El enigma bolivariano: Ocho preguntas y ocho respuestas sobre la Venezuela de Hugo Chávez (Parte 3 de 4)

-Domingo Alberto Rangel, Alzado contra todos (memorias y desmemorias), Vadell Hermanos Editores, Caracas, 2003.-

IV: ¿Todo se explica por el petróleo?

No todo, pero con un barril a más de 60 dólares, contra siete al comienzo del mandato de Chávez (el ingreso petrolero por habitante pasó de 226 a 728 dólares entre 1998 y 2005), una buena cantidad de cosas depende del petróleo, que representa más del 50% de los ingresos fiscales. Los críticos del régimen consideran que la política económica de Chávez consiste, esencialmente, en “administrar la renta petrolera en función de objetivos puramente políticos y sin prestar demasiada atención al modelo económico existente y a las necesidades de cambiar”. De acuerdo al economista marxista Enzo del Búfalo, la dinámica de desindustrialización iniciada en 1990 continuó bajo Chávez: “El primer objetivo es utilizar la industria petrolera como una fuente de ingresos fiscales y tratar de maximizar el ingreso fiscal para financiar un gasto creciente, mal organizado, con mucho desperdicio, sumamente ineficiente pero de alta rentabilidad política. […] Venezuela es un país prácticamente monoexportador nuevamente, y las industrias básicas del Estado, que eran el otro gran rubro, exportan pero una mínima parte”. De hecho, en el primer semestre de 2005, las exportaciones petroleras representaron el 85,3% del total de exportaciones venezolanas (sumando sector público y sector privado), contra 68,7% en 1998.

Los defensores de Chávez sostienen, por su parte, que existe una verdadera estrategia de diversificación industrial y citan otras cifras para a sus tesis. De acuerdo al Banco Central de Venezuela, el vigoroso crecimiento económico desde 2004 (más del 9% en 2005) es ampliamente atribuible al sector no petrolero: construcción (28,3%), comercio interior (19,9%), transporte (10,6%) y manufactura (8,5%) contra solamente 2,7% para el sector petrolero. Mientras que en el segundo trimestre de 1999 la parte del PIB no petrolero fue estimado en el 70,5% del PIB total, esta pasó al 76% en 2005. Y el hecho que, después de 2003, los bienes de consumo final en las importaciones pasaron del 37,6% al 24,2% mientras que los bienes de capital aumentaron del 12,3% a 25,7% probaría que Venezuela avanza por el sendero de una nueva fase de industrialización. Sin refutar estas cifras, otros analistas económicos no ven en ellas más que un efecto colateral de la “borrachera rentista”: es gracias a la abundancia de ingresos petroleros que tanto las empresas como los particulares aumentan su demanda de bienes y servicios, pero nada garantiza que se trate de una dinámica de diversificación económica durable y sostenible.

El petróleo desempeña un papel estratégico tanto dentro de las multifacéticas estrategias diplomáticas de Chávez (relanzamiento de la OPEP, ayuda a Cuba, relaciones sur-sur, alianza con Irán) como en el financiamiento de los programas sociales. Así, en 2004, sobre una facturación de 60 mil millones de dólares, la contribución de la petrolera estatal PDVSA al presupuesto nacional (en impuestos, cánones y dividendos) ascendió a 11.400 millones de dólares. 3.700 millones fueron a financiar infraestructuras y misiones bolivarianas
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En los años ochenta y noventa, afirman los chavistas, PDVSA funcionaba como un verdadero Estado dentro del Estado sin rendir cuentas a la sociedad. La parte de los ingresos percibidos por exportaciones transferidos al Estado se veía constantemente reducida, pasando del 70,6% en 1981 a 38,6% en 2000. Paradójicamente, la reconquista de PDVSA fue favorecida por la disidencia abierta de la “meritocracia petrolera” -dirección y cuadros medios-, convertida en punta de lanza de la oposición durante las huelgas y manifestaciones de 2002 y principios de 2003, que desestabilizaron al país, al punto de provocar un derrumbe del 9% del PIB. Esta insubordinación masiva, pero a la postre sin éxito, facilitó el sueño de Chávez de “poner la casa en orden” despidiendo a 18 mil empleados sobre un total de 42 mil, incluyendo al 80% de sus cuadros.

