Desempeño logístico

El Banco Mundial elabora cada cuatro años un Índice de Desarrollo Logístico, mediante el cual pretende medir y comparar a 150 países en lo que respecta a  la calidad de la infraestructura relacionada con el comercio y el transporte, así como la facilidad de  contratar transportes a precios competitivos, la calidad de los servicios logísticos, la capacidad de seguir y rastrear los envíos y la frecuencia con la cual los embarques llegan al consignatario en el tiempo programado.

Todas esas cuestiones son de alta importancia en la competitividad internacional contemporánea. Cuando un país exporta una determinada mercancía, no solo está vendiendo un bien que salió de una fábrica con un precio y una calidad determinada, sino que está, además, ofertando en el mercado internacional toda la cadena de servicios que han sido necesarios para que dicha mercancía llegue al puerto del país de origen y finalmente al puerto del país de destino. Si los servicios logísticos que permiten que los bienes lleguen desde la puerta de la fábrica hasta la cubierta o la bodega del barco, en el puerto de origen,  son malos, lentos y caros, entonces la mercancía se encarece y pierde los niveles de competitividad que pudiese haber ganado con la productividad, la innovación o la disciplina laboral en el proceso directo de producción. 

Una mercancía puede ser producida con la tecnología más moderna, con los empresarios más eficientes e innovadores y con la mano de obra más laboriosa, motivada y disciplina, pero eso no asegura la competitividad y el éxito exportador. Es el conjunto de la cadena de producción y de servicios, hasta que la mercancía esté a bordo del buque, la que tiene que ser eficiente y competitiva. Hay que considerar, por lo tanto, la calidad de las carreteras y autopistas, el estado y la capacidad de los camiones, la calidad de los puertos y bodegas, el tiempo que se pierde en trámites burocráticos, la frecuencia de los barcos, la capacidad de los barcos como para arribar a los puertos en los plazos previamente establecidos, y la capacidad de los operadores logísticos de rastrear en tiempo real el lugar y el estado en que se encuentra cada mercancía o conjunto de las mismas.

En el Índice de Desarrollo Logístico, IDL, elaborado por el Banco Mundial, se califica la situación de cada país desde el 1, que es la situación más ineficiente, hasta el 5, que es la situación de mayor desarrollado logístico. En América del Sur, el país que obtiene la mayor ponderación en el IDL es Chile, que obtiene un puntaje de 3,17, seguido de cerca por Brasil, que obtiene un puntaje de 3,13. Argentina se coloca en tercer lugar con 3,05 puntos. Después viene Uruguay con 2,98, Perú con 2,94, Colombia con 2,87 y Ecuador con 2,78.   Bolivia -que carece de salida soberana al mar- tiene un índice de 2,61. En este indicador, desgraciadamente, Venezuela ocupa uno de los últimos lugares, con 2,49 puntos. Solo Guayana, en la América del Sur, tiene un desarrollo logístico peor que Venezuela, exhibiendo un índice de 2,33. Surinam no formó parte de la muestra.

Exportar petróleo no necesita de un desarrollo logístico de las mismas características que el que necesita el común de las mercancías.  Las necesidades logísticas para llevar el petróleo a puerto y para verterlo en las bodegas de los barcos tanqueros, son sustantivamente diferentes a las necesidades que tiene cualquiera de la mercancías no petroleras que exporta Venezuela. Además, el petróleo no gana ni pierde competitividad internacional si sus costos son más altos, pues igual su precio está fijado por otras circunstancias internacionales, que no dependen de los costos de producción y de embarque.

Si la perspectiva estratégica de Venezuela es seguir siendo un país en que el  90 % o más de sus exportaciones son petróleo, no necesita preocuparse mucho por la logística portuaria. Aun cuando para importar -y llevar las mercancías importadas al interior del país- se necesita la misma infraestructura logística que para exportar- solo que usada en sentido inverso- en el caso de las importaciones el mayor costo por ineficiencia lo paga el consumidor final venezolano, mientras que en el caso de las exportaciones el mayor costo termina por eliminar la capacidad misma de exportar, pues en el mercado contemporáneo el que no se preocupa por su competitividad, queda tarde o temprano fuera del mercado.

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