Discurso pronunciado por el Lic. Víctor León en San Cristóbal, con motivo de la Celebración de los 38 años de la II Promoción de Licenciados en Educación de la Universidad de Carabobo

ALTO! ALTO! debemos decir a la Historia. ALTO! debemos decir al tiempo. ALTO! debemos gritar a nuestra conciencia, para que nos permitamos analizar en toda su extensión, lo que significa casi cuatro décadas dedicadas a lograr el cambio en el ser humano, y su influencia para con el país.

Un 19 de Julio de 1968 prestamos juramento ante Dios, ante la Patria y ante la Universidad de Carabobo, de cumplir y hacer cumplir las leyes, reglamentos y decretos, que tuvieran que ver con la Educación y con nuestra Alma Mater. En ese Juramento nos comprometíamos a ser factor de cambio en nuestros educandos, en la manera de actuar, de pensar y de sentir. Vale decir, que nos comprometíamos a impulsar la cultura de la Participación, la cultura del Mantenimiento y la cultura del Seguimiento. Y partimos MENTE ERGUIDA, PASO FIRME, DESEOSOS DE SERVIR.

En ese año, se iniciaba en el país la etapa de la alternativa democrática con el triunfo de la candidatura del Dr. Rafael Caldera en las elecciones presidenciales. Y, al año siguiente, se inició la transformación del Sistema Educativo, dando paso a lo que se llamó Ciclo Básico Común y Ciclo Diversificado. Y, en los años subsiguientes, se logra la incorporación masiva de los Licenciados en Educación a los distintos niveles del sistema educativo.

Aquí cabe señalar, que muchos Licenciados en Educación ocuparon cargos como jefes de zona, jefes de región, directores del Despacho y hasta Ministros de Educación, coincidiendo este hecho con la creación de extensiones de las Universidades, creación de Tecnológicos, de Politécnicos y de Colegios Universitarios en todas las capitales y poblaciones importantes de cada estado. El Estado comprendió que tenía que dar participación a este sector de la educación, sin los cuales, difícilmente hubiera llevado a cabo estos programas. Esta cultura de la participación, que proviene desde esa fecha, es una conquista de nuestros gremios y que tenemos que defender, en momentos en que factores externos nos la quieren arrebatar, imponiendo culturas que han fracasado en muchos escenarios del mundo.

Vale la pena destacar también, que dejamos nuestra Universidad, no solamente satisfechos con la formación obtenida, sino comprometidos con mantener en alto los principios del derecho a la Patria Potestad, del derecho a la Libertad y del respeto por el derecho a la escogencia de la educación que tienen los padres para con los hijos, sirviendo el Estado como garante de estos principios y no como rector de los mismos; y teniendo en cuenta que la teoría se da, cuando se sabe todo y nada funciona y la práctica se da, cuando todo funciona y nadie sabe por qué. Esta cultura del Mantenimiento es la que ha servido para que proliferen los investigadores, para que se propicien los nuevos métodos de enseñanza y para que tengamos una sociedad más dueña de su propio destino.

Alguien dijo en una oportunidad, que el educador nace, no se hace. Al hacerle seguimiento a esta frase, salimos convencidos de su certeza, de su veracidad. El educador de por sí es un evaluador permanente que siempre está juzgando los logros en término de los objetivos planteados, y esto es lo que llamamos Seguimiento. Esta segunda promoción de Licenciados en Educación que ha tenido distribuidos sus integrantes, no solamente en los distintos niveles del sistema educativo, sino también en áreas diferentes, pero concomitantes, ha hecho su aporte importante para lograr estas tres culturas, y sigue haciéndolo por los distintos medios a su alcance. Por eso hoy repetimos el juramento que hicimos hace casi 40 años, y con un pequeño ejercicio mental que hagamos, desde el fondo de nuestra conciencia, vamos a oír la ratificación que en este momento hacen ante la solicitud del Gran Rector del Universo, nuestros compañeros Jorge Esteller, Efraín Pérez Pérez, Iván Venero y Doris Nayleth Burgos; y en honor a ellos, precisamente, debemos decirle que NO a los timoratos, a los entregados y a los que, sin razón, están propiciando la intervención de nuestras universidades.

