma del “DH” no cuenta -para su evaluación de las libertades humanas- con un instrumento que permita medir la dimensión política de estas libertades. Sin embargo, uno de los principales inspiradores de los estudios sobre “DH” ha sostenido reiteradamente que “una persona que no pueda expresarse libremente o participar en las decisiones y los debates públicos, aunque sea muy rica, carece de algo que tiene razones para valorar” (Sen: 2000). Entonces, si se acepta que el “DH” es “un proceso de expansión de las libertades reales de las que disfrutan las personas”, la evaluación de dicho desarrollo involucra de modo indispensable un análisis de las libertades políticas que disfrutan los seres humanos. Como establece el mismo Sen, aun cuando una persona “no tuviera ningún interés inmediato en ejercer la libertad de expresarse o de participar, se la privaría de sus libertades si no se le permitiera decidir sobre estas cuestiones. El desarrollo concebido como el aumento de la libertad no puede sino ocuparse de esas privaciones”; por lo tanto, “dado que las libertades políticas y civiles son elementos constitutivos de la libertad del hombre, su denegación es una desventaja en sí misma”.

Los estudios acerca del liderazgo político del siglo XXI, enfatizan que para ejercer exitosamente este tipo de liderazgo existen tres requisitos fundamentales: 1ro.) Ética (el deber ser): significa conseguir que cualquier sociedad se dé cuenta de sus problemas y se enfrente a ellos. De este modo, la responsabilidad de los éxitos y fracasos de los resultados de la gestión es responsabilidad absoluta y total del máximo líder. Cualquier proceso de liderazgo político democrático pide a los ciudadanos una labor de adecuación en lo referente a valores, creencias y conductas. Un líder político democrático está en la obligación de ofrecer puntos de referencia claros para poder reflexionar sobre las causas de los problemas y no sólo sobre sus síntomas; 2do.) Lógica (la aplicación apropiada del corpus de conocimiento): a pesar de todo, el mero idealismo y la orientación ética no bastan por sí solos para conseguir un liderazgo exitoso. Un líder democrático eficaz muestra una profunda familiaridad con la gestión de los métodos que le posibilitan la puesta en funcionamiento de su visión. Para ello, ya desde el principio de todo proceso de transformación, es necesario el desarrollo de una visión clara; y 3ro.) Grandilocuencia (excelente capacidad para comunicar ideas): el convencimiento sólo puede derivarse de la combinación entre competencia y relación emocional. Ésta última surge de la palpable entrega personal a un ideal político democrático. El profesor de Harvard Howard Gardner lo expone de la siguiente manera: “Quien desee liderar, influye en los pensamientos y los sentimientos de los grupos que integran la sociedad. La clave para ello es contar una HISTORIA CONVINCENTE”.

Los investigadores uruguayos D. Buquet y F. Traversa han aportado mucha información a esta innovadora relación como lo es: “El Índice de Desarrollo Político”, que en el abanico de las ideas expuestas por los antes mencionados investigadores existe la posibilidad de evaluar el desarrollo de las libertades políticas, a partir de la construcción de un instrumento sencillo, de fácil comprensión, y que demuestre su utilidad empírica. Para ello se ha elaborado un Índice de Desarrollo Político (IDP), que evalúa la situación de dos grandes dimensiones del desarrollo de las libertades políticas: a) las instituciones democráticas y su estabilidad; y b) el uso y la defensa de estas instituciones por parte de los ciudadanos.

Las dos dimensiones propuestas se corresponden con las que Dahl (1971) utilizara para operacionalizar su concepto de poliarquía. La competencia política será evaluada en términos de la vigencia de instituciones democráticas en el terreno electoral. Para ello, se ha de tomar como insumo fundamental el Entorno de Desarrollo Integrado (IDE siglas del inglés, Integrated Development Environment), propuesto por el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. 2003), al que se agrega una evaluación de la estabilidad de estas instituciones con el correr del tiempo. Así, la participación se interpreta como el involucramiento de la comunidad con la democracia en el país y se evalúa -entonces- la efectiva participación de los ciudadanos en los asuntos públicos, y las actitudes y valores que al respecto manifiestan.

En este sentido, la libertad de las personas no es sólo la libertad negativa que implica su protección ante cualquier intento de imponerle una forma de vida, sino la libertad positiva de participar en la concepción y adopción de las decisiones colectivas que implican al conjunto de la sociedad. Por eso, esta libertad se concreta en marcos institucionales democráticos, pero no se crea ni se elimina de un día para otro, sino que se construye (o se destruye) en un proceso de acumulación que realizan las personas en un marco normativo estable. En función de esta necesidad de involucrar la dimensión política al estudio del “DH”, se propone diseñar un índice que ilustre este componente. Si se acepta que el “DH” es un proceso de expansión de libertades (Sen, 2000), la dimensión política de este proceso involucra una expansión sostenida de las libertades políticas, entendidas como la posibilidad de opinar y participar en los procesos decisorios de una comunidad.

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