El 11 de septiembre se cumplieron 60 años de la Coronación Canónica de la Virgen de Coromoto como Patrona de Venezuela

Historia de la Aparición

Cuando se fundó el pueblo de Guanare en 1591, los indígenas que habitaban en la región, los Cospes, huyeron hacia la selva en el norte de la localidad. Esto dificultaba la evangelización que la Iglesia Católica Romana había emprendido. La aparición de la Virgen ocurrió en esta selva a la que habían huido los indios, el 8 de septiembre de 1652 (este sábado pasado se cumplieron 360 años de este hecho), donde la Virgen María se le apareció al Cacique de los Cospes, el indio Coromoto (y a su mujer), diciéndole en su propia lengua: «Vayan a casa de los blancos y pídanles que les echen el agua en la cabeza para poder ir al cielo», con esta frase la Virgen le pide a él y a su tribu que se bautizaran. Según la tradición oral, el cacique le relató lo sucedido a su encomendero, don Juan Sánchez, éste le pidió que en ocho días estuviese listo con la tribu para recibir la catequesis y el bautismo. Varios indígenas cospes se convirtieron y se bautizaron, pero no el cacique, debido a que no se sentía a gusto, pues ya él no era el jefe.

El indio Coromoto huyó nuevamente a la selva y en la madrugada del 8 de septiembre de 1652, aquella Bella Señora se le aparece de nuevo. El nativo le pide que lo deje tranquilo, y le dice que ya no le obedecerá. Entonces, se levanta toma el arco y la flecha para matar a la Señora, pero ésta se aproxima a él para abrazarlo. Acto seguido, al cacique se le caen las armas empuñadas. Entonces, toma por un brazo a aquella Dama para sacarla de su choza y en ese momento ocurre el milagro.

Ella desaparece, dejando en la mano del Cacique su diminuta imagen que el Cacique escondió y que su sobrino encontró para llevarla a donde Juan Sánchez, quien con dos de sus compañeros fueron al sitio de la aparición y recogieron la preciosa reliquia. Dieron parte a las autoridades civiles y eclesiásticas, quienes a pesar de no creerlo resolvieron llevar el pergamino a la Iglesia de Guanare en 1654, donde permaneció en un relicario hasta 1987, cuando fue incrustada en el pedestal de la imagen de madera que está hoy en día en el templo «Santuario Nacional Nuestra Señora de Coromoto», ubicado en la ciudad de Guanare.

Cuenta el relato que el Cacique Coromoto es mordido por una serpiente venenosa y vuelve a Guanare. Herido y a punto de morir, comenzó a pedir el bautismo, se lo administró un barinés, y al bautizarse, se convirtió en apóstol y rogó al grupo de indios Cospes rebeldes que estaba bajo su mando, que se bautizaran. Coromoto, ahora con el nombre cristiano de Ángel Custodio, murió en buena vejez.

Proclamación como Patrona

El 1 de mayo de 1942 la Virgen de Coromoto fue proclamada Celestial Patrona de Venezuela por el episcopado nacional, acuerdo que llevó a su aprobación por parte del Vaticano a través de un breve apostólico del Papa Pío XII, del 7 de octubre de 1944. Más tarde, en mayo de 1949, el mismo papa autorizó la coronación canónica de la Virgen de Coromoto, que se efectuó el 11 de septiembre de 1952, al cumplirse el tercer centenario de su aparición, y que el santuario de Guanare se elevara a la categoría de basílica. El Cardenal Arzobispo de la Habana, Manuel Artega y Betancourt, fue quien hizo la coronación en nombre del Papa Pío XII. El Papa Juan Pablo II la coronó nuevamente en su visita al Santuario mariano en Guanare el año 1996 y el Papa Benedicto XVI elevó en 2006 el Santuario Nacional de Nuestra Señora de Coromoto a la categoría de Basílica Menor.

La imagen de la Virgen de Coromoto que se venera en Guanare es una diminuta reliquia que mide 27 milímetros de alto por 22 de ancho. El material de la estampa parece pergamino o «papel de seda»; la Virgen aparece pintada de medio cuerpo, está sentada y sostiene al Niño Jesús en su regazo. Su apariencia es de ser dibujada con una fina pluma, trazada como un retrato en tinta china a base de rayas y puntos. La Virgen y el Niño miran de frente; erguidas sus cabezas coronadas. Dos columnas unidas entre si por un arco forman el respaldo del trono que los sostiene. Los restauradores que hicieron su trabajo en el año 2009 señalan que “Se dibuja perfectamente en uno de sus ojos, la imagen del indio Coromoto tratando de alcanzarla como lo dice la leyenda. La corona no es imperial sino de plumas, sus rasgos son más autóctonos, como de indígena. Lo que creíamos que es un trono, es el marco de la puerta de la choza y se ve una simbología indígena la cuál se está investigando. En la reliquia la Virgen aparece sonriente, y la tinta que la dibuja parece que fue impresa ayer».

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