El miedo ha encerrado la distracción en los hogares y centros comerciales

Gusmán Daboín Balza. El miedo a estar en las calles producto de la inseguridad, violencia, aumento de delitos e impunidad se ha convertido en un factor inhibidor del consumo cultural de los venezolanos, quienes prefieren las actividades recreativas íntimas y caseras por encima de aquellas que puedan hacerse al aire libre.

Según una investigación del Centro de Estudios Sociológicos y Antropológicos (Cesa) de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, los espacios públicos se han reacomodado de acuerdo a criterios de seguridad.

Como consecuencia del panorama social, se ha creado una mayor concentración en la ejecución de actividades de consumo cultural, por tanto, se nota menor diversidad. Explica la directora del Cesa, Natalia Sánchez, que, si bien en la casa no se está completamente seguro, al menos se tiene mayor seguridad que en la calle y este comportamiento ha incrementado el consumo audiovisual.

“Ahora se tienen espacios abarrotados de gente por considerarse seguros, como centros comerciales, discotecas ubicadas en hoteles y cines, mientras se han abandonado espacios por considerarse inseguros, como los locales comerciales en calles”, agrega.

Los resultados de la investigación dejan ver que el consumo cultural masivo en Venezuela se concentra en la televisión, la radio, el celular, las noticias, las novelas, las reuniones familiares y los ritmos bailables. En ese sentido, el hábito cultural es tradicional, intimista, lúdico y familiar, por lo que la revolución cultural no forma parte del modo de vida del venezolano.

La televisión integra
“La principal homología cultural está en la televisión. Somos un país que se integra por televisión”, señala Sánchez, quien detalla que se trata de un consumo asociado a estados anímicos contrarios a la tristeza, por tanto ha sido y sigue siendo el principal distractor de la sociedad venezolana.

A juicio de la profesora, el venezolano asocia su consumo cultural preferido a 2 grandes estados anímicos: ve televisión cuando está alegre y escucha radio cuando está sentimental, pero no hace nada cuando está deprimido o malhumorado. Es decir, se trata de un consumo afectivo audiovisual.
“Solo nos entra lo que vemos y oímos. Los medios de comunicación escritos solo son consumidos por menos del 10% de la población”.

Los venezolanos, mediante el entretenimiento, otorgan claves de integración social y definen las afinidades de consumo; bajo un formato audiovisual muestra modas relacionadas con espectáculo, novelas, concursos y noticias bajo un formato audiovisual. Sin embargo, este comportamiento es concentrado y se va vaciando en la medida en que se baja el estrato socioeconómico, pues los estratos socioeconómicos altos prefieren las noticias a las novelas y los sectores populares al contrario.

“Se usa la televisión como un recurso diario para seguir la novela y para seguir ‘al país’. Esas son las 2 necesidades de ‘información’ que mantienen a la mayoría de la población a diario frente al televisor. De cuatro venezolanos, tres sintonizan todos los días la televisión. La mitad sintoniza a diario, o casi, las noticias y las novelas, y en menor número los programas de opinión. Todo lo demás es ‘cuando se pueda’”, detalla de acuerdo con los resultados del trabajo.

Influencia de la educación
La investigación determinó que la educación habilita la diversificación del consumo: mientras más nivel educativo se tiene, mayor ampliación de consumos. A juicio de la investigadora, el consumo no masivo en el país no tiene tanto que ver con el poder adquisitivo, como con el nivel educativo. “Con mayor nivel educativo, se consume más variedad de películas, de lecturas de prensa, de libros, de literatura, de ofertas culturales, como obras de teatro y exposiciones, entre otros”, explica.

El trabajo promueve la socialización en la calle. Agrega Sánchez que con la trayectoria individual se posibilita la inclusión en circuitos y redes colectivas que propician un consumo cultural que no existiría de no ser por la dinámica laboral. “Quienes trabajan tienen mayores y mejores oportunidades de variar su consumo cultural y sus posibilidades recreativas. No solo por la posición material, sino por la necesidad de compartir con sus compañeros”.

Otros resultados
Asegura la directora del Cesa, Natalia Sánchez, que el tipo de lectura que el venezolano busca con mayor frecuencia en la prensa son los sucesos (26%) y las noticias (25%), mientras un 20% de la población lee frecuentemente deportes y noticias internacionales. Esta afinidad por los sucesos en televisión y en prensa escrita aumenta la sensación de inseguridad y la desesperanza.

Considerando el “uso del tiempo libre”, las actividades practicadas por la mayoría de los venezolanos son: visitar a la familia (54,1%), conversar con amigos (45,6%), visitar a los amigos (43,2%), pasear en la misma ciudad (39,8%), pasear fuera de la ciudad (36,8%), visitar centros comerciales (34,8%), asistir a actividades deportivas (32%), fiestas en casas de amigos (30,1%).
De acuerdo con la investigación, quienes leen libros frecuentemente lo hacen interesados sobre todo por temas de entretenimiento (33%), estudio (28,4%), novelas (26,9%), actualidad (24,4%), relacionados con el trabajo (24,3%), religiosos (22,8%), cocina (21,4%), mientras los temas menos populares son la novela romántica, infantiles, poesía, ficción, ensayos, arte, policiales y teatro.

“6 de cada 10 venezolanos reconocen no ver nunca las cadenas presidenciales”, comenta Sánchez

Fuente: http://www.agenciadenoticias.luz.edu.ve/index.php?option=com_content&task=view&id=3369&Itemid=156