Dinero Electrónico y Dinero Líquido

 

Se considera dinero líquido a aquel consistente en billetes y monedas constantes y sonantes emitidas por el órgano emisor de un país – generalmente, hoy en día, los banco centrales – que tiene la cualidad de ser de libre circulación y que permite cancelar todo tipo de deudas.

El dinero electrónico es, hoy en día, el dinero que no tiene una existencia física, sino que está constituido por asientos contables en la contabilidad de los bancos y sobre los cuales se puede girar por la vía de tarjetas de débito u otros mecanismos electrónicos que no necesitan en ningún momento la conversión a dinero líquido. El crédito bancario, generado y movilizado por la vía de tarjetas de crédito, es también un mecanismo electrónico para crear y posteriormente movilizar dinero sin existencia física.

En condiciones normales, el dinero líquido y el dinero electrónico se pueden convertir fácilmente, y sin costos, el uno en el otro, lo cual conlleva a que para todos los efectos prácticos se considere que uno es igual, en cuanto a valor y utilidad, que el otro.

Pero en la Venezuela actual se ha prácticamente eliminado la posibilidad de convertir el uno en el otro cuando y donde quieran los poseedores de dichos activos. El que tiene dinero en sus cuentas de ahorro o a la vista, no las puede convertir en dinero líquido. No se puede ir a un banco y emitir un cheque que le permita al titular de una cuenta sacar todo o parte de sus activos. Tampoco se puede sacar de los cajeros automáticos la cantidad que uno necesite de dinero líquido por la vía de debitar sus cuentas bancarias.

En la medida en que no hay conversión o arbitraje fácil y fluido entre el dinero líquido y el dinero electrónico, ambas manifestaciones del dinero, que antes se confundían en el concepto de liquidez monetaria, han pasado, en la práctica, a ser dos activos diferentes, con cualidades diferentes y con funciones de oferta y demanda también diferentes. Por ello, se ha roto la relación de 1 a 1 que siempre existió entre los valores de ambos activos.

Hoy en día el dinero líquido se oferta en muy pequeñas dosis por parte de los bancos, solo en taquilla, y nada por la vía de los cajeros automáticos. Su demanda, por otro lado, está dada por operaciones de baja denominación; transacciones entre personas más que entre empresas; o entre empresas y personas situadas ambas en el campo de la informalidad; y, en general, por operaciones comerciales en las cuales el vendedor carece de los famosos “puntos de venta”.

El dinero electrónico se oferta por parte de los bancos a todos los clientes que están en condicione de ser portadores de una tarjeta de crédito o de débito. Su demanda, a su vez, está dada por todos los venezolanos que optan libremente por esa forma de pago, más todos aquellos que careciendo de dinero líquido, tienen que hacer sus compras en aquellos lugares o comercios que tienen puntos de venta.

Los billetes -dado que las monedas han desaparecido en forma total y absoluta – y el dinero electrónico han pasado a ser activos diferentes y altamente incomunicados entre si en la economía venezolana actual. En esa medida, no es de extrañar que la relación uno a uno se haya roto, y que el dinero líquido, siendo más escaso, y teniendo una gran demanda, sea más caro, y que una unidad de dinero líquido tenga un valor superior a 1 en unidades de dinero electrónico. Más aun, la relación de valor entre dinero líquido y dinero electrónico queda sujeta a las fluctuaciones de la oferta y la demanda de uno y otro activo. Esta es otra de las cosas insólitas-  e inédita en otras partes del mundo – que se ha generado por obra y gracia de la actual política económica.