El Baúl de Martina

“El baúl de Martina” es el título del cuadro cuya foto se anexa. El cuadro original tiene por dimensiones 1,0m x 1,5m; está hecho en acrílico sobre tela, y representa la triste historia de Martina.

Martina llegó a mi destartalado pueblo, cuando hacía yo la escuela primaria y élla era una anciana en su camino final. Pronto acaparó la atención de nosotros, los niños del pueblo, que no teníamos más diversión que imaginar historias; historias sacadas de las noches, sin más luces que las de las lamparitas de keroseno que, tímidas, titilaban a través de las burdas ventanas de las casas de bahareque; o sacadas del miedo a las ancianas, que nos parecían brujas peligrosas; o de las lechuzas que se posaban sobre nuestros techos de palma, iluminados por la luna; o de cualquier otro incidente trivial. Y, atando cabos, oyendo a escondidas conversaciones de los adultos, los niños construímos la historia de Martina que, hoy día, sesenta años más tarde, no sé si es el producto de la febril imaginación infantil, o de lo que fue una triste realidad.

Si la visión de la foto anexa intriga al lector, tal vez quiera conocer la historia de la anciana. La escribí en primera persona, como si todo me hubiese pasado sólo a mí, cuando, por supuesto, nos ocurrió a todos los niños del pueblo. La historia está en la página web dada al final de este artículo.

Mi pintura está llena de historias, escritas o no, como la de Martina. He hecho de esa pintura y sus historias, un medio de expresión de mis sentimientos, de esos sentimientos asociados a hechos del pasado.

Mi forma particular de pintar, y el acompañar mi pintura de relatos, constituyen mi proposición y mi investigación como artista plástico. Quiero, con éllo, establecer una comunicación fidedigna con el espectador. Que el espectador pueda acercarse, lo más que se pueda, a los estados de conciencia que, en mí, originaron mis trabajos. Mis estados de conciencia se pueden pintar, si es que ello es posible, con un colorido que me es propio; con una composición que involucra particulares usos de las claves tonales y de los ritmos y movimientos creados por líneas, tonos y colores; y por la ambientación dada a cada cuadro.

Debo decir, finalmente, que me es particularmente significativo hacer una pintura que, a pesar de lo, tal vez, extraña, es universal: Puede ser apreciada por cualquiera. En mi caso particular, me sentiría aislado de la sociedad que me rodea, si así no fuera. Reconozco, sin embargo, la perfecta validez de pintar sólo para ciertos sectores.

La página web a la que hacía referencia arriba es danilolaya.com y, en élla, bajo el número 13 de la galería de la página, está el cuadro “El Baúl de Martina” y su respectivo relato.