El delicioso fruto de la Paz

Paz (Del lat. Pax – Pacis).
Extraído del Diccionario de la Real Academia Española, (R.A.E.).
1. f. Situación y relación mutua de quienes no están en guerra.
4. f. Sosiego y buena correspondencia de unas personas con otras,
especialmente en las familias, en contraposición a las disensiones,
riñas y pleitos.
5. f. Reconciliación, vuelta a la amistad o a la concordia.
6. f. Virtud que pone en el ánimo tranquilidad y sosiego, opuestos a
la turbación y las pasiones.

«Que nadie se haga ilusiones
de que la simple ausencia de
guerra, aun siendo tan
deseada, sea sinónimo de
una paz verdadera. No hay
verdadera paz sino viene
acompañada de equidad,
verdad,justicia , y solidaridad»

Juan Pablo II
(1920-2005).

En cierta ocasión, escuché a decir a un sacerdote, que la paz es igual a todos los dones del cielo. En ese momento no comprendí qué fue lo que realmente quiso decir. Hoy, después de haber pasado mucho tiempo desde que escuché esa definición de paz, y al haber investigado un poco más acerca del significado verdadero de la palabra, me doy cuenta que ese sacerdote tenía toda la razón.

La paz está supeditada a nuestros valores y principios morales. Por ejemplo cuando: amamos, nos comportamos con humildad, somos prudentes, justos, honrados, tolerantes, solidarios, bondadosos, etc., nos embarga un sentimiento enorme de paz y tranquilidad.

Debemos recordar siempre practicar el perdón; el fruto del perdón es la paz, incluso la salud física, mental y espiritual. La paz es un estado interior en el cual estamos lejos de experimentar sentimientos negativos, como cólera, ira, enojo, envidia, resentimiento. Cuando nos sintamos mal, hagamos un alto en el camino y analicemos qué es lo que nos hace sentir incómodos, por qué no nos sentimos en paz, identifiquemos esos pensamientos o sentimientos que nos alejan de nuestro estado óptimo.

Sepamos manejar, día a día, los conflictos que se nos presenten; hagámoslo de manera pacífica, con calma, con prudencia. Recordemos ser muy prudentes al hablar, utilizar palabras, aquellas que no dañen a la persona con la cual que estamos discutiendo, no sea que después nos vayamos a arrepentir por lo que dijimos. Igualmente, evitemos utilizar – a como de lugar – las agresiones físicas o cualquier manifestación de violencia, porque lejos de querer lograr arreglar un conflicto, lo que haremos es hacerlo más grande y muchas veces irreconciliable.

Perdonémonos.
Sólo entonces,
conseguiremos la paz.

L. Tolstoi
«Pero el fruto del Espíritu es:
amor, gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe,
mansedumbre y
dominio propio».

Gálatas 5, 22-23

Recordemos que todos los seres humanos somos diferentes en la forma de pensar y actuar< por lo tanto, no siempre van a estar de acuerdo con nuestra manera de expresarnos y de proceder. En estos casos, practiquemos el respeto, la tolerancia y la empatía, con miras a resolver cualquier desacuerdo que se presente y, de esa manera, lograremos mantener la paz. Cada uno de nosotros es dueño de vivir en paz; nada ni nadie nos pueden robar nuestra paz interior, excepto que nosotros les demos ese poder. La paz está dentro de nosotros. Entre más cerca estemos de nuestros valores y los apliquemos a nuestra vida diaria, más cerca estaremos de una vida plena de paz y armonía.

Disfrute el día.

Fotografías extraídas de: www.seridec.com

(*) Motivadora – Costa Rica

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