El chavismo en su laberinto digital

Luis Carlos Díaz – La definición de una hoja de ruta en materia tecnológica es importante aunque el país se encuentre anestesiado por las elecciones. Al parecer, ni el chavismo ni la MUD entienden el problema, al punto de no ver cómo les afectará en su campaña. Esto no es chiste. En las hogueras del año pasado rescatamos cifras que señalaban, que Venezuela tenía uno de los peores promedios en ancho de banda de Internet fija y móvil del continente. Eso nos pone a jugar en desventaja frente a iniciativas como las de Brasil, Argentina, Chile, Colombia, Uruguay y Perú, que a su forma se han puesto las pilas para entrar a la sociedad del conocimiento sin transitar una trocha.

El chavismo se enfrenta a la negligencia y al dilema de comprender, por las malas, que los problemas de infraestructura no siempre se resuelven a realazos. Hablar de conectividad cuando todavía hay apagones es una muestra de la convivencia de distintas capas de fallas. Sin embargo, el que desee gobernar debe saber recibir exigencias, y en este campo digital el chavismo enfrenta al menos cuatro dilemas que distorsionan la salida del laberinto en el que estamos metidos.

Se descuidó el decreto de “Internet Prioritario” del año 2000 y las consecuencias son estas coordenadas:

Foco 1: Confundir políticas públicas con campaña

“Esta es tu trinchera y tú eres un soldado con un tremendo cañón”, le dijo el presidente Chávez al facilitador de un Infocentro durante su inauguración en 2010. Cuando se usa dinero de la nación para fortalecer una política pública, se supone que debe ser para todos los venezolanos y venezolanas por igual. De esta forma, se han abierto infocentros, se dictan cursos de alfabetización digital, se regalan computadoras, se venden a crédito y se subvenciona el teléfono móvil de consejos comunales. Todos son méritos que tienen un lado humano interesante, pero se diluyen cuando dejan de ser esfuerzos neutros y se entienden como instrumentos para la campaña electoral.

Así se han juramentado grupos de “candangueros”, que defienden la hegemonía gubernamental desde las trincheras y cañones digitales del mismo estado.

Algo similar ocurre con el movimiento de software libre, un movimiento digno de apoyar, con una filosofía de trabajo que debería replicarse. Sin embargo en el momento en el que se discute, si el sistema operativo Canaima debe o no tener el sello “hecho en socialismo”, o la foto de Chávez en el papel tapiz de las computadoras, se desestimula el trabajo de muchos voluntarios que creen en el software libre independientemente de lo político. La experiencia nos indica que la gran ganancia es que la gente se apropia de la tecnología y no le para a la militancia, pero librar una batalla ideológica con los fondos del Estado es cuanto menos corrupción, y no se vale.

Foco 2: superar la incoherencia ideológica

El segundo foco es el del cinismo. No se puede acusar el consumismo, el materialismo y el capitalismo mismo desde un iPad, un Blackberry o una computadora con Windows. Es lo que hacen algunos líderes de la revolución, pisoteando el decreto de migración a tecnologías libres que se aprobó en 2004.
Hace días, según la prensa, el ministro El Aissami insultó a un twittero por la sencilla pregunta de por qué usaba un perolito del imperio de Steve Jobs.

En alguna ocasión el dúo de presentadores nocturnos del canal del Estado, VTV, dijo que si el Che Guevara podía usar un fusil de asalto gringo, ellos podían usar herramientas tecnológicas del Imperio. Lo decían ignorando que esos dispositivos pueden rastrear su ubicación y sus comunicaciones, lo que los hace vulnerables ante los entes oscuros que alimentan su paranoia.

Hay alternativas libres que deben explorar antes de adjudicarle a empresas “capitalistas” las licitaciones para equipos como los del censo o la misión vivienda, que contenían software privativo. El mismo Candanga le dio un pésimo ejemplo al pueblo cuando usaba Twitter desde un BlackBerry y no un celular soberano. En diciembre más de un empleado público raspó su cupo CADIVI electrónico para comprar en Amazon.

Están tan entrampados que no saben si apoyar la aprobación de la indigesta ley SOPA en Estados Unidos. Por un lado, serviría para acusar la tiranía de las industrias y por el otro. facilitaría aún más la acariciada idea de tener una red como la iraní. Propia pero de pensamiento único.

Foco 3: definir el modelo de desarrollo

Aquí hay decisiones que se deben tomar y que nos vienen retrasando. Venezuela no será uno de los primeros países de la región en pasar a la televisión digital, después de tardar en la selección del estándar japonés-brasilero. Asimismo se deben revisar las asignaciones de dólares a las empresas asociadas al mundo tecnológico para evaluar cómo se puede fortalecer un clima de mayor competencia y desarrollo. Si acaso se desea desarrollo. Esta semana fue reconocido el diseño de un computador de la marca venezolana Síragon, ¿por qué no tenemos muchas más iniciativas así?

¿Seguiremos usando la península de Paraguaná para ensamblar piezas chinas? Entendemos que si hay problemas con las cabillas, obviamente lo hay también con otros rubros más complejos. Sin embargo la definición en esta área modificará la industria tecnológica nacional de la próxima década.
Un poco más de paz y holgura para los privados, sumado a una apuesta radical por el conocimiento y la investigación desde nuestras universidades públicas podría cambiar radicalmente el mapa. Incluso hay que revisar los salarios de los profesores de computación en las universidades venezolanas. Pero en el laberinto del chavismo, empresa y universidad libre no caben.

Foco 4: mejorar la velocidad

Se anunció un servicio de Internet de 20 megas por segundos… pero en Argentina… y fue en 2007. 5 años después lo más rápido que ofrece CANTV en Venezuela es 10 veces menos que eso, y a una tarifa exageradamente alta (2mbps a BsF 400 el mes, US$ 93). Si esa variable no cambia, muchos puestos de trabajo que dependen de la conectividad, terminarán migrando a países más atractivos. Compare la velocidad promedio en Caracas (1,63Mbps) con la de Santiago de Chile (7,68Mbps) o Buenos Aires (4,78Mbps).

Nuestros cibernautas tienen la paciencia del morrocoy, pero en la era de Internet las revoluciones no deberían esperar tanto para que abra una página.

En esa trampa del Estado, de mantener el crecimiento de los usuarios conectados para condenarlos a la paciencia, la deuda se hace más grande y el laberinto se cierra.

Sitio Web: http://www.periodismodepaz.org/