El Banco Mundial hace un esfuerzo para desentrañar los secretos del crecimiento económico y la pobreza.

Recientemente fue creada por el Banco Mundial la “Comisión sobre el crecimiento y el desarrollo” integrada por 20 personas independientes con el propósito que durante dos años analicen los aspectos que realmente permiten impulsar el PIB de un país y especialmente, los que atañen a los países pobres.
La referida comisión estará presidida por el premio Nóbel de Economía Michael Spence y otras personalidades del mundo político y empresarial, tendrán como responsabilidad emitir un informe que se espera pueda convertirse en marco de referencia para descifrar los secretos del crecimiento económico y como hacerlo más equitativo socialmente.
En declaraciones emitidas a la agencia EFE el premio Nóbel de Economía señaló que descubrir esa preciada formula no es fácil, pero insistió que el crecimiento es la mejor arma para erradicar la pobreza. Y destacó además que, «Creo que es una estrategia totalmente errónea, el afirmar que en lugar de concentrarse en el crecimiento, lo importante es hacerlo en la reducción de la pobreza». Reafirmó que las estrategias que propician el crecimiento, permiten la creación de empleos, estimulan la actividad económica y benefician a los distintos estratos sociales.
Por el contrario, «es un gran error centrar la atención en aquellos con menos ingresos y saltarse a todo el resto». Pero también es grave, olvidarse del medio ambiente o de políticas que eliminen la desigualdad social.
A la pregunta de por qué América Latina, a diferencia de Asia, ha perdido el tren del crecimiento, Spence responde que «por algún motivo el crecer dejó de ser una prioridad». En algunos casos, los países hicieron demasiado hincapié en la estabilidad macroeconómica y en otros se plantearon objetivos más ambiciosos que reales.
Recuerda que el denominado «consenso de Washington». Ese conjunto de principios económicos que contó con la bendición del complejo político-económico-intelectual estadounidense y que despegó a principios de la década de los 90 buscaba ayudar a Latinoamérica a recuperarse de las crisis financieras de los 80. Pero la persistencia de la desigualdad y la pobreza extrema han generado un creciente rechazo a esas recetas en la región.
Spence no cree que esas medidas fuesen equivocadas, ni tampoco que no se aplicasen como era debido, sino que eran «incompletas» al centrarse en políticas macroeconómicas, fiscales y monetarias.
Marcó diferencias con esa teoría, ahora maldita, e hizo hincapié en que la suya no es una iniciativa de Washington, sino un proyecto que integran desde el gobernador del banco central chino, hasta la ministra sueca de Desarrollo Internacional, el ejecutivo de Citigroup Robert Rubin, y el ex presidente mexicano Ernesto Zedillo.
«Todos los miembros de la comisión creen que el aprender directamente los unos de los otros (…) sin la mediación de Washington, la OCDE u otro organismo es importante», insistió.
El hombre al que algunos bautizaron como «asimétrico» en honor a la teoría sobre la imperfección de los mercados que le valió el Nóbel cita como componentes importantes del crecimiento la intervención del gobierno y, también, la participación del mundo en desarrollo en la economía global.
«El gobierno no debe hacerlo todo, pero juega un papel muy importante tanto a nivel macro como microeconómico», indicó, para añadir que hay cosas que sólo el gobierno puede hacer como «regular y desregular los mercados y diseñar políticas comerciales».
Eso, dijo, no debe estar reñido con la apertura económica. Es más, resulta improbable que los países puedan alcanzar elevadas tasas de crecimiento si no se involucran en la economía global.
De ahí que le preocupen las crecientes señales de proteccionismo tanto en los países desarrollados como en desarrollo.
«No puedo pensar en un escenario peor», dijo Spence ante la posibilidad de que esa tendencia avance, aunque aseguró que por el momento la globalización sigue su curso, «pese a algún que otro bache en el camino».