Sin Universidades autónomas no hay progreso, sin Universidades autónomas no hay cultura, sin Universidades autónomas no hay investigación, sin Universidades autónomas no hay bienestar para el país, sin Universidades autónomas no hay libertad ni democracia. Ninguna persona, universitaria o no, ni ninguna otra institución, tiene el derecho a disminuir o menoscabar el papel de nuestras universidades autónomas. Las universidades pertenecen al pueblo, como pertenece el derecho a la Patria Potestad o a la Libertad. Las universidades son el pueblo cumpliendo la función de orientador o de formador. Y el Estado tiene la obligación de proteger a estas universidades, que son las generadoras de los recursos humanos que el país requiere, no solamente aportando los recursos que éstas necesitan, sino creando las mejores condiciones para que dichos egresados encuentren su ubicación correspondiente, y no suceda que nuestras instituciones estén formando profesionales para otros países.

Hace treinta y cinco años, un colega de la Universidad de Carabobo, Manuel Pérez Galán y yo, asistimos aquí en San Cristóbal a un foro que organizó la primera promoción de Licenciados en Educación Mención Evaluación (por cierto que nos sirvió de mecenas, en ese entonces, nuestro colega Pedro Roberto Rodríguez), y celebrábamos con gran satisfacción la alegría con que esos muchachos querían poner en práctica los conocimientos adquiridos en la universidad, para lograr modernizar el sistema de evaluación escolar. Estas son nuestras universidades. Este es el entusiasmo que despierta nuestra universidad que mientras más exigente sea, mayor será la garantía y la confianza del pueblo en sus egresados.

No entendemos, los universitarios de verdad verdad, cómo en pocos meses se están graduando de bachilleres algunos ciudadanos; y en poco más que unos meses se están recibiendo como profesionales en algunas instituciones que el Estado propicia. Esto es un atentado contra el propio pueblo – contra el Soberano – que es quien debe recibir los servicios de estos egresados. No nos oponemos a que el Estado tenga sus instituciones, siempre que éstas cumplan con los parámetros mínimos exigidos por los Standards internacionales.

He ahí el peligro que corremos en el país, si los universitarios y la gente del pueblo nos mantenemos callados y no nos atrevemos a utilizar los mecanismos de protesta que la propia Constitución Nacional nos otorga.

No estamos en contra de los programas sociales, tengan el nombre que tengan, pero creo que una dependencia extrema de la población, disminuye la capacidad intelectual y física de las personas, retrasa el desarrollo del país y crea una entrega indignante ante el gobernante de turno. Al igual que la frase archiconocida por nosotros, la gente quiere “que los enseñen a pescar y no que les estén dando peces permanentemente”. La gente clama es por oportunidades de trabajo, en donde con el sudor de su frente estén orgullosamente contribuyendo al sustento de su familia y al desarrollo del país.

Hoy que hemos ratificado nuestro juramento, tenemos que decirle al País que aquí estamos los universitarios y nuestras universidades, dispuestos a convertirnos en metáforas de piedra ante las adversidades, si llegan a presentarse.

Por eso, no solamente agradecemos, sino que celebramos actos como éste, ya que nos dan la oportunidad de hacer estos planteamientos y convocar por nuestro intermedio a este pueblo laborioso del Táchira para que estemos atentos por la defensa de la universidad autónoma, de la libertad de expresión, del derecho a la Patria Potestad, y de la participación en nuestro propio destino, entendiendo que la libertad es como la vida, que sólo la merece quien sabe conquistarla todos los días.

Por la orientación de nuestro padrino, Lic. René Boissiere Páez y de nuestro “Padrino Ejecutivo”, Lic. José Páez Fonseca, este grupo de colegas hemos tenido la oportunidad de encontrarnos permanentemente y conversar sobre estos y otros temas de interés nacional. Gracias a Dios y nuestra palabra de reconocimiento a ustedes dos, que han sabido motorizar nuestras actuaciones.

Lic. Pedro Roberto Rodríguez: Mejor idea no pudo ocurrírsele, ya que al propiciar este evento, en usted nos damos cuenta de que “el educador nace” y la universidad solamente lo ha perfeccionado, al proveerlo de los elementos necesarios para el ejercicio de tan noble misión.

A nombre propio y de los demás colegas, gracias, muchísimas gracias por habernos permitido, no solamente disfrutar del cariño del pueblo tachirense, sino también expresar estas ideas, que son los principios que han guiado nuestras actuaciones.

Como dijo nuestro querido Papa Benedicto XVI: “En la Evolución de los Términos, el Amor pasó a llamarse Caridad, la Caridad pasó a llamarse Paz, la Paz pasó a llamarse Justicia, y hoy en día la Justicia se llama Participación”.

Y para concluir, nada más apropiado que una frase del discurso del Papa Juan Pablo II en su visita a Venezuela: “UNÁMONOS LOS BUENOS, QUE LOS MALOS YA ESTÁN UNIDOS”.