El respeto al descanso eterno de los difuntos

Si alguien quería revivir el culto a la personalidad soviético, no hay ocasión más  propicia que el segundo aniversario del fallecimiento del Comandante eterno, donde el Estado venezolano utilizó todo el recurso mediático posible para atiborrar a la población venezolana con un obligatorio luto colectivo al decretar incluso días enteros de conmoción nacional y global.

Todo el aparato del Estado volcado en una catarata de remitidos, donde la épica y la elegía rastrera abundaron hasta la adulación genuflexa a la gestión del galáctico presidente, cuidándose minuciosamente en entrelazar al héroe caído como paladín del Socialismo del siglo XXI con el alicaído presidente heredero.

Una suerte de procesión de un régimen iniciada con cohetazos en todos los rincones del país, remachada con actos en alcaldías, gobernaciones, ministerios, poderes públicos, y sendos manifiestos publicados en medios internacionales, nacionales y regionales, donde no hubo impedimento alguno para el evidente e insultante derroche en medio de la escasez y el desabastecimiento más atroz, tan solo conocidos en las guerras federales del siglo XIX, entre tanto los venezolanos merecemos más respeto y respuesta a la crisis que estamos viviendo.

Así es que se gobierna, diría la turba de los Aló presidente dominicales como versión tropical del culto a la personalidad rupestre que padecemos. Práctica generalizada en dictaduras y fascismos de todo género, que tuvo su dato relevante en Vladimir Ulianov Lenin, quien había pedido a su mujer Nadezhda  Krúpskaya mucho antes de su muerte en 1924, ser enterrado junto a su familia en Simbirsk ciudad situada a orillas del Volga; pues bien el hombre que detestaba el culto a la personalidad y abominaba de la religión fue embalsamado y depositado en un rico mausoleo de la plaza Roja, momificado en el Kremlin y utilizado para justificar los horrores del estalinismo hasta la caída del Muro de Berlín en 1990.

El culto a la personalidad en el caso de Lenin llegó a tal extremo, que le cambiaron el nombre a la ciudad de San Petersburgo, llamada también Petrogrado, por el de Leningrado, para hoy pasar de nuevo a su nombre histórico de San Petersburgo, como también la otrora ciudad de  Stalingrado en la actualidad retomara su verdadero nombre Volvogrado. Como vemos las luchas de la humanidad por la libertad, la democracia y la justicia restablecen la verdad y la tradición legítima de su historia, aun cuando hoy no hayan sido logradas plenamente en la Rusia actual.

Cuando  la agonía y la desesperación sacuden a un régimen lo llevan a perder hasta la manera de caminar,  y ser capaces de cometer las peores tropelías con el objeto de mantenerse en el poder, como en efecto le está sucediendo a la actual gestión.  Siendo detestable hacer política en nombre de los difuntos, dejen al arañero descansar en paz y labren ustedes su propia historia. Tal vez en alguna oportunidad descansarán sus restos con los  ancestros en su natal Sabaneta y se descubrirán los entuertos de la cruel agonía que lo tocó sufrir.

(*) Movimiento Laborista

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