El dilema de Netanyahu

Tras la continua andanada de cohetes Quasam M76 procedentes de la franja y de dos misiles M75 cerca de Tel Aviv por la Brigada Ezedin el Kasam, (, el brazo militar de Hamás), Ahmed Yabari, el todopoderoso jefe del brazo militar de Hamás murió en uno de los llamados “asesinatos selectivos del Ejército israelí”.

Asimismo, el Gobierno israelí habría llamado a filas a 30.000 reservistas en el marco de la operación bautizada “Pilar defensivo”, dirigida “contra la infraestructura terrorista y almacenes de armas en la franja palestina, gobernada por Hamás”, por lo que pareciera inevitable la reedición de la Operación Plomo Fundido.

Recordar que la llamada operación Plomo Fundido, que dejó 1.400 palestinos y 13 israelíes muertos y que provocó la condena de buena parte de la comunidad internacional, se realizó en un contexto muy similar al actual, para poner fin al lanzamiento de cohetes y semanas antes de que los israelíes fueran llamados a las urnas para elegir nuevo Gobierno (el 22 de enero del 2013 es la fecha fijada para las elecciones en Israel).

Cambio de actores: La diferencia con la Operación Plomo Fundido sería que la primavera árabe destronó al dictador egipcio y las urnas encumbraron después a Mohamed Morsi, un presidente islamista que aspira a liderar la causa palestina en el mundo árabe y líder político de los Hermanos Musulmanes egipcios, madre ideológica de Hamás.

Asimismo, los líderes en Gaza habrían consagrado el fin de su ostracismo político con el reciente espaldarazo político de Qatar (un actor de creciente importancia en la región), el ministro de Exterior tunecino Rafik Abdesslem y el apoyo inequívoco del Gobierno egipcio con la visita de su Primer Ministro Hishman Kandil.

Así, el partido Libertad y Justicia de Egipto, brazo político de los Hermanos Musulmanes , anunció que “Egipto se involucraría si Israel sigue matando a los palestinos en la Franja de Gaza” y que dicha acción provocaría «una rápida acción árabe e internacional para detener las masacres» y finalmente añadió que “ Israel debe tener en cuenta los cambios en la región árabe pues Egipto no permitirá que los palestinos sean sometidos a la agresión israelí, como en el pasado”.

Por su parte, Abu Mazen, Presidente de la Autoridad Palestina desde enero de 2005, arquitecto de los Acuerdos de Oslo firmados en 1993 y decidido partidario del diálogo para abordar el eterno conflicto con Israel, estaría desacreditado ante sus compatriotas por sus repetidos fracasos a la hora de frenar la ocupación, demorar en Naciones Unidas el informe que acusa a Israel de perpetrar crímenes de guerra en Gaza y ser detestado por sus rivales de Hamás que le consideran un presidente ilegítimo desde que su mandato finalizara en enero pasado.

Así, cuando se suscribieron los Acuerdos de Oslo, 100.000 colonos poblaban Cisjordania y en la actualidad serian 350.000 a pesar de la “extenuante presión norteamericana “ para finiquitar los mismos, lo que previsiblemente conllevará un nuevo enfriamiento de las relaciones de Obama con el nuevo Gobierno israelí y postergará “sine die” el inicio de la enésima ronda de conversaciones paletino-israelíes.

Morsi: ¿el nuevo Nasser?: Egipto siempre ha sido una pieza clave para mantener la hegemonía norteamericana en Oriente Medio y el norte de África, pero los cambios producidos en el pueblo egipicio y que tuvieron su escenificación en la plaza Tahrir del Cairo el día 25 de enero, (día de la ira), para pedir el fin de la dictadura de Hosni Mubarak, se han traducido en una creciente desavenencia entre los Gobiernos de Egipto e Israel.

Los desencuentros se plasmaron, tras conocerse el anuncio de la firma de un acuerdo de reconciliación el próximo 5 de mayo en El Cairo con la presencia de Abás y el líder de Hamas Jaled Meshal, bajo supervisión de la Liga Árabe y el manifiesto del presidente palestino, Mahmud Abbas, «de avanzar en los esfuerzos para la creación de un Estado palestino fuera de las negociaciones con Israel y teniendo en cuenta las fronteras con 1967”.

A ello se sumaría la sospecha de que El Cairo espera reanudar sus vínculos con Irán y renegociar un antiguo contrato para suministrar gas natural a Israel, siendo la guinda del pastel la presunta decisión de las autoridades egipcias de abrir el cruce hacia Gaza en Rafah, (cerrado durante los últimos cuatro años como parte del bloqueo para debilitar a Hamás, el grupo islamista que gobierna la Franja).

En la práctica, la apertura de dicho paso fronterizo, equivaldría al fin efectivo del bloqueo y haría inútiles el esfuerzo económico de una operación masiva israelí en Gaza y los daños colaterales en forma de bajas, por lo que no sería descartable el logro de un alto el fuego entre las partes implicadas bajo la mediación de Egipto.

Israel accedería a flexibilizar el boicot a Gaza, no siendo descartable la aplicación por parte de la ONU del Capítulo VII de su Carta Constitutiva que establece que “cuando una zona o área determinada cae bajo el control de un grupo político-militar (como lo es la resistencia islámica de Hamas), y cuando la población civil está expuesta o bajo fuego debido a las acciones militares de ese grupo, el Consejo de Seguridad de la ONU debe intervenir para asegurar la protección de la población civil y al establecimiento de la paz allí donde se haya alterado“, emulando las pasadas intervenciones de la ONU en zonas como Bosnia y Timor Oriental.

Sin embargo, en el supuesto de seguir enquistado el contencioso palestino-israelí, no sería descartable un estrechamiento de relaciones ruso-egipcias que convertirían a Egipto en el portaaviones continental de Rusia, lo que aunado con la extensión de su área de influencia al resto de países árabes que circundan a Israel (Siria, Líbano, Palestina y Jordania) podría germinar la semilla de un nuevo movimiento panislamista y reeditar en el próximo quinquenio la Guerra de los Seis Días.

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