El mar de la infelicidad

“Desagraciados nosotros, que todavía esperamos,
que nos sigue la sombra de la ira de los gigantes,
la fealdad sin tonos de la injusticia…”.
José Asunción Ladera

Uno no deja de impactarse con lo extraordinariamente obcecado que está el Gobierno nacional con el modelo cubano. En algunas etapas nos lo vende con frenesí, en tanto que en otras trata de disimular, cuando observa que la natural resistencia del venezolano a ese tipo de regímenes brota y le resta apoyo popular ante alguna elección o momento político de su interés. El Presidente como tal, lo ha bautizado como “el mar de la felicidad”, y dedica denodados esfuerzos para llevarnos, con cierta prisa y ausencia de interrupciones hacia esa quintaesencia de la realización social y política. Lo malo de esto es que la realidad concreta es diferente a la que está plasmada en el marketing político de esta administración.

Al momento de escribir este artículo, las agencias internacionales dan cuenta de la muerte de un disidente cubano que abordó un avión que salía de la isla para Europa, escondido en el tren de aterrizaje de la aeronave. El infortunado ciudadano de la isla se congeló debido a las bajísimas temperaturas que se alcanzan durante la travesía intercontinental. ¿Cómo es posible que alguien arriesgue lo más preciado por salir a toda costa de un país, que se supone el modelo referencial de nuestra proa política? Repito, uno no deja de impactarse.

Hay una Gaceta Médica publicada en Caracas que me ha facilitado un amigo. La misma es de Abril de 2002, en la cual se analiza una investigación hecha por galenos venezolanos en Cuba entre 1992 y 1993. Por la importancia de lo tratado, resumiré la misma y colocaré, al final del artículo, el enlace (*) correspondiente para que sea revisada en el internet. Dejaré las conclusiones a ustedes, amables lectores. El caso como tal, se produce a consecuencia de una extraña epidemia de ceguera que afectó a más de 50.000 personas de la isla caribeña. El Ministerio Cubano de salud solicitó ayuda al gobierno venezolano, y se organizó una comisión de médicos para asistirlos. Se analizaron 20 pacientes mediante exámenes oftalmológicos y neurológicos, arribando a la conclusión que la epidemia se debía a problemas nutricionales y muestran gran similitud con otras epidemias en prisioneros de guerra observadas en el trópico durante la Segunda Guerra Mundial. Estos problemas fueron revertidos con suplementos vitamínicos.

En Venezuela se observan dificultades en el abastecimiento de importantes rubros alimenticios, así como pérdida manifiesta del pode adquisitivo de la población La prensa de estos días (EL MUNDO, 14-07-11) en una nota expresaba algo que preocupa a la luz de este hecho que comentamos: “Aun cuando han sido muchos los voceros gubernamentales que han señalado que el consumo de carne de res al cierre del 2010 rondó los 25 kilos per cápita, las más recientes cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) señalan que al cierre del año pasado la ingesta de proteína bovina apenas alcanzó los 17,7 kilos por persona al año.»

Es tiempo de pensar, tiempo de cancelar en el 2012, democráticamente, esta visa al mar de la infelicidad.

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(*) http://www.scielo.org.ve/scielo.php?pid=S0367-47622002000200004&script=sci_arttext