EEUU y Rusia: de la rivalidad a la cooperación

Teresa Guerrero | Madrid – Si comparamos la carrera espacial con una competición, sin duda la Unión Soviética ganó los primeros partidos. EEUU tardó unos años en igualar la pugna y terminó por imponerse a los soviéticos. Tras la Guerra Fría, la fuerte rivalidad entre los dos países dio paso a una etapa de colaboración en la carrera espacial, hasta el punto de que podríamos decir que Rusia y EEUU juegan ahora en el mismo equipo. Con el paso de los años entraron con fuerza otros jugadores en la carrera espacial como los chinos y la Agencia Espacial Europea (ESA).

La URSS preparó y ejecutó en secreto la misión de Yuri Gagarin. El anuncio de que habían logrado enviar al primer hombre al espacio se produjo en pleno vuelo de cosmonauta, dejando perplejos al mundo en general y a los estadounidenses en particular, que estaban convencidos de que su rival era una potencia atrasada desde el punto de vista tecnológico.

El régimen soviético utilizó su supremacía en la carrera espacial como arma propagandística. La positiva imagen que proyectaba Gagarin, que recorrió varios países occidentales y se convirtió en una de las personas más famosas del mundo, contribuyó a mejorar también la imagen de los soviéticos en los países occidentales.

Durante los años de la Guerra Fría, la rivalidad entre EEUU y la Unión Soviética alentó enormemente el avance del sector aeroespacial.

A pesar de que las dos potencias disponían ya de la tecnología necesaria para conseguirlo, fueron los soviéticos los que en 1957 lograron poner en órbita el primer satélite, el Sputnik 1, ante la incredulidad de los estadounidenses.

Un mes después, la perra Laika –también soviética– se convertía en el primer ser vivo en viajar al espacio a bordo del Sputnik 2, una misión a la que no sobrevivió.

El viaje de Gagarin, ejecutado el 12 de abril de 1961 en secreto y anunciado al mundo en pleno vuelo, fue otro mazazo para EEUU, que veía cómo la URSS volvía a adelantarse por pocas semanas. La Vostok, la primera nave tripulada, combinaba un conjunto de retrocohetes con dos módulos: uno de instrumentación y otro de forma esférica, en el que iba el tripulante, y que era utilizado para descender a la Tierra.

Shepard, primer estadounidense en el espacio

Los estadounidenses enviaron por fin a su hombre al espacio el 5 de mayo de 1961. Alan Shepard fue el elegido para tripular la cápsula Freedom 7, que fue lanzada por el cohete Mercury-Redstone 3 desde Cabo Cañaveral. El viaje fue suborbital y apenas duró 15 minutos, pero fue precedido por una gran campaña mediática de la NASA.

Días después, el presidente J. F. Kennedy daba un paso más y anunciaba ante el Congreso su plan para llegar a la Luna antes de que acabara la década.

En agosto de ese mismo año, los rusos volvían a anotar un tanto consiguiendo que Guerman Titov pasara un día entero en el espacio a bordo de la Vostok 2. Hasta febrero de 1962, EEUU no logró equilibrar la pugna y llevar a cabo un vuelo orbital. John Glenn fue el piloto elegido para tripular la Friendship 7, en el marco del Programa Mercury.
Genios a la sombra

Pero las primeras misiones tripuladas de los años sesenta no hubieran sido posibles sin el ingenio de un grupo de hombres que, durante las primeras décadas del siglo XX, desarrolló muchas de las técnicas y principios que aún se aplican hoy en día. El ruso Konstantin Tsiolkovski, el estadounidense Robert Goddard o el alemán Hermann Oberth colocaron los cimientos de la cohetería moderna y contribuyeron a que el viaje espacial se convirtiera en una realidad.

Uno de los artífices de la supremacía soviética al inicio de la carrera espacial fue Serguéi P. Koroliov, conocido como el Diseñador Jefe de Ingenios Espaciales.

En los años siguientes, los ingenieros de ambas potencias siguieron introduciendo mejoras y probando nuevos vehículos para misiones de larga duración, como Gemini (EEUU) y Vosjod (URSS).

