El Hato El Cedral

De los varios millones de habitantes que tiene Caracas, debe haber unporcentaje muy pequeño que ha visitado los llanos venezolanos y que hatenido la oportunidad de ver en libertad a una docena de babos (caimáncrocodilus) tomando el sol a la orilla de algunos de sus muchos cursosde agua.

A los chigüires, que son los roedores más grandes que se conocen -yque viven en grandes familias en las mismas aguas donde se bañan loscaimanes- la mayoría de los venezolanos ni se los imaginan como son.

Podríamos agregar, en esta lista de grandes desconocidos, a lasanacondas -o culebras de agua, de gran tamaño- o las bandadas degarzas negras, blancas o rojas, que levantan el vuelo por miles cuando
algún ruido mecánico altera en tierra firme su metódica búsqueda dealimentos. Es altamente probable que el porcentaje de caraqueños quehan visitado Miami o Disneyworl sea mayor que el porcentaje de los quehan visitado esa hermosura de llano que se abre al sur del rio Apure,y que se han extasiado con su flora, su fauna y la infinitud de sushorizontes.

Para muchos, todo esto tiene sabor a turismo aventura, a peligros, aincomodidades, a folklorismos trasnochados, y muchas veces incluso aimposibilidades de acceso. Por ello, me siento tentado a escribir
estas líneas en relación al Hato El Cedral, que es una empresaagropecuaria, de 53 mil hectáreas, ubicada cerca de la población deMantecal, al sur del rio Apure. Además de la producción de ganado,
propia de las explotaciones de la zona, allí se dedican también apotenciar el turismo ecológico. En esas profundidades del llano no esusual encontrar buenas instalaciones hoteleras. Por ello es extraño
encontrar en el Hato El Cedral, para disfrute de los turistas, un conjunto de habitaciones de excelente calidad, propias de cualquierhotel de tres o de cuatro estrellas, con baños privados, agua caliente, televisión por cable, aire acondicionado, neveras y camascómodas, todo en un ambiente de limpieza y de cuidado. A todo ello se agrega la piscina y un caney con fuente de soda, donde venden cerveza
y regalan agua embotellada y refrescos durante todo el día.

Pero lo más interesante del Hato El Cedral son las excursiones guiadasque dos veces al día realizan por diferentes parajes llaneros, paraconsumo de los huéspedes. Algunas de ellas en camiones especialmente
acondicionados para el traslado y la visión por parte de los turistas,y otras en lanchas para atravesar las lagunas, esteros y demás cursos de agua. Todos esos paseos, con guías de la zona, o personal
especializado en el turismo ecológico. Esas excursiones son unatremenda fiesta para los sentidos, para el conocimiento y para elalma.

Este Hato está hoy en día en manos del Estado. Fue expropiado hace pocos años atrás a sus antiguos propietarios, que son los que comenzaron con esta actividad. No tengo puntos de comparación para
emitir juicios sobre si la calidad de los servicios ha mejorado o ha empeorado con el cambio de propietarios. Pero los servicios actuales son buenos y los precios no son ni muy caros ni muy baratos. Creo, en todo caso, que son más baratos que un día todo incluido en Margarita o en Aruba.

No es usual que este articulista aborde este tipo de reflexión en su producción periodística, pero este es un caso excepcional, que justifica salirse de la rutina. Se trata de una actividad de excelencia turística y ecológica, que vale la pena apoyar y estimular, y que tiene mucho que mostrar y que enseñar a muchos venezolanos.

Blog: sergio-arancibia.blogspot.com