La nueva legislación hidrocarburífera redefinió el marco contractual entre PDVSA y las transnacionales petroleras aumentando el impuesto a las ganancias y las regalías petroleras. Además, estas sólo podrán operar en el país a través de sociedades mixtas con PDVSA, en la que la empresa estatal controlará el 51% de las acciones. Pese a las proclamas de soberanía energética y las decenas de millones de dólares de impuestos atrasados reclamados a las trasnacionales por el Estado venezolano, la mayor parte de ellas, como Shell, Chevron Texaco y British Petroleum no parecen conmoverse ante las nuevas disposiciones. A la vista de las gigantescas reservas de crudo, estimadas entre 100 y 300 mil millones de barriles, las perspectivas de ganancia siguen siendo jugosas y la apertura hacia el capital extranjero sigue siendo en Venezuela mayor que en Rusia o Arabia Saudita.

Si el Gobierno defiende su proyecto petrolero, como un arma en el combate por “la independencia frente a las empresas transnacionales, la autonomía, la soberanía, la lucha contra la pobreza y la revitalización de la OPEP”, un cierto número de expertos petroleros pertenecientes a la izquierda antichavista ven, por el contrario, en el pragmatismo contractual de PDVSA y en la asociación con las multinacionales, una continuidad -bajo un ropaje bolivariano- con las prácticas cripto-privatizadoras de la meritocracia petrolera de la Iva. República, al tiempo que una rendición ante el capital transnacional y una sumisión ante los criterios neoliberales de explotación y comercialización. En síntesis: el petróleo venezolano no para de suscitar controversias.

V. ¿Chávez alienta la “cubanización” de Venezuela?

Chávez tiene lazos político-personales íntimos con Fidel Castro, a quien consulta una parte de sus decisiones, y los servicios secretos cubanos están muy presentes en Venezuela. En numerosas áreas, la cooperación estrecha es real y a veces absurdamente entrometida de parte de los cubanos, lo que irrita incluso a una parte de la base chavista. Pero ello no significa que Venezuela se esté transformando en una “colonia cubana”, como lo proclama a gritos gran parte de la oposición. Al final, podría terminar al revés: con una suerte de “venezuelización” de Cuba. Políticamente, el régimen bolivariano presenta una garantía de estabilidad y una especie de modelo aproximativo para una transición posFidel hacia un capitalismo de Estado controlado por la nomenclatura militar cubana. Económicamente, la alianza con Venezuela representa un balón de oxígeno inesperado para la isla caribeña. Chávez no regala su petróleo a Cuba, incluso si ofrece condiciones extremadamente ventajosas; La Habana firma reconocimientos de deuda que algún día podrían tener consecuencias inesperadas, y hasta explosivas. Venezuela no está desprovista de ambiciones hegemónicas (en rivalidad con México) en el Caribe y ello precede a Chávez.

En el plano ideológico, incluso si Chávez declaró que los cubanos viven en un “mar de felicidad”, las encuestas coinciden en el hecho que el pueblo venezolano, comprendida una aplastante mayoría del electorado chavista, no quiere un modelo de tipo cubano. No es nada claro como podría imponerse un modelo semejante a una sociedad tan compleja, diversa, abierta al mundo e irreverente como la venezolana en 2006, que no tiene nada que ver con la sociedad cubana de 1959, con un contexto internacional que también cambió.

En fin, cuando alguien habla de la “cubanización” de Venezuela, digo siempre que los venezolanos podrán tal vez dejar pisotear al menos por un tiempo la independencia del Tribunal Supremo de Justicia o del Consejo Nacional Electoral pero para privarlos del centro comercial Sambil o de otros inmensos “malls” que pueblan Caracas y las principales ciudades habría que pasar sobre sus cadáveres. No hay más que observar el estilo y el nivel de consumo de decenas de miles de nuevos ricos chavistas.

Fuente: http://noticieroalternativo.com/2009/12/03/el-enigma-bolivariano-ocho-preguntas-y-ocho-respuestas-sobre-la-venezuela-de-hugo-chavez/#