Comparado con Gemini, la célebre nave Apolo tenía un sistema de acoplamiento mucho más complejo que, por primera vez, permitió el paso directo de un módulo a otro. Las misiones a la Luna y los guionistas de Hollywood catapultaron a la fama a esta generación de naves.

La Soyuz y la estación Mir

A pesar de los dos accidentes mortales, uno de los grandes logros de los rusos ha sido la versátil Soyuz. El diseño de esta nave, que entró en servicio por primera vez en 1967, fue perfeccionado y sigue usándose en la actualidad, hasta el punto de que sigue siendo un referente para las naves del futuro. Su módulo de descenso, que aterriza desplegando un paracaídas, es el único elemento que vuelve a la Tierra.

Skylab, la primera estación espacial de EEUU, entró en órbita en 1973. Poco después, se lanzaba la primera misión conjunta de la URSS y EEUU. El proyecto fue bautizado Apolo-Soyuz, que tuvo que superar numerosos problemas técnicas, se hizo realidad en 1975.

La estación espacial Mir (1986-2001) fue el último gran proyecto de los rusos y la primera estación modular del mundo. La NASA terminó contribuyendo a su ampliación a principios de los años noventa.
Los ‘shuttle’ cumplen 30 años

Los complejos transbordadores fueron la solución ideada por la NASA para lograr una nave capaz de transportar grandes cargas y de regresar a la Tierra para ser reutilizada en gran parte. El primer vuelo de un ‘shuttle’ se produjo el 12 de abril de 1981, hace exactamente 30 años.

El último será este año, cuando está previsto que se jubilen el Endeavour y el Atlantis. La última misión del Discovery concluyó con éxito el pasado mes de marzo.

Tras consultar con un comité de expertos, el presidente de EEUU, Barack Obama, anunció el año pasado la cancelación del proyecto Constelación para volver a la Luna y el fin del programa de transbordadores, una polémica y criticada decisión que dejará a sus astronautas sin transporte propio a la Estación Espacial Internacional (ISS) durante algunos años, hasta que estén listas las cápsulas Orion.

El futuro de la carrera espacial

A pesar de que la situación actual es muy diferente a la de los años de la Guerra Fría, la idea de depender de los rusos para volar a la ISS no hace ninguna gracia a muchos estadounidenses. Algunas figuras muy relevantes, como los astronautas Neil Armstrong, Eugène Cernan y Jim Lovell que volaron a la Luna, criticaron públicamente a Obama por su nuevo plan para la NASA y advirtieron que tendrá «consecuencias devastadoras para el liderazgo de EEUU» en la carrera espacial.

Otros astronautas, sin embargo, apoyan la decisión ya que consideran que estos vehículos son peligrosos –el Challenger y el Columbia hicieron explosión en pleno vuelo– y es hora de sustituirlos por naves más seguras y versátiles.

El plan de Obama también contempla la entrada de empresas privadas en el sector espacial, que bajo la supervisión de la NASA desarrollan nuevos vehículos para transportar a los astronautas a la ISS y para misiones futuras.

Space X presentó la pasada semana un potente cohete espacial capaz de llevar a cabo un viaje de ida y vuelta a Marte en el futuro. Aunque durante sus primeras misiones enviará carga a la ISS, la empresa también espera que Falcon Heavy sea capaz de enviar a astronautas al espacio.

El próximo gran objetivo de la NASA será llegar a Marte o a un asteroide hacia el año 2035. Los chinos también han entrado fuerte en la carrera espacial y trabajan en nuevas misiones a la Luna. Sin embargo, los nuevos retos de la exploración espacial se perciben cada vez menos como un objetivo nacional y lo más frecuente es que las misiones estén compuestas por astronautas de varias nacionalidades. De hecho, la Agencia Espacial Europea (ESA), la NASA y la Agencia espacial rusa han llevado a cabo gran cantidad de misiones conjuntas en los últimos años.

La Estación Espacial Internacional (ISS), que desde que se inauguró en 2000 ha estado permanentemente tripulada y se ha convertido en el hogar de los astronautas en el espacio, es también el símbolo de la cooperación entre países que caracteriza la carrera espacial hoy en día.

Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2011/04/12/ciencia/1302604461.html