¿El madurazo derrotará la hiperinflación?

Quizás el objetivo explícito de las recientes medidas anunciadas por el señor presidente Nicolás Maduro, es el de detener el aumento desbocado de los precios de todos los bienes y servicios, cara visible de un vigoroso proceso hiperinflacionario que padecemos desde octubre del año pasado, si nos atenemos a la clásica definición de Phillips Cagan, en cuanto a considerar tal anomalía, cuando se tiene un índice de precios que supera el 50% de incremento mensual.

Entre octubre del 2017 y julio de este año, de acuerdo al índice de precios que calcula la Asamblea Nacional, la inflación mensual promedió 84,2%, lo que arroja un crecimiento en los precios de 44.967% en el transcurso de los últimos 10 meses. ¿Qué significa? Que los precios se han multiplicado por un factor de 450 en ese lapso.

Todos los sectores, absolutamente todos, sociales y políticos, nacionales y foráneos, exigían la puesta en práctica de un programa económico que enfrentase tal situación. El gobierno lo anunció el pasado viernes 17 del mes corriente. Las preguntas obligadas son: ¿Se estabilizarán los precios? ¿Será vencida la inflación de precios, la cual el mes anterior trepó a 2,7% diario? O, una vez más ¿El gobierno fracasará en su propósito de ajustar los graves desequilibrios que afectan a nuestra economía?

Intentando responder estás interrogantes.

Rudiger Dornbusch1, brillante economista alemán del Massachusetts Institute of Technology, fallecido a inicios de siglo, popularizó un modelo matemático que describe como las empresas fijan -o debieran fijan en ausencia de absurdas regulaciones estatales- los precios de los bienes que producen:

En dónde;

P: es el precio a fijar.

a: la productividad del factor trabajo.

W: el nivel del salario.

z: el costo de los otros factores de producción indispensables para la fabricación del bien respectivo más un margen razonable de ganancia.

Este modelo no está en contradicción con la fijación de precios por el mercado en industrias competitivas; pues, toda producción es sostenible solo si genera beneficios para quien la produce. Lo importante a destacar del presente punto en relación a las medidas anunciadas por Maduro, es que los precios de los bienes y los salarios que se pagan al factor trabajo están conectados por una relación de proporcionalidad, lo cual se indica en la ecuación en cuestión al estar W -los salarios- en el numerador. No puede ser de otra forma. Todo aumento salarial impacta los costos de producción y, en ausencia de incrementos en la productividad, deben aumentar los precios en la misma proporción a fin de mantener un margen de rentabilidad que le confiera viabilidad a la empresa. Caso contrario, el balance de ingresos y gastos del negocio concluye en rojo, generando el cierre del mismo, apareciendo la escasez y, esta implotando los precios.

Un incremento del salario mínimo integral de 5,2 BsS a 1800 BsS a partir del 1° de septiembre representa un incremento de 3.361%. El gobierno tiene dos opciones: acepta que ese incremento se traslade a los precios finales de los bienes, lo cual impactaría en esa proporción -en verdad un poco más por asuntos relacionados con las expectativas que se forman  los fijadores de precios-; o, adopta medidas administrativas con fines regulatorios de los precios, acompañada de fiscalizaciones y fuertes sanciones, con lo cual quebrarían buena parte del tejido industrial y comercial que todavía se mantiene en pie, aumentando la ya criminal escasez que padecemos, sobre todo de lo más básico, y por vía de una aguda reducción de la oferta, impactar hacia el alza los precios. El gobierno al final adoptará una estrategia que contendrá algo de las dos opciones. Y de igual manera, los precios implotaran. Con una diferencia respecto a su comportamiento ex-ante de las medidas: ahora se incrementarán con más fuerzas.

Otra poderosa razón.

Jeffrey Sachs2, uno de los economistas vivos más preclaro, configuro un modelo aplicable para economías importadoras netas -como Venezuela-, que además, sufren procesos inflacionarios crónicos -como nosotros- en donde establece que la tasa incremental de precios obedece fundamentalmente, a la tasa de depreciación (o devaluación) de la moneda más la tasa de inflación externa.

La depreciación del Bolívar genera inflación interna por las siguientes vías:

* Las importaciones de bienes finales que se realizan a esa tasa.

