El Dolar Remesa

El dólar remesa se ha consolidado ya como un dólar más entre los muchos dólares de diferente denominación que están presentes – o que inciden de una u otra forma – en la economía venezolana.  Una reciente decisión del BCV fija en 4 millones de bolívares fuertes el precio que las casas de cambo están autorizadas a pagar por esos dólares remesa. Se trata de una buena decisión para los miles de venezolanos que reciben dólares desde el exterior, con lo cual medio acomodan la carga de sus economías familiares. Pero es una medida que deja todavía algunas dudas. Veamos algunas de ellas.

¿Se podrá comprar y vender dólares a ese precio, o a un precio cercano, en las casas de cambio? ¿O solo se podrá vender a ese precio, pero no comprar? Las casas de cambio tienen dos opciones con relación a los dólares provenientes del exterior que ellos compran. Una opción – que es lo que sucede en la inmensa mayoría de los países civilizados – es que esos dólares se vendan a los que quieren comprar esa moneda, con un precio ligeramente superior – por ejemplo, un 3 % o un 5 %, más o menos, por encima del precio de compra – para cubrir sus gastos administrativos y obtener una legítima ganancia. Si así fuera, nos encontraríamos con algo bastante parecido a un mercado libre de dólares. Se podría comprar y vender esa divisa, aun cuando a un precio que no se determinaría por la oferta y la demanda, sino que se determinaría administrativa y potestativamente por parte del BCV. La otra opción es que esos dólares que reciban las casas de cambio se tengan obligatoriamente que vender al BCV – desde luego a un precio ligeramente superior a los 4 millones de bolívares. Con ello el BCV podría quizás recabar para sus escuálidas arcas unos cuantos cientos de miles de dólares. Quizás, en un cálculo optimista, podría recabar hasta mil millones de dólares.

Pero la pregunta que sigue es la siguiente: ¿De dónde sacara el BCV los recursos en bolívares para comprar esa cantidad de dólares a las casas de cambio? Aquí nuevamente hay dos respuestas posibles. Una, es que sencillamente imprima billetes en forma alegre – tal como lo viene haciendo hasta este momento – para proveerse de los bolívares destinados a comprar esos dólares, los cuales serán destinarlos a los fines que el Ejecutivo estime pertinentes. Ese mecanismo asegura un incremento de la inflación, en la medida en que se trataría de una emisión absolutamente basada en la nada misma.

La otra posibilidad – que es como sucede nuevamente en los países civilizados – es que el BCV compre y venda dólares a ese precio de 4 millones, y los bolívares que obtiene por la venta se correspondan, más o menos, con los bolívares que destina a la compra, generando incluso una pequeña ganancia para si. Si así no sucediera – si el BCV quiere comprar muchos dólares, pero sin vender ninguno – las casas de cambio tendrán que abastecerse única y exclusivamente de las remesas y de los pocos dólares que reciban de los turistas. Habrá una disponibilidad de divisas mucho más pequeña que la demanda de las mismas, con lo cual el mercado de dólares en casas de cambio pasaría a ser un mercado permanentemente desabastecido, generando una presión permanente y sistemática para que el dólar aumente de precio en ese mercado. Más aun – como suele suceder cuando la demanda es superior a la oferta – se generará y se alimentará un mercado negro, rojo, gris o de cualquier color, pero diferente al mercado oficial y controlado que funcionaría con las casas de cambio como protagonista fundamental.

¿Qué pasará con los exportadores que tienen que vender el 20 % del valor de sus exportaciones al BCV? ¿A qué tasa lo harán? ¿A tasa Dicom, si subsiste esa tasa, o a tasa de remesas? ¿O podrán los exportadores vender directamente ese 20% de sus ventas, en las casas de cambio?

Como suele suceder con las medidas económicas que se toman precipitadamente, son muchas las preguntas que quedan en el aire. Una vez más – como dijo el filósofo -como se vaya dando vamos viendo.