Después de la tormenta: la economía mundial y su nueva normalidad

Este es el resumen del artículo «Después de la tormenta: la economía mundial y su nueva normalidad» publicado en la revista The Economist.

Desde que la crisis financiera se desató, todavía no se vislumbra un panorama claro y plausible sobre qué rumbo tomará la economía mundial en los próximos meses o años. Es por ello que los empresarios siguen sin dejar a un lado su nerviosismo, clamando a gritos por un poco de estabilidad y predictibilidad; en otras palabras, normalidad.

Basándose en los últimos movimientos económicos y las estimaciones en cuanto a los precios accionarios y los niveles de crecimiento a corto plazo, la nueva normalidad de la economía mundial se presenta bastante alentadora: 1) la producción de las economías ricas ha dejado de caer, 2) los mercados bursátiles mundiales han repuntado considerablemente, 3) las finanzas corporativas están empezando a fluir. Es más, según el FMI, el PIB mundial podría expandirse en un 3,1% el próximo año.

Si bien todo esto suena muy favorecedor, la economía mundial está lejos de regresar a su actividad normal del pasado, pues las tasas de desempleo siguen disparándose y la capacidad de manufactura se encuentra aún inactiva. Por otra parte, los estímulos económicos otorgados por los gobiernos sirven como medidas temporales para dar un leve repunte al gasto de consumo y producción mundial, pero no evitarán el crecimiento de las deudas ni reforzarán el capital de los bancos, lo que impedirá recuperar la normalidad de la economía mundial.

Existen, sin embargo, dos teorías para la nueva normalidad de la economía mundial: 1) el crecimiento recuperará el ritmo que tenía antes de la crisis, pero sin tomar ningún auge, 2) el crecimiento permanecerá por debajo del nivel, pero con unos índices de inversión, empleo y productividad más debilitados.

Teniendo presente esto, los legisladores deben tomar medidas para evitar o suavizar los daños que sufrirán posiblemente las economías. Algunas de ellas son: 1) reforzar la demanda sin atacar las finanzas públicas, 2) mantener las fuentes de empleo, 3) fomentar la innovación, investigación y el comercio, 4) reequilibrar el gasto mundial, 5) ajustar los balances financieros gubernamentales, 6) descartar la aplicación de impuestos sobre los salarios o ganancias e imponérselos al consumo o a las emisiones de carbono, 7) combatir el desempleo sin afoscar los mercados laborales, 8) reemplazar las industrias débiles por las prósperas, 9) rediseñar la dependencia de las exportaciones, 10) reducir la intervención gubernamental.

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http://www.economist.com/opinion/displaystory.cfm?story_id=14548881