El poder de las palabras

              Para abordar esta temática, he tomado un pensamiento de Gandhi (1912) que plantea: “Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras; cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos; cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos; cuida tus hábitos porque se convertirán en tu destino”.

De lo anterior, el hombre es un ser que piensa y se comunica con otros seres humanos. Para Luhmann (1996), la sociedad no se compone de hombres sino de comunicaciones. De allí, que el hombre piensa con ideas y las ideas se representan lingüísticamente, lo que significa que cada idea posee una palabra que la refleja, la simboliza y le da significación.

 Para Márquez (2013, p 7) sostiene: “Que el pensar es hablar en silencio, a través de la mente. Por ello, el hablar no es más que poner palabras en nuestros pensamientos”. De allí, la importancia que representa el controlar al hablar, debido a su inmenso poder que las mismas tienen. En este sentido, se puede comprobar que las palabras, son un poder, son decretos, que llegan con una inmensa facilidad al cerebro y al corazón y por ende, se van sembrando en sus entrañas hasta convertirse en modelos que orientan la vida de las personas.

 Por otra parte, es cierto que las palabras se encuentran relacionadas con un órgano que se le conoce como la lengua y en el cual entre ambos existe una interacción. A partir de lo anterior, la lengua es como un león, en el cual si la suelta te devora, pero si la cuidas entonces te protege. Además, que una lengua calmada es un árbol de la vida, pero su torcimiento quebranta el espíritu. De hecho, las palabras  de una lengua bondadosa son tan refrescantes como el rocío de la mañana, son un bálsamo. En cambio, una lengua perversa  causa abatimiento del ánimo, por ende, con las palabras se pueden herir o se pueden curar (Proverbios 18:21).

Con frecuencia, uno encuentra a personas que hablan sin cesar, e intentan ser el centro de atracción de las conversaciones, a sabiendas que al hablar demasiado tienen posibilidades de errar más y causar daños que pueden conllevar a perder amistades. A veces una palabra mal dicha puede: “herir como un estilete en el corazón”. De igual modo, existe un adagio que expresa: “El sabio mide bien, lo que dice en cambio, el necio habla, sin pensar y sin parar. Es obvio, que lo que sale de los labios nuestros, tienen tanta fuerza que las palabras se deben usar no para humillar a las personas, sino para engrandecerlas.

 Con referencia a lo anterior, en el libro los cuatros (4) acuerdos de Ruiz (1997), que el primer acuerdo se corresponde con ser impecable con las palabras se interpreta que la persona que las pronuncia debe encontrarse libre de errores. En consecuencia, los labios deben ser para expresar sentimientos puros como la del agua fresca y la luz de la esperanza. Por ello, los seres humanos a través de las palabras  pueden convertir en actos de magia, es decir, que se traduce en exaltar o hundir a las personas. A manera de ejemplo, cuando se le dice a alguien que es bruto, feo o gorda. Esta apreciación de una manera u otra está afectando a esa persona como tal, y puede provoca sentimientos de malestar.

 En concordancia con lo anterior, la palabra por ende, es una herramienta muy poderosa, de todo lo que hacemos, lo que expresamos mediante las palabras, por eso deberíamos a aprender a comunicarnos de manera efectiva y edificante. Unas palabras mal empleadas tienen influencia, tanto en el individuo, como en las demás personas.

 En este contexto, la historia de la humanidad existe sobrados ejemplos que explican el poder de las palabras por parte de líderes mundiales. El ser impecable en las palabras se refiere en la necesidad de hablar, sin ningún tipo de indicio de odio y resentimiento que tengan como interés lesionar a los demás, como suele ocurrir en el caso de los chismes, calumnias, en cual las palabras están orientadas a causar mal a las personas, así como de envenenar el interior de las personas que las dicen.

Para culminar el estudio, coloco un ejemplo tomado del libro Educar Valores y el valor de Educar de Pérez Esclarin (1998), un ejemplo práctico que puede ilustrar el contenido de lo planteado sobre el poder de las palabras y los cambios que pueden afectar a las personas en general. Cuentan que el fabulista Esopo estuvo un tiempo al servicio de Xantu. Un día, lo envío al mercado a que buscara y compara lo mejor que hallara. Esopo cumplió la orden y fue compró una lengua. ¿Eso es lo mejor que encontraste? Si, con la lengua podemos expresar amor, verdad, ánimo… La lengua permite a los hombres comunicarse. Pasado un tiempo el patrón volvió a enviar a Esopo al mercado y le pidió que en esta oportunidad le trajera lo peor que pudiera encontrar. Esopo fue y volvió con otra lengua. ¿Eso es lo peor que encontraste? La lengua. En suma, con las palabras son como los seres humanos que somos capaces de hacer reír, edificar, llorar y hundir. Nunca se debe olvidar, que las palabras pueden edificar o derrumbar. Tus eliges que hacer con las palabras. La decisión es solo tuya.

Carlos Blanco; [email protected]