«Todo lo que sé con seguridad acerca de la moralidad y
las obligaciones, se lo debo al fútbol.»
Albert Camus, filósofo, novelista y portero francés.
Cuando la realización de un partido importante, de esos a los que tildamos en ciertas ocasiones, de vida o muerte, queda manchado por la sospecha de fraude o por la mínima sombra de duda, es difícil mirar atrás y no pensar que en la historia del deporte no todo se ha regido por la moralidad y el buen juicio.
Es justo afirmar que en toda actividad deportiva, sea de carácter individual o por equipos, no existan referencias que señalen irregularidades técnicas o malas decisiones de los jueces, que han inclinado, o mejor dicho, favorecido de alguna manera y en determinado momento, el triunfo de un equipo o atleta. Claro, dentro de estos antecedentes que se generan en el desarrollo de encuentros deportivos, es difícil no traer a colación el término duda razonable, pues debemos estar conscientes que los jueces y árbitros no son perfectos y que están propensos a cometer errores, unos más catastróficos que otros.
Si bien en los deportes individuales se han observado decisiones arbítrales dudosas, es en las disciplinas por equipo, como el fútbol, baloncesto, béisbol, entre otras, donde los escándalos por malas interpretaciones de lo jueces se hacen más frecuentes. Por supuesto, alguien pudiera afirmar que esto último se debe, por diferentes razones, como por ejemplo, los campos de juego son más grandes, por ende es mucho más terreno que cubrir, la cantidad de atletas es mucho mayor, hay más rapidez y mayor dinamismo en disciplinas de conjunto, en fin, cualquiera sea la explicación, a veces no basta para justificar un error arbitral.
Si hablamos del fútbol, vemos cómo, el historial de malas interpretaciones arbítrales se incrementa partido tras partido, ya que son innumerables las situaciones donde el silbato, ha contribuido directamente en el resultado y porque no, en el destino deportivo de una selección. Faltando un poco más de seis meses para que se de el puntapié inicial del Mundial Sudáfrica 2010, la FIFA y el Comité Organizador del evento, comienzan a cargar a cuestas la cruz de malas decisiones u omisiones arbítrales, pues el más reciente escándalo protagonizado por el arbitro Martin Hansson, de origen sueco, que dirigió el partido de repesca por el pase al mundial, entre Francia e Irlanda, abre la caja de Pandora en relación, a los cambios de algunas reglas del balompié mundial como las conocemos hasta ahora; como por ejemplo, la colocación de cinco jueces en el campo de juego para el Mundial del año próximo. Dicha norma, la UEFA comenzó aplicarla de manera experimental en la Liga de Europa, antigua copa UEFA, colocando auxiliares en los dos arcos en cada uno de los partidos, lo que permitirá al árbitro principal, según el ente rector del fútbol europeo, consultar con su auxiliar de arco, para que lo ayude en las jugadas desarrolladas en el área chica que son difíciles de percibir y sancionar.
Después de ochenta años de fútbol organizado, será difícil acostumbrar a todos los involucrados, a la regla de cinco árbitros, ya que existen opiniones encontradas en relación, si el fútbol debe hacer cambios puntuales en parte de su reglamento, o si bien, debe permanecer como hasta ahora, sin perder su esencia. Por supuesto, todo en relación al fútbol es debatible, pues pensar que la inclusión de dos auxiliares más, pueda trastocar de alguna manera esa particularidad que nos gusta tanto del fútbol, es no reconocer la realidad y la evolución que este deporte ha tenido de manera vertiginosa en los últimos tiempos, tanto en la velocidad, la técnica y las estrategias, aspectos que exigen de manera imperiosa, el avance de algunas reglas.
Haciendo un poco de memoria, no es algo nuevo que las malas decisiones arbítrales definan la historia de partidos importantes. Además del partido disputado recientemente por franceses e irlandeses, donde el protagonista fue Thierry Henry, al dormir con su mano el balón para realizar el pase que terminó en gol, también Diego A. Maradona fue tocado por la “gracia divina”, en el mundial de México 86 ante la selección de Inglaterra, hecho que acuñó el término “la mano de Dios”. Y si a dudas se refiere, encontramos el partido celebrado por ingleses y alemanes en la final del Mundial del año 66, donde se le dio un gol dudoso a los británicos, hecho que vino a engrosar el expediente que ha servido como argumento, para poder aplicar la regla de dos auxiliares en los arcos.
A fin de cuentas, gol es gol; pero, si se puede mejorar la manera de sancionarlos, hay que apoyarla; es decir, que exista un buen par de ojos más, que ayude al juez principal a interpretar mejor una decisión, amén de que esta norma, no dificulte ni degenere la esencia, y esa característica tan especial que encierra el fútbol, además, haya que tener presente que los partidos hay que jugarlos y ganarlos.
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