Dictadura de los Vehículos y Contaminación Ambiental

En insólito como las ciudades están convulsionadas de todo tipo de vehículos, hasta las mismas casas, calles, en donde se torna un estrés transitar en ellas, por las enormes colas que se presentan; no nos debe sorprender por tanto, como lo reseña el Equipo de Redacción EcoPortal.net, que en su mayoría, las grandes ciudades de Latinoamérica y del hemisferio occidental en general, han sido diagramadas, concebidas o bien adaptadas a las necesidades del automóvil.

Las calles, que en tiempos pasados se utilizaban casi exclusivamente para delimitar el espacio entre las construcciones y dar acceso a los edificios, en la ciudad moderna se han convertido, a medida que ha crecido la importancia que le hemos dado al automóvil, en contenedores de la circulación de vehículos, con un pequeño espacio extra a cada lado, para las personas.

Hemos alcanzado los límites del endiosamiento hacia el automóvil particular. Hemos convertido las calles de las ciudades en carreteras urbanas, le hemos ofrendado las plazas, los parques y muchos otros espacios, convirtiéndolos en lugares para estacionar. Hemos ensanchado calles a costa de sus veredas y hasta de viviendas. Los vehículos necesitan cada vez más y más espacio, y se lo damos.

Tèngase presente, que hoy en día la vida sobre el planeta se encuentra amenazada por el fenómeno del calentamiento global. Producido esencialmente por la emisión de gases de efecto invernadero. La contribución del transporte urbano a este fenómeno, que está produciendo el aumento en la temperatura media del planeta, es enorme. Y la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero, originadas por el transporte se producen en las ciudades.

Significativos son los datos siguientes: Quemar 1 litro de combustible supone emitir 2,4 Kg. de CO2. Así, cada persona que utiliza el coche para sus desplazamientos al trabajo (con un recorrido medio aproximado de 15 Km.) emite unas 2 toneladas de CO2 al año sólo por esta razón.
Mejorar la eficiencia de los nuevos automóviles, reducir sus valores de consumo y sus emisiones, incentivar el uso de vehículos que utilicen energías limpias, son sin dudas medidas positivas para reducir las emisiones de CO2 totales y, de paso, también la contaminación de las ciudades. Pero lejos están de ser suficientes.

Muy asertiva la opiniòn, de que las grandes ciudades deben encarar un cambio estructural, un cambio profundo en la concepción misma de la matriz urbana. Una ciudad moderna, pensada de cara al futuro y teniendo en cuenta la problemática ambiental del presente, debe reducir drásticamente el espacio asignado al automóvil.

Las ciudades en general, pero más imperiosamente las grandes metrópolis, deben readaptarse urgentemente, de tal manera que la premisa esencial sea la reducción de las emisiones de CO2 y demás gases de efecto invernadero.

El principal emisor de gases nocivos en las ciudades es el coche, por lo que es necesario adoptar medidas radicales para reducir su utilización. Se deben ofrecer alternativas viables para que quienes hoy utilizan el auto, lo reemplacen por otros medios de transporte menos contaminantes, como el transporte público o los medios de desplazamiento no motorizados.

El funcionamiento y ordenamiento urbano actual, aun no ha logrado adaptarse a las urgentes exigencias que nos propone el planeta.

Muy interesante la opinión, de que es hora de democratizar las calles, de terminar con la dictadura del automóvil; es hora de que las personas retomemos el control de los espacios urbanos, reduciendo el abusivo espacio ocupado por el automóvil y dejando lugar a otros medios de transporte mas amigables con el medio ambiente.

Se nos recuerda, que desde el 16 al 22 de septiembre se celebrò la octava edición de la Semana Europea de la Movilidad Sostenible, bajo el lema “Mejora el clima de tu ciudad”, con el objetivo de «modificar los hábitos» de los ciudadanos y promover «métodos alternativos de transporte». Más de 2.000 ciudades europeas programaron diferentes actividades. Una medida que se espera que los gobernantes latinoamericanos decidan imitar. Pero, como lo indica lainformaciòn senalada se debe exigir mucho más.

Una semana es importante, pero si nos olvidamos del tema las otras 51 semanas del año, nada cambia. Se debe exigir a los gobernantes una seria planificación para la readaptación de las ciudades y participar activamente en la discusión, implementación y control de esos planes. Y también readaptarnos nosotros mismos, cambiar nuestros hábitos, entre los cuales está reemplazar el automóvil por medios de movilidad menos contaminantes, eso debe ser una prioria, destaca el Equipo de Redacción EcoPortal.net

Definitivamente, tal como lo expresa Martha Meir, los vehiculos son veloces, voraces, devoran combustible y distancias. Sus ojos brillan de noche y desde lejos parecen estrellas. Descaradamente antidemocráticos, marginan sin reparos de su manejo a la niñez, a las personas de avanzada edad y a hombres y mujeres con incapacidad física. La ciudad es su imperio y las personas sus esclavas. Son los… ¡automóviles!, Dueños y señores de los caminos. Seductoras moles de lata convertidas en verdadero símbolo de nuestro siglo y que, pese a todo, son una gran victoria de la ingeniería. Maravillas de la tecnología que a fin de cuentas no son más que… ¡»ogros» de cuatro llantas!

Son cinco las principales clases de contaminantes del aire que «escapan» de los autos: el monóxido de carbono; los óxidos de azufre; partículas entre las que figura el plomo (que se acumula en el organismo, causando males renales, hepáticos, baja producción de hemoglobina e interfiere con las funciones cerebrales y nerviosas); óxidos de nitrógeno e hidrocarburos gaseosos. Estos dos últimos, al reaccionar con la luz solar forman la base del «smog», es decir los peligrosismos oxidantes fotoquímicos como el irritante y rojizo gas dióxido de nitrógeno; El líquido explosivo conocido como nitrato de peroxiactil; aldehídos y otros líquidos venenosos. Muchas de estas sustancias son reconocidas cancerígenos.

En los carros más modernos, a través de catalizadores, se transforma el peligroso monóxido de carbono en dióxido de carbono (o anhídrido carbónico CO2). Este compuesto no afecta directamente a la salud, mas se sabe, que precipita el temido «efecto invernadero». Para el caso de la llamada «gasolina ecológica», poco utilizada por su alto precio, su única virtud es que no libera el temible plomo. Al «gas licuado» se lo reconoce hoy como un combustible mucho más limpio que la gasolina o el diesel. Lamentablemente está elaborado a partir de una fuente no renovable. Ecológicamente hablando, el auto es una desgracia, así consuma poco combustible de fuente fósil. «Un automóvil que sólo consuma tres litros no es ninguna solución, sino una evolución absolutamente errónea que paralizaría toda fuerza innovadora», ha escrito el científico alemán Frederic Vester.

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marthameiermq.blogspot.com