El nivel de la integración económica en América Latina

¿Cómo se puede medir la intensidad o el grado de profundidad que ha alcanzado la integración económica entre un grupo de países?

Se supone que los acuerdos y tratados mediante los cuales diferentes países, en forma bilateral o multilateral, se conceden mutuamente preferencias arancelarias, están encaminados a incrementar el comercio recíproco, por la vía de la liberación programada y negociada de las barreras arancelarias. Si eso es así, podríamos medir, al cabo de un tiempo, si el comercio se ha incrementado, si ha disminuido, o si ha permanecido igual. Si el comercio después de un acuerdo de libre comercio tiene los mismos niveles y la misma estructura que el comercio antes de firmar el acuerdo de libre comercio, uno podría legítimamente sospechar que el mencionado convenio no ha sido efectivo, que no ha dado de sí todo lo que se esperaba, etc., etc., Sin embargo, si un país crece económicamente, crece su comercio exterior y crecen sus intercambios con los socios comerciales más convencionales. Por ello, lo más probable es que en una medición, como la que se propone en las líneas anteriores, siempre nos encontremos con un comercio incrementado. El mero crecimiento del comercio bilateral, entre dos países que firmaron un acuerdo de libre comercio, no sería por lo tanto, por sí sólo, un buen indicador de la efectividad de dicho acuerdo. Mucho más acertado sería medir la efectividad de dicho tratado por la vía de ver, proporcionalmente, si la relación entre los socios comerciales ha aumentado y disminuido.

En síntesis, un buen indicador, usado crecientemente en análisis y comparaciones internacionales, para medir la intensidad de la integración comercial entre un grupo de países, es medir el intercambio intrarregional; es decir, el comercio entre ellos como porcentaje del comercio internacional total de dichos países.

En América Latina, después de casi treinta años de esfuerzos integracionistas, se ha llegado a una situación en la cual, en 2005, las exportaciones totales de todos los países, desde el río Bravo hasta la Patagonia, sumaron 548.975 millones de dólares. De ese monto, 100.016 millones de dólares fueron exportaciones intra-regionales, es decir, exportaciones de unos a otros dentro de los propios países de la región. De acuerdo a esas cifras, el comercio intrarregional alcanzó a un 18.2 %. Nunca, en los últimos 30 años, esos intercambios, medidos mediante ese indicador, han sido superiores al 20 %.

Como punto de comparación valga decir que los países integrantes del NAFTA, tienen un índice de comercio intra-regional superior al 50 % y en los países de la Unión Europea ese índice es superior al 60 %.

Estas cifras tienen una alta importancia en la política económica de todos y cada uno de los países de la región. En términos súper simplificados, podríamos decir que si un país coloca 80 % de sus exportaciones en países de fuera de la región y 20 % de sus exportaciones en países de la región, tiene que destinar el 80 % de su esfuerzos y de su atención política y diplomática, en tratar de conservar y/o incrementar el primer grupo de mercados, y destinar sólo un 20 % del esfuerzo y de la atención política y diplomática, en conservar y/o incrementar el segundo grupo de mercados. De allí que más allá de las declaraciones y los discursos, los países de América Latina están vitalmente interesados en que Europa y Estados Unidos, a través de las negociaciones multilaterales, a nivel de la OMC, o a nivel de negociaciones de carácter más limitado, tales como las de la CAN con la Unión Europea, o las de MERCOSUR con la Unión Europea, o de las de Perú y Colombia con Estados Unidos, abran sus mercados a las mercancías provenientes de nuestra región.

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