El Cíclico devenir de la historia en EE.UU. (Segunda Parte)

En el caso de Obama y tras las acusaciones vertidas por los países árabes de una tácita complicidad con Israel en la «operación Plomo Fundido» (Invasión de la Franja de Gaza) y de un deslizamiento del Gobierno de EE.UU. hacia posiciones prosionistas por la presunta pertenencia al «lobby» judío de parte de los miembros de su Gabinete, se verá obligado a implicarse activamente en la apertura de un nuevo Proceso de Paz en Oriente Próximo, con el objetivo de establecer las bases para la creación del futuro Estado Palestino (previo reconocimiento del Estado de Israel por parte Palestina).

Dicho acuerdo debería ser global y vinculante para todos los países del área geopolítica de Oriente Próximo y lograr la instauración de un nuevo «status quo» en la zona, previa resolución del contencioso nuclear con Irán y el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países, operación que contará con la inicial oposición del influyente lobby sionista pero que más tarde aceptará al recibir Israel como contrapartida las bendiciones de EE.UU. a la culminación del Muro de Cisjordania (que incluiría aproximadamente el 10% del territorio de Cisjordania, incluida Jerusalén Este) y el incremento de la ayuda económica (cifrada durante la Administración Bush en unos 3.000 millones de dólares de ayuda, monto que representa casi el 2% del PIB de Israel).

Aplicación de la «doble vía» kennedyana en su relación con los países de Iberoamérica: Obama se verá obligado a prestar una atención especial al tradicionalmente considerado «patio trasero de EE.UU.» para intentar frenar la expansión de la influencia rusa en Latinoamérica tras la firma por parte de Raúl Castro y Mendeiev del Pacto por la Amistad y Cooperación con Cuba aprovechando la miopía política de una Administración Bush obsesionada con el Eje del Mal, reviviendo el pacto secreto firmado por Raúl Castro y Jruschov (Moscú, 1960).

En caso de no llegarse a rápidos acuerdos sobre el levantamiento del embargo a Cuba, podríamos asistir a la firma de un tratado de colaboración militar de Cuba con Rusia que incluiría la instalación de una base de Radares en la abandonada base militar de Lourdes para escuchar cómodamente los susurros de Washington y la instalación de bases dotadas con misiles Iskander y con aviones estratégicos con armas nucleares (los temibles TU-160 conocidos en Occidente como BlackJack), complementado con la instalación de una megabase naval y logística en Venezuela.

Por su parte, EE.UU. procedería a la gestación de la Alianza Panamericana (rememorando la Alianza para el Progreso (Puerto Rico,1961), liderada por México, Brasil y Argentina y que conjugaría la ayuda económica y la firma de acuerdos preferenciales con los países ideológicamente afines, con los intentos de desestabilización de los Gobiernos de corte populista-progresista (Cuba, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y Venezuela).

La agudización de la crisis económica dará lugar a frecuentes estallidos de conflictividad social y a la expansión de ideologías izquierdistas en todo Latinoamérica, por lo que Obama podría estrechar lazos comerciales y militares con el presidente dominicano, Leonel Fernández Reyna, ante el peligro de contagio mimético de los ideales revolucionarios cubanos, (reviviendo el apoyo de Kennedy a Balaguer en 1962, ante el temor de la irrupción de un brote castrista en la República Dominicana), siendo además probable una clara regresión de las libertades democráticas y un posible regreso a escenarios ya superados de guerrillas revolucionarias (Perú, Nicaragua, Colombia y Bolivia) y en Panamá, no sería descartable una reafirmación del sentimiento soberanista panameño sobre el Canal, por lo que podríamos asistir a la reedición de la Crisis de Panamá de 1964 con el envío de tropas estadounidenses que asegurarían el control del Canal, recuperando de paso la soberanía del mismo traspasada a Panamá en 1979.

Gradual retirada de tropas de Irak que deberá esperar al 2011 para su culminación e inicio de un posterior y complejo proceso de reparto de las áreas de influencia entre Turquía, Siria, Arabia Saudí e Irán hasta desembocar en un Gobierno de Coalición integrado por representantes kurdos, suníes y chiítas) , (reeditando la Conferencia de Ginebra de 1,961 y la posterior salida de tropas y constitución de un Gobierno de Coalición en Laos( !962)-

La decisión de Obama de incrementar sustancialmente el número de soldados en Afganistán augura la escalada de las acciones bélicas a partir del 2010,(emulando la decisión de Kennedy de apoyar de forma decisiva la intervención norteamericana en Vietnam), pues según señala el último informe del Consejo Internacional de Seguridad y Desarrollo (ICOS), la insurgencia talibán habría conseguido una presencia permanente en el 72% del territorio de Afganistán, (lo que representa un aumento del 18% con respecto a noviembre de 2007) y se acercarían a la capital Kabul, habiendo establecido los talibanes una especie de gobierno «de facto» en algunas ciudades y pueblos afganos.

La CIA contaría con informes que confirmarían el inicio de la ayuda militar rusa (asesores militares, logística e información de los satélites-espías) a las milicias talibanes de Afganistán en su lucha contra las fuerzas de la NATO allí desplegadas, con el objetivo de alargar el conflicto y aliado con la falta de liquidez monetaria de los aliados europeos lograr su gradual retirada de Afganistán antes del 2012 dejando en soledad a EE.UU., lo que implicaría crecientes dificultades para conseguir la aprobación de los Presupuestos en el Congreso, plasmadas en la petición por la Administración Obama de 83.400 millones de dólares adicionales para financiar las operaciones militares en Irak y Afganistán en el 2009 (se estima que el costo de las dos guerras sería de unos 8.000 millones de dólares al mes).

El actual presidente de Afganistán Hamid Karzai (el primer presidente elegido democráticamente en este puesto), sería acusado por EE.UU. de tibieza en la lucha contra los talibanes, existiendo informes de la CIA que podrían involucrarle en la gestación de un Gobierno de Coalición afgano entre los pastunes y talibanes y que implicarían la salida de las tropas de EE.UU., por lo que no sería descartable la creación de un ambiente propicio al golpe de Estado y el posterior derrocamiento y asesinato de Karzai, reviviendo uno de los aspectos más oscuros de la política exterior de Kennedy (el derrocamiento y asesinato del presidente survietnamita Diem (1963) y el posterior incremento de su apoyo militar a Vietnam, acelerando la escalada que llevaría a los Estados Unidos a un callejón sin salida.

Para evitar una peligrosa «vietnamización» del conflicto, Obama podría firmar en el 2011 la retirada progresiva de tropas de Afganistán (rememorando la firma por Kennedy de retirada de efectivos militares de Vietnam, 1963) decisión que no será compartida por su vicepresidente Biden y bajo cuyo mandato se producirá la intensificación y enquistamiento de dicho conflicto bélico y la precipitada salida, que se consumará en años posteriores.

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