* Las importaciones de bienes de capital, insumos y  materia prima.

El gobierno estableció una relación de cambio entre el Petro y el Bolívar Soberano y entre el Petro y el precio del petróleo. Dos consideraciones al respecto. De un lado, se devaluó el Bolívar soberano en 2300% en relación a la tasa Dicom al pasar de Bs 248.000 a 6 millones, a valores del antiguo cono monetario, que explica estos alarmantes incrementos de precio ex- post a las medidas; de otro lado al anclar el Bolívar al Petro, pretende estabilizar el valor de la moneda nacional en relación a otras monedas foráneas a través de un referente distinto al dólar americano. El punto es: ¿Que agente económico le comprará semejante adefesio? El gobierno intenta desligarse del radio de influencia del dólar, pero, ¿Tiene la fuerza para imponerlo?: Obviamente no.

Un país que ha perdido el 55% de su riqueza per cápita en los últimos 5 años, incluyendo este 2018; en default de su deuda; con la única empresa -PDVSA- que le genera divisas operacional y financieramente quebrada; con escasas reservas internacionales y en medio de una espantosa crisis humanitaria no está en condiciones de imponer nada. Triste y lamentable verdad.

Al inicio de mes, un dólar en el mercado no regulado se cotizaba en 3,7 millones de Bs del antiguo cono monetario, el cual respecto a la cotización vigente para el día de ayer -18/08-, en Cúcuta, Colombia, había sufrido una devaluación de 62%, en apenas 20 días. En ausencia de dólares preferenciales para surtir los anaqueles de productos básicos por la elemental razón que el gobierno no los tiene, si además, ahora no se les permite a los importadores que fijen sus precios en base a la cotización del verde americano en el mercado no oficial, puesto que el Bolívar Soberano se ancló al Petro, la pregunta obligada es: ¿Quién del sector privado va a importar qué en el país? Nadie. Los niveles de escasez se multiplicaran con creces y con ellos los precios.

… Y finalmente.

El centro de nuestro problema está en un portentoso desorden fiscal y monetario que se expresa en un déficit fiscal de 20% del  PIB -Ecoanalítica- es decir, el gobierno gasta sobre sus ingresos el equivalente a 1/5 del ingreso nacional. Nuestra tragedia económica no se resuelve si este grave desequilibrio no se subsana. En este sentido qué anunció Maduro:

1) Aumento de salarios y pensiones.

2) Financiamiento de la descomunal diferencia salarial a todas las pequeñas y medianas empresas del país. ¿De cuántos hablamos?: 3 millones de empleados públicos, más igual cantidad de pensionados, más toda la nómina de la pequeña y mediana empresa industrial y comercial del país, que serían otros millones adicionales. Es decir, el gobierno cancelará durante tres meses TODA la masa laboral del país. ¿A cuánto aumentará la base monetaria -dinero creado por el Banco Central– en ese periodo, con los consabidos efectos para el sistema de precios internos?

La interrogante es: ¿Cuál es el origen o fuente del financiamiento que permitirá tales pagos?, ¿Producimos, acaso, ahora, más petróleo? ¿Vendió la república activos? ¿Ingreso al país un flujo vigoroso de inversiones extranjeras? ¿Producen ahora superávit financiero las miles de empresas estatizadas que siempre han generado pérdidas? No. Nada de eso ha ocurrido, luego, cual es el mensaje que se envía: simple. El gobierno va a seguir financiándose con emisión de dinero inorgánico y, este mecanismo perverso de financiamiento es la base de nuestros males económicos.

Nuestro abastecimiento de bienes y servicios tiene tres fuentes de aprovisionamiento: importaciones públicas, importaciones privadas y producción interna. Las dos últimas se verán severamente afectadas por el paquete de medidas recién anunciadas; y las importaciones públicas reducidas por la crisis de divisas que enfrenta el estado. En resumen, nuevas medidas que empeoraran significativamente la situación actual. La hiperinflación continuará, a pasos de vencedores pulverizando nuestro exiguo patrimonio, arruinando nuestras vidas y ahuyentando todo vestigio de tranquilidad social. Para desgracia